Opinión | LA ESPIRAL DE LA LIBRETA

El delicado vuelo de la cometa

Educar a los adolescentes en la era de internet, donde casi nada es lo que parece

Un hombre volando una comenta, en una foto de archivo.

Un hombre volando una comenta, en una foto de archivo. / Umut YILMAN (Unplash)

Llevaba tiempo rastreando un libro descatalogado que finalmente aparece en Wallapop, de impecable segunda mano y por ocho estupendos euritos. Concierto una cita con la vendedora a través de la aplicación. Su barrio me coge a trasmano, tropecientas minucias aguardan resolución y, sin embargo, el cebo tira de mí igual que haría con un besugo hambriento.

Salgo por la boca de metro equivocada, pero enseguida vislumbro el anzuelo porque sostiene entre las manos mi tesoro, un libro de cubiertas encarnadas que no es el libro rojo de Mao ni el de Xi Jinping, sino uno de Josep Pla, ‘Notes del capvesprol’. Me agrada Pla; me irrita y me gusta a la vez. Nadie escribe el paisaje subjetivo como él, a la manera 'flaubertiana'. Y luego, su mirada sobre el mundo; esos ojos suyos, diminutos, achinados, voraces como un serrucho.

La vendedora tenía nombre de chica joven, pero no esperaba que tanto (qué tendrá, ¿17 años?, ¿acaso 18?). Aún no me ha visto; juego con ventaja. A lo lejos, me doy cuenta de que la muchacha aguarda acompañada de un varón adulto, probablemente su padre. Mientras cerramos el trato en mitad de la plaza, como un yonqui y su camello, el hombre mantiene una distancia de dos metros, prudencial y respetuosa, sonriente pero sin intervenir ni quitarnos el ojo de encima. Todo bien y rápido. El importe lo llevo justo. Adiós, 'adéu, merci'.

Regreso al metro, al vagón transmutado en sauna atestada en este octubre con vocación de julio, pensado en la dificultad de educar a los hijos sin coserles las alas, coartarlos ni perderlos demasiado de vista. 

Soltar cuerda pero sujetándola con la muñeca atenta, como quien vuela una cometa, para dar el tirón si de repente una ráfaga de viento embiste con fuerza. 

Qué reto ser padre/madre, y más todavía en esta época atropellada y volátil, espoleada por internet y redes sociales, donde nada es lo que parece y los prejuicios se convierten enseguida en dogmas. Porque la supuesta compradora del libro rojo podría haber sido una pirada, una psicópata, un gracioso, qué se yo…

Rebeldes con poder

Con todos sus prodigios, como el de encontrar libros agotados o amigos nuevos, que vienen a ser lo mismo, la red de redes no solo presenta riesgos de fuera a dentro, sino también al revés. El otro día leía una entrevista a Jordi Royo Isach con motivo de la publicación de su libro ‘SOS Adolescents. El naufragi de la salut mental després de la pandèmia’ (Columna), donde el psicólogo explicaba el cambio que la irrupción de internet ha supuesto en la adolescencia, una edad siempre difícil.

Como los chicos son hoy nativos digitales, constituyen la primera generación que enseña algo a sus padres (vender zarrios por Wallapop, pagar con Bizum). Eso les otorga una potestad. Son rebeldes con poder pero eternamente insatisfechos.