LIBRERÍA PÉRGAMO

Cierra la librería más antigua de Madrid, abierta en 1945: "Me gustaría que siguiera, pero se gana tan poco con los libros..."

El local fue abierto por Raúl Serrano, un catedrático en Derecho represaliado por el franquismo, en el barrio de Salamanca

Lourdes (80 años), que lleva la tienda ahora, y su hermana, Ana (72), liquidan el negocio ante la caída de ventas por el comercio electrónico

Lourdes (80 años) y Ana (72 años), dueñas de la librería Pérgamo, la más antigua de Madrid, fundada por su padre.

Lourdes (80 años) y Ana (72 años), dueñas de la librería Pérgamo, la más antigua de Madrid, fundada por su padre. / Roberto Bécares

Roberto Bécares

Roberto Bécares

Un cartel fluorescente anunciando que "se alquila" luce desde hace pocos días en el escaparate de la Librería Pérgamo, el comercio de libro nuevo más antiguo de Madrid. Fue abierta en 1945 por Raúl Serrano Vázquez, catedrático de Derecho represaliado por la dictadura de Franco por fundar la Juventud Comunista de Aragón y que encontró en la venta de libros una ventana de oportunidad para continuar el camino de la divulgación después de que le arrebataran la cátedra. "No fue a la cárcel de chiripa".

Sus hijas, Lourdes (80 años) y Ana (72 años), ven imposible ya continuar con el negocio 76 años después de su apertura en la calle General Oraá por el declive del establecimiento debido al libro y el comercio electrónicos.

Tras tener que abandonar la cátedra, Raúl y su mujer ganaron algo de dinero pasando a máquina tesis doctorales de amigos. "En aquella época pasaron mucha hambre y estaban muertos de miedo". Tras tres años de penurias, con la ayuda económica de un matrimonio muy amigo de ellos, consiguieron poner en marcha la librería.

Rápidamente Pérgamo se convirtió en una referencia del barrio de Salamanca -en sus días era papelería también-, aunque, como recuerda Ana, cuando se abrió el local, en la cercana María de Molina no había nada, "era un montículo en las afueras de la ciudad. Esto era el extrarradio".

"Aquí venían a comprar los libros de texto de todos los colegios de la zona, del Estudio, del Ramiro de Maeztu...", describe Ana mientras no dejan de pasar clientes y curiosos atraídos por el cartel de "Liquidación": "Hemos dejado todos los libros al precio de coste, un 30% más baratos; si es que se gana poco con los libros. Ya mi hermana está mayor para continuar y ya no vende como antes".

El negocio en su día fue tan próspero que un piso que la familia tenía muy cerca del local era usado de almacén, para guardar todos los libros.

"Qué pena que vayan a cerrar", es la frase más repetida entre los clientes, que abarrotan la tienda nerviosos en busca de este u otro libro no se lo vayan a quitar. En los estantes, desde los grandes clásicos, en ediciones de los años 70 u 80, a la saga completa de Juego de Tronos: Canción de hielo y fuego.

Cierra la librería Pérgamo, la más antigua de Madrid, abierta en 1945

Cierra la librería Pérgamo, la más antigua de Madrid, abierta en 1945 / ROBERTO BÉCARES

Con 84 metros cuadrados, la librería, que llegó a dar de comer a cuatro familias, luce con el orgullo que da a veces el tiempo a las cosas bien hechas las robustas estanterías de castaño que cubren toda la estancia principal. "Son una maravilla", asegura Ana, que suele venir, a veces junto a sus hijos, a ayudar a su hermana en las épocas de más trabajo.

Lourdes no da abasto para atender a tanta clientela y las continuas llamadas de teléfono, que no paran desde el sábado, cuando anunciaron la liquidación por cierre. "Ese día ya hicimos 2.000 euros de caja", afirma Ana en la trasera de la librería, en el cuartillo donde se encuadernaba y que está adornado por retratos de Miguel Hernández y Ernest Heminghway. En una de las pequeñas estancias han llegado a celebrarse hasta conciertos de cuerda.

"Para mí es como si mis padres volvieran a morir con el cierre. Es otro sitio más que cierra en el que ellos no van a estar. Ellos se dejaron la vida trabajando aquí; fíjate, yo cuando era pequeña me quedaba siempre aquí dormida en la trasera entre cojines y ya me despertaba en casa al día siguiente. Mi padre me llevaba en hombros", señala Ana, que afirma que el negocio comenzó a entrar en declive cuando dejaron de vender libros de texto, en 1988. Aquellas ventas de agosto y septiembre eran los ingresos principales del curso.

"Se formaban colas enormes en la puerta de las familias al principio de curso. Yo ayudaba a hacer los hatillos de los libros de casa curso", rememora la mujer, que no fue al colegio, pero luego estudió Música en el conservatorio.

Aunque una inmobiliaria ha recomendado que el local, que cuenta con la entrada principal, dos pequeñas habitaciones y un baño, se alquile por 2.800 euros al mes lo han dejado en 2.600. "Es que nos gustaría que siguiera siendo una librería, y como se gana tan poco con los libros... Es que de pensar que puede ser una cafetería de esas que hay por aquí se me ponen los pelos de punta, sería horroroso".

Pérgamo no es la única emblemática librería que ha echado el cierre en los últimos años en Madrid. En 2019, la icónica librería de Nicolás Moya, ubicada en la calle Carretas de Madrid desde 1862, también cesó su actividad ante la imposibilidad de mantener el negocio por culpa de la crisis y las ventas online.

Era el único negocio centenario que se mantenía en la céntrica calle Carretas, que une la Puerta del Sol y la Plaza de Jacinto Benavente. Nicolás Moyá fue la primera librería española especializada en el «arte de curar», la medicina. Un año después, echó el cierre la Librería Los Editores, muy cerca del parque del Retiro.

Desde la asociación de libreros, sin embargo, aseguran que ha sido un buen año para el sector, ya que, a nivel nacional, han abierto 50 nuevas tiendas de libros por las 41 que han cerrado.

Las ventas, de hecho, según la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, habían aumentado un 20% este 2021, aunque en el sector esperan que ascienda al 30% estas Navidades.

 Desde El Gremio de Librerías de Madrid destacan que hay varios motivos para la buena salud del sector: recuperación del hábito lector durante el confinamiento, creación de nuevas comunidades online por parte de las librerías, emprendimiento de gente joven comprometida con la cultura, apoyo renovado al comercio local en los barrios, creación de empleo, digitalización de los negocios...