PERSONAS MAYORES

Soledad: la epidemia silenciada que afecta a más de 5 millones de españoles

El Ministerio de Derechos Sociales trabaja en una Estrategia Nacional frente a la soledad no deseada, un tema que considera "prioritario"

Según datos de una reciente encuesta de la Fundación ONCE, el 80% de las personas cree que la soledad es un problema invisible

ONG como Solidarios para el Desarrollo llevan décadas acompañando a los mayores que viven solos: para Pilar, 77 años y casi sin visión, la llegada de Carlos es como una fiesta

Pilar Pérez y su voluntario, Carlos Albarracín

Pilar Pérez y su voluntario, Carlos Albarracín / Alba Vigaray

Nieves Salinas

Nieves Salinas

No hay peor soledad que la impuesta. La que uno no elige. La que siente un buen número de españoles, más de cinco millones según los últimos datos disponibles. Un manto de aislamiento que azota -con especial crudeza- a los más vulnerables, como los mayores. El Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 trabaja con las

comunidades autónomas

en una futura Estrategia Nacional frente a la Soledad no Deseada. "Es una prioridad", aseguran a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Desde las entidades urgen al Gobierno a que aborde con celeridad un problema de enorme calado y hablan un tabú entre los tabús: el "dejarse ir" de quien ya no tiene una red en la que apoyarse, una ilusión por la que vivir.

Por eso para Pilar Pérez Merino, madrileña de Chamberí, 77 años, sin apenas visión -siempre "sola, solita", repite como un mantra- los viernes son día de fiesta. Porque llega Carlos, su amigo, uno de los voluntarios que la ONG Solidarios para el Desarrollo despliega por la ciudad para combatir una epidemia que viene de lejos y cada vez es mayor. ¿Qué supone sentirse sola?. "Un sinsentido", zanja Pilar desde el sofá de su diminuto piso.

¿Cómo se dibuja un mapa de la soledad en

España

?. De entrada, faltan datos, se queja Lázaro González, psicólogo jubilado y presidente de la Comisión de Soledad no Deseada de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP). Porque precisa: no es lo mismo vivir solo que sentirse solo. Para calcular las cifras, tira de estimaciones. Como las últimas encuestas sociales europeas que calculan que el 8,7% de la población española se siente sola "con frecuencia" o de "forma permanente". 

En nuestro país hay casi 1.500.000 de mayores de 80 años y un alto porcentaje, se sienten solos.

Estos datos, advierte, son de antes de la pandemia. Lo que vino después ya todo el mundo lo conoce. Su entidad estima que el problema de la soledad afecta a más de 5,5 millones de personas en España. Explica González, por ejemplo, que en nuestro país hay casi 1.500.000 de mayores de 80 años y, un alto porcentaje -porque están enfermos, porque son dependientes, porque han perdido a sus parejas, porque sus familias viven lejos o porque ya no tienen a nadie, como Pilar - sienten esa losa que tanto pesa. Sucede en las ciudades. Pero también en las pequeñas poblaciones, en la España vaciada.

"Son personas que se sienten desprotegidas y ese sentimiento, en muchos casos, lleva a la depresión, a la pérdida de las ganas de vivir", dice Lázaro González.

A partir de ahí, Lázaro González vuelve a quejarse de falta de estadísticas. Y ojo. No sólo son mayores, puntualiza. Habla de otros colectivos. "Las personas que tienen alguna discapacidad -dos millones en nuestro país- son candidatas muy claras. Son personas que se sienten desprotegidas y ese sentimiento, en muchos casos, lleva a la depresión, a la pérdida de las ganas de vivir". Un estudio publicado el pasado junio por la plataforma SoledadEs (que depende de la Fundación ONCE) advierte que el 10,9% -lo que supondría más de 5 millones de personas- de quienes tienen entre 16 y 74 año asegura haberse sentido solos "frecuente o muy frecuentemente" durante el último año.

Algunas pinceladas de ese informe son: el 92,9% de los encuestados dicen que la soledad es un problema social importante; el 80% cree que es un problema invisible y el 87,2%, considera que es especialmente importante para las personas

mayores

; el 32,6% sitúa a las personas con discapacidad entre los dos grupos más afectados o el 72% de las personas piensa que debe ser una cuestión prioritaria para las administraciones publicas.

La pandemia que todo lo cambió

El detonante de que ese manto de soledad -que ya estaba extendido, entre otras cuestiones por el envejecimiento de la población- no de deje de cubrirlo todo es, cómo no, la pandemia. A Pilar el coronavirus le arrebató a María Teresa, su hermana. Aquello, relata Carlos, el voluntario que la visita cada viernes -durante dos horas que aprovechan al máximo para hablar, pasear, tomarse un café con leche en la terraza favorita de su amiga...- fue durísimo para ella. Aunque no vivían juntas, era su única familia y las circunstancias que envolvieron aquella muerte, fueron especialmente crueles: no podía verla y tuvo que hacerse cargo -con todas las limitaciones de salud que tiene- de los asuntos que María Teresa -con una pensión mínima de viudedad- dejó sin resolver. Lo más duro: pasar el duelo "sola, solita" en su pequeño piso de Chamberí.

Pilar, en el patio de su piso.

Pilar, en el patio de su piso. / Alba Vigaray

Con matices, porque, justo antes del estallido de la crisis sanitaria, Carlos Albarracín llegó como aire fresco. Durante meses, por teléfono, entretuvo a la mujer, encerrada en su casa. Luego, ya, acudiendo a su domicilio. Por eso, relata una Pilar risueña y enérgica, castiza y simpática, el apoyo del chico lo es "todo" para ella. Además, dos días a la semana, cuenta con ayuda a domicilio. Para la limpieza del piso y ayudarle en la ducha. Lo suelta con mucho desparpajo mientras se disculpa por hablar tanto. "Y lo raro es que luego, cuando se van, con lo que suelto, no me da por hablar sola", bromea.

El tiempo con Pilar

¿Qué es para Carlos pasar tiempo con Pilar?. "Brutal", responde este argentino de 33 años, afincado en Madrid desde hace siete, camarero en un hotel -además de maquillador en cortometrajes- que se apuntó al programa de Solidarios porque siempre había querido hacer algo así. Quizá porque, también solo en España, añoraba a esa abuela que le crio en su país. Las estimaciones de Solidarios para el Desarrollo, que llevan años trabajando a pie de campo, es que un 20% de los mayores viven solos. En sus programas de mayores, el de acompañamiento en domicilio ya tiene lista de espera. Lo cuenta José Luis Pol, técnico de la entidad en

Madrid

. Necesitan voluntarios. Más en verano.

En 2021, los programas de Solidarios -mayores, sin hogar, salud mental y prisiones- tendieron la mano a 2.586 personas en situación de vulnerabilidad

En 2021, Solidarios contó con 680 voluntarios en sus cuatro sedes: Granada, Madrid, Murcia y Sevilla. Sus programas de voluntariado -mayores, personas sin hogar, salud mental y prisiones- tendieron la mano a 2.586 personas en situación de vulnerabilidad. Pilar lleva desde 2014 en el programa de acompañamiento de la ONG. Que Carlos vaya a su casa una vez por semana le mantiene conectada con un exterior que cada vez pisa menos. Por sus problemas de visión, por miedo a caerse...Porque ya no le queda nadie. Si acaso, explica divertida, esa prima de noventa y muchos que está sorda y la otra de noventa y pocos que está "más pallá que pacá".

El dejarse ir

"La mortalidad aumenta entre las personas solas", asegura Lázaro González quien llama la atención sobre otro hecho dramático. Tabú entre los tabús. Se remite al informe que elabora anualmente el Observatorio del Suicidio en España -de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio-, en base a los datos de las Estadísticas de Defunción por Causa de Muerte publicadas por el INE. En 2020 fallecieron por suicidio 3.941 personas en España: un 74% de ellas varones (2.938) y un 26% mujeres (1.011). En mayores de 80 años, las tasas han aumentado en un 20% respecto al año anterior. "No tengo datos de cuántos se deben a esa soledad no deseada. Pero podemos suponer que una gran parte. Una persona que se siente sola y que no quiere estar sola, de alguna manera sufre un sentimiento de abandono, de que no sirve, de dejarse ir...", incide.

Sobre la futura estrategia en la que trabaja el Gobierno, la Plataforma de Mayores y Pensionistas urge a que se avance por la magnitud del problema.

Sobre la futura estrategia en la que trabajan Gobierno y comunidades, González señala que lo primero que hay que hacer es saber cuántas personas de las que viven solas, sienten soledad. Una vez conocida la dimensión del problema, el Gobierno debe ponerse manos a la obra. "A nivel estatal no se ha avanzado. Ya antes de la pandemia, en diciembre 2019, el Imserso hizo un documento sobre este tema que, después, se paralizó. Ahora mismo se está debatiendo, pero, aunque quieren que esté para finales de año, no hay ni borrador", explica.

Detalles de recuerdos en la casa de Pilar Pérez.

Detalles de recuerdos en la casa de Pilar Pérez. / ALBA VIGARAY

Desde el departamento que dirige Ione Belarra - que aprobaba a finales de junio un nuevo modelo de cuidados, que aboga por la atención domiciliaria, pone fin a las macroresidencias y acabar con las polémicas sujeciones en los centros sociosanitarios- indican a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que la soledad no deseada "constituye en este momento una prioridad" que se abordará a través de la futura estrategia. Tras llevar a cabo "un diagnóstico situacional para conocer cuál es el punto de partida sobre el que construir la estrategia nacional, hemos puesto en marcha un proceso amplio de consulta para nutrirla".

El Ministerio detalla que se han lanzado dos consultas en paralelo: una dirigida a asociaciones y fundaciones y otra, formada "por actores de investigación como universidades, colegios profesionales y sociedades científicas". Además, abundan, recogerán también las aportaciones del sector privado. "Y, por supuesto, será imprescindible la reflexión con otras administraciones estatales, regionales y locales", señalan.

Más solos, más enfermos

¿En qué medidas específicas se concretará ese documento?. De momento, no se sabe. Es verdad que algunas

comunidades

han desarrollado en los últimos años sus propias iniciativas. Porque, lo que sí se sabe, es la repercusión de la soledad en la salud física y psicológica de las personas mayores cuando se convierte en un estado crónico y persistente. Y cómo afecta a los mecanismos neurobiológicos al igual que ocurre con el miedo o estrés, como incrementa la hipervigilancia, se relaciona con depresión, ansiedad, problemas de alimentación e incremento de ideas suicidas.

Los expertos en geriatría insisten: si se quiere abordar el problema en el ámbito comunitario, no se puede partir de un listado de las personas que viven solas que, en la

Comunidad de Madrid

, son 276.000 personas, lo que supone que uno de cada cuatro mayores de 65 se encuentra en estado de soledad, según los últimos datos de la Consejería de Familia, Juventud y Política Social.

"No queremos ser un parche. Es un problema social. Nosotros cubrimos lo afectivo", señalan desde Solidarios para el Desarrollo.

Cuando las administraciones no llegan, que sucede a menudo, por la puerta entran organizaciones como Solidarios para el Desarrollo, más de 30 años de historia de voluntariado. En las calles con las personas sin hogar, en las prisiones o atendiendo a esos mayores que necesitan arrope, cariño y charla. Saber que están vivos. Desde la entidad, aclaran: "No queremos ser un parche. Es un problema social. Nosotros cubrimos lo afectivo". Pero lo cierto es que son las propias administraciones locales las que, cada vez más, les contactan para resolver algo que va mucho más allá de la ayuda a domicilio: el acompañamiento.

Pilar Pérez se abanica junto a su voluntario, Carlos Albarracín, en su casa de Madrid.

Pilar Pérez se abanica junto a su voluntario, Carlos Albarracín, en su casa de Madrid. / ALBA VIGARAY

Cuando Carlos va a la casa de Pilar, fundamentalmente, la escucha. Que para ella lo es todo. Con mucha paciencia, aclara esta mujer chiquita que siempre vivió con sus padres en el mismo piso de Chamberí, donde nació y en el que sigue. "Soltera y solita", ríe una vez más. Para las fotos, coqueta, se saca el dispositivo de emergencia que siempre lleva colgado y que, en caso de necesitarlo, debe pulsar para que acudan a atenderla. La auxiliar de ayuda a domicilio tiene una llave de su casa.

Cuenta Pilar que desde muy niña -cuando la llamaban "Pilina"- arrastró graves problemas de visión y que odiaba ponerse las gafas de "culo de vaso"; que llegó a trabajar de administrativa en General Eléctrica; que luego entró en la ONCE y que quiso mucho a sus padres -"eran tan buenos...", repite a menudo-; que la vida -sin ellos- siguió su curso con su hermana Teresa; que llegó a estar unos meses en una residencia, pero apenas podía pagarla con su pensión de 1.000 euros y, además, no le gustaba o que apenas conoce a sus vecinos. Dice que no le gusta estar sola. Pero lo sobrelleva. No le queda otra. "Es un sinsentido", zanja.