AGUJERO NEGRO

El agujero negro fotografiado en el centro de la Vía Láctea: ¿cómo se consiguió?

Una red internacional de astrónomos publica el primer retrato del monstruo gravitatorio situado en el centro de nuestra galaxia, a 26.000 años luz de la Tierra

La primera imagen de Sagitario A*, el agujero negro en el centro de la Vía Láctea.

/ ZML

Valentina Raffio

En el centro de nuestra galaxia, a unos 26.000 años luz de nuestro planeta madre, hay una parcela del cosmos donde la fuerza gravitatoria es tan y tan fuerte que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de ella. Se trata del agujero negro supermasivo Sagitario A* (o SgrA*, con asterisco final, sí); un monstruoso objeto astronómico en el medio de la Vía Láctea con una masa equivalente a cuatro millones de veces la de nuestro Sol. Su existencia fue detectada por primera vez 1974, pero no ha sido hasta hoy, casi cincuenta años más tarde, que por fin hemos podido ver su sombra. Un equipo internacional de científicos, con varios españoles entre sus filas, ha presentado este jueves la primera fotografía del agujero negro supermasivo más cercano a la Tierra.

La imagen ha sido captada gracias al consorcio internacional conocido como Telescopio Horizonte de Sucesos (EHT, en sus siglas en inglés); una red global de ocho instrumentos científicos de altísima precisión que, trabajando de manera sincronizada, han conseguido emular la potencia de un "gigantesco telescopio virtual" del tamaño de nuestro planeta. Para que se hagan una idea de la magnitud de este instrumento, el 'equivalente terrestre' sería tener una cámara con la suficiente resolución para poder leer un periódico en Nueva York desde una cafetería en París. O para fotografiar desde Barcelona una pelota de golf situada en las costas de Groenlandia. O retratar una naranja en la superficie de la Luna.

En España, el logro ha sido anunciado desde la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de la mano del equipo de científicos españoles que ha participado en el descubrimiento histórico. El evento ha contado con la participación de la presidenta del CSIC, Rosa Menéndez, así como del director del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), Antxon Alberdi y los investigadores Rocco Lico, Ilje Cho, Guang-Yao Zhao, Thalia Traianou y Antonio Fuentes, del IAA-CSIC; Iván Martí Vidal, investigador de la Universidad de Valencia; y Miguel Sánchez Portal, director del Instituto de Radioastronomía Milimétrica.

Instantáneas imposibles

El primer retrato de Sagitario A* es, en realidad, una imagen de su sombra. O mejor dicho, de los objetos que rodean este pozo gravitacional. Dado que el epicentro de este objeto astronómico es técnicamente imposible de retratar (pues si no hay luz tampoco hay fotografía posible), la imagen de este agujero negro recoge la estela de los objetos que orbitan a su alrededor. Como el pequeño conjunto de estrellas que viajan 1.500 kilómetros por segundo en los confines de este agujero negro y que, conforme se acercan al pozo, corren todavía más rápido. O el disco de gas que rodea este gigante situado al centro de la Vía Láctea.

La primera instantánea de Sagitario A*, presentada este jueves en una batería de ruedas de prensa simultáneas en todo el mundo, debuta tan solo tres años después de la publicación de la primerísima imagen jamás obtenida de un agujero negro. A principios de 2019, el mismo equipo científico que protagoniza la noticia del día presentó la imagen (hasta entonces inédita) del 'monstruo gravitacional' situado en el centro de la galaxia elíptica Messier 87, a unos 50 millones de años luz de la Tierra.

Tras la publicación de la imagen del agujero negro al centro de la Vía Láctea, ya son dos las instantáneas que disponemos de unos enigmáticos objetos celestes que, hasta hace un puñado de años, solo había probado su existencia sobre el papel. En 1921, el físico alemán Albert Einstein predijo, en su teoría de la relatividad general, la presencia de unos lugares en los que el tejido del espacio-tiempo se distorsiona de tal manera que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de ellos.

Durante casi cien años, la única manera de probar la existencia de los agujeros negros era a través de pruebas indirectas que mostraran que, efectivamente, había algo que deformaba la malla espacial. Pero la publicación de las primeras imágenes de estos monstruos masivos confirma, de manera inequívoca, la existencia de estos objetos astronómicos. También corrobora que el marco teórico que ha guiado el estudio del universo en las últimas décadas sigue siendo válido.