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Del respaldo al rechazo: las dos caras trans en 2022

Eric y María lo contaron a los 16 años. Él recibió apoyo y amor, ella acabó en un centro de menores. El colectivo trans sigue reclamando derechos, porque aún hay jóvenes que duermen en pisos de acogida tras ser expulsados por sus padres

Eric, chico de 17 años que esta transicionando.

Eric, chico de 17 años que esta transicionando. / MIGUEL ÁNGEL MONTESINOS

María recuerda cómo denunció a sus padres con 16 años después de que le reventaran un jarrón de cristal en una pierna que acabó con un corte de varios centímetros de profundidad. Las discusiones y amenazas en casa eran cada vez más frecuentes y violentas, dejaron de apoyarla en todo lo que hacía y más de una vez su instituto tuvo que intervenir para protegerla. Su familia llegó a desearle que se quitara la vida. Pasó los siguientes años en el centro de menores de Buñol. El delito de María: ser una mujer trans. 

Eric también descubrió que era un hombre trans a los 16. Pero su historia es bien distinta. Acudió al sexólogo y su padre le apoyó desde el minuto uno. "En ese momento vi luz", cuenta mientras sonríe. Se lo dijo a su familia, a sus abuelos, y a sus amigos cuando veraneaba con ellos en el pueblo. Enseguida le llamaron en masculino y lo aceptaron tal y como es. Eric tiene 17, María tiene 20. Él creció feliz y apoyado, con mucho amor. Ella cobra la Renta Valenciana de Inclusión y desde los 16 buscó la forma de escapar de su casa. Es tan joven como independiente, vive y estudia una carrera sola. Sus padres, que siguen hablándole por un nombre masculino que ella repugna, ni siquiera le ayudaron a matricularse. Eric puede salir en las fotos de este reportaje con una sonrisa. A María hay que protegerla y contar su historia con un nombre ficticio. 

Las personas trans quieren ser visibles. Reclaman derechos y unas vidas dignas. Porque a las puertas de la aprobación de una nueva ley trans estatal que garantiza y blinda protección, aún hay jóvenes expulsadas de sus casas por querer ser quienes son. Y todavía hay gente que ofrece sus pisos como casas de acogida para chicos y chicas que se quedan en la calle y a las puertas de la ruina. Una de ellas es la de Kristal Calvo. 

Ella vive con su hija adolescente y ofrece, cuando es necesario, un sitio para quedarse a las personas trans que se ven sin nada. Porque a ella le habría gustado que hicieran lo mismo. La última persona que acogió fue el año pasado. Fue expulsada de su casa en Madrid y se vio en la calle. "Me llamó una amiga y me contó la situación, y como tengo una habitación libre accedí para que se quedara un par de meses. Le dije que se olvidara de todo, que se recompusiera. Le sacamos el SIP en el centro de salud del barrio y le acercamos a las oficinas Orienta de la Generalitat (de asesoramiento al colectivo LGTBI)", cuenta Calvo. Después de unos meses, esa persona salió de casa. Como Alan, otro hombre trans de Burjassot que acogió a un chico de 20 años expulsado de su casa en 2021. La realidad todavía es así de dura para algunas personas. 

Lo ve Nhabi Iturbide, voluntaria del grupo trans de Lambda, participa en uno de los planes de emergencia social en los que reparten alimentos y proporcionan lugares para higiene. "La mayoría de los que vienen son personas trans, algunos días son todas, y sobre todo mujeres", cuenta. Se trata de personas que, por vergüenza, no acuden a otros lugares para solicitar ayuda porque "no quieres que en la cola del banco de alimentos alguien te grite o te saque del armario", asegura. En su labor de voluntaria Nhabi se ha encontrado a menores y "personas de 18, 19 o 20 años" en situaciones muy precarias. Con los menores hay un marco legal, pero después hay "gente a la que no le ha dado tiempo a tener sus estudios, trabajo, ni alternativas a la familia y que corren el peligro de acabar cayendo en la prostitución por necesidad, como muchas", lamenta. Así que buscan casas como la de Kristal, alguna alternativa transitoria para que esa persona no acabe en la ruina por el simple hecho de ser transgénero. 

La vida y la realidad de una persona trans es muy distinta si te apoya o no tu familia, pero más allá de eso el contexto socioeconómico sigue siendo oscurísimo para el colectivo. Según una investigación realizada por la European Union Agency for Fundamental Rights (FRA, por sus siglas en inglés), el 77% de las mujeres trans ha sufrido discriminación a la hora de buscar empleo. De las que están trabajando, el 34% ha sido discriminada en el entorno laboral y más de la mitad ocultan su identidad en la vida diaria. La tasa de paro en el colectivo transexual roza el 80%. 

"Mis compañeros de instituto me aceptaron, pero aún hay profesores que se siguen refiriendo a mí en femenino"

Es una información que María y Eric tienen y cada uno la afronta, en el caso de ella sin la presencia de sus padres. "Yo no veo que los esté dejando, todo lo contrario, me dejaron ellos a mí. Tienen mi número y les he dicho que me pueden llamar y me pueden acompañar siempre que quieran, nunca les he echado de mi vida. Son mis padres, los quiero, pero yo me tengo que querer un poquito más", cuenta. Dice que denunciarles no fue nada fácil, pero al final, tras varias recomendaciones de los servicios sociales y al verse sin salida, tuvo que hacerlo. Sus padres siguen llamándola en masculino a pesar de que lleva un año con hormonas y diagnosticada por el sexólogo del hospital Doctor Pesset. Dice que da mucho miedo, pero "priorizas". "Estoy en paz. Prefiero estar contenta con mi transición y vivir debajo de un puente que volver a mi casa y no poder hacer nada", relata. 

Eric todavía está en el instituto y sueña con estudiar Bellas Artes. Cuenta que, después de contárselo a sus amigos y familiares, lo visibilizó en una publicación de Instagram para que todo el mundo lo supiera. Desde ese día todos los chicos de su edad le hablaron en masculino y el centro siguió el protocolo de Educación para tratarle por su sexo sentido. Aún así, cuenta, "hay algunos profesores que ‘se equivocan’ y me siguen llamando por mi antiguo nombre en femenino". "Es como si te pincharan, no es nada agradable que te llamen así", remarca. María define esa situación, la que vivía con sus padres en casa, como "asco, un momento de desvinculación muy fuerte, no es que te estén insultando, pero te ofenden mucho", relata. 

La tasa de paro de las personas trans es del 80% y el 77% sufrieron discriminación a la hora de buscar trabajo

Y no es la única situación de transfobia que viven ambos en su día a día. María recuerda las veces que le han llamado "travelo", y sabe que quizá de aquí al metro alguien le puede gritar algo, "pero yo no soy de callarme, todo lo contrario", cuenta. Eric también tuvo algún caso similar con unos miembros de su falla, que tuvo que abandonar por culpa de estos comentarios. Iturbide explica desde su experiencia que "cualquier trámite administrativo que tengas que hacer a veces se te pone en duda aunque ya tengas los documentos cambiados" y explica comentarios que sufre en la calle como "¿Es un tío o una tía?", incluso "mujeres que cogen a su hija y la apartan cuando estas pasando como si fuera a pasar algo", lamenta. Además, está siempre el peligro, como dice María "de que una noche de fiesta te rodeen seis tíos y decidan hacerte algo. Y claro, ellos son seis. Ese peligro siempre está ahí, y alguna vez he pasado cerca de esa situación. Pero si tuviera en cuenta eso nunca saldría de casa". 

Aunque la ley trans valenciana es una de las más avanzadas de España en despatologización y acceso al cambio de documentos, la situación de María se complica más al tener origen francés. Sin nacionalidad española, algo que está intentando porque lleva la mayor parte de su vida en España, no hay forma de cambiar el nombre y género en tus papeles. Aunque explica que en su universidad sí que es posible hacerlo para la tarjeta y documentos escolares sin mayor problema. A ella, como a Nhabi, las han discriminado a la hora de encontrar trabajo. "No te van a decir directamente ‘no te contrato por ser trans’ pero buscando trabajo de dependienta sí que me contestaron que querían a alguien ‘que no impactara a la vista’", dice María. Iturbide cuenta que le pusieron problemas "porque había un vestuario para cambiarse y podría generarse algún ‘conflicto’ con el resto de trabajadoras". 

Incluso entre los jóvenes, a quienes se les presupone más conocimiento en el tema, sigue habiendo falta de información. "Me ha pasado muchas veces cuando salgo de fiesta con mis amigas y me presentan a un chico. Se dedican a hacerme 300 preguntas superincómodas y se les nota que no saben nada del tema trans. Tienen internet, mil documentales y libros, si de verdad les interesa pueden empezar por ahí. Al final queremos que nos traten como a cualquier otra persona, no estar continuamente respondiendo preguntas de gente que no conocemos", dice María.