VIOLENCIA EN LAS CÁRCELES

Las agresiones a los trabajadores de prisiones se agravan en octubre

Un homicidio frustrado en Cuenca, una agresión sexual en Jaén, una paliza en Logroño o una pelea en Lleida son algunos de los incidentes que se han sucedido en las últimas semanas

Un preso intenta retener a su maestra tras hacerla víctima de una agresión sexual en la cárcel de Jaén, el 22 de octubre.

Un preso intenta retener a su maestra tras hacerla víctima de una agresión sexual en la cárcel de Jaén, el 22 de octubre.

Juan José Fernández

Cuando quiso darse cuenta, la profesora encargada de alfabetizar a los presos del módulo 5 de la cárcel de Jaén estaba siendo agarrada por la nuca entre su mesa y la pizarra. Un preso corpulento trataba de aproximarla a sus genitales, después de habérselos sacado del pantalón cuando ella entraba en el aula. "Ven acá, chúpamela", le decía.

Ocurrió el 22 de octubre. La agresión sexual apenas duró lo que tardó ella en resistirse, zafarse y huir. En el centro penitenciario creen que el interno, condenado hace 10 años en Córdoba por delitos repetidos de violencia de género, estaba drogado; en el vídeo de la cámara de seguridad al que ha tenido acceso este diario se le ve decidido a completar su ataque, pese a que otros tres presos lo presencian en la sala. De hecho, cierra la puerta del aula atrapando a la profesora dentro y trata de echar a uno de los testigos.

El sucedido en Jaén no es el último pero sí uno de los casos más graves de agresión al personal de las prisiones. La maestra está de baja. Empleada por la Junta de Andalucía, había empezado este curso a dar clases en la cárcel jienense a presos sin graduado escolar. Cuando consiguió salir de la trampa, con ayuda de un interno de confianza, aún el agresor la agarró del brazo intentando volver a meterla en el aula y le gritó por el pasillo: "Como digas algo, te mato".

La Guardia Civil investiga el caso desde que recibió denuncia, el pasado 26 de octubre. La repetición de incidentes con lesiones en las cárceles incrementa la tensión entre los funcionarios este otoño. La pasada semana, los dos principales sindicatos penitenciarios, Acaip-UGT y CSIF, denunciaron que se produce una agresión a un funcionario cada 36 horas, y que ya van 3.609 con heridos en cinco años. La incidencia sufre un aumento relativo: se mantiene pese a que en el último lustro la población reclusa se ha reducido en 1.300 individuos, y en algo más de 7.000 desde diciembre de 2011. En el recuento de diciembre de 2020 había 55.180 presos en toda España, 7.880 en cárceles catalanas.

En las prisiones de la Generalitat, según datos de la Secretaria de Mesures Penals, 2020 terminó con 188 agresiones a funcionarios con lesiones leves y 28 graves. A mitad de este año, ya iban 96 de las primeras y 20 de las segundas.

Botón del pánico

El pasado octubre se contaron 11 agresiones en las cárceles de Albocàsser, Puerto II, León, Huelva, Algeciras, Murcia II, Topas y Cuenca, además del de Jaén. Este último pudo haber sido mucho peor: “La maestra se ha librado de milagro. En caso de violación no podría haber recibido ayuda a tiempo, porque en el módulo solo había dos funcionarios; uno, revisando las celdas, y el otro en la oficina”, relatan fuentes penitenciarias. En el módulo 5 de Jaén residen internos peligrosos. Varias veces los profesores que dan clases allí habían pedido impartirlas en el aula del Área Sociocultural, que está vigilada, pero la dirección, según las mismas fuentes, creyó inseguro juntar a los presos del 5 con otros. Por eso las clases se dan en pequeñas salas del módulo, junto al pasillo de duchas; y por eso a la profesora le habían dado un botón del pánico.

El agresor sexual de la cárcel de Jaén fue posteriormente reducido por funcionarios. A uno de ellos le causó también lesiones. Su agresión a la maestra se verá como causa penal de atentado a la autoridad; el ataque al funcionario de prisiones, como sanción administrativa, pues no tiene el rango de autoridad.

El pasado sábado, una trabajadora del Centro Penitenciario de Logroño fue llevada al hospital después de que, durante un traslado, una presa la lanzara contra la pared. Sufre contusiones y ha perdido dos dientes. Es el último incidente grave registrado.

Una semejanza relaciona este caso y el de Jaén: en ambos el agresor o agresora habían sido trasladados de otro centro en el que ya habían mostrado su agresividad. El acosador de Jaén estaba en segundo grado, sin las medidas de especial vigilancia del primer grado que propuso para él la Junta de Tratamiento de la cárcel de Archidona, relatan las fuentes consultadas. El informe no fue atendido; el interno fue trasladado de la prisión malagueña a la jienense.

La presa de Logroño, en su anterior cárcel, la de Pamplona, de un nivel de seguridad más alto, había agredido a dos trabajadoras y un funcionario. Tampoco retrocedió a primer grado: fue trasladada a Logroño, una prisión menos dura.

Un cristal en el cuello

Para este miércoles, los trabajadores de las cárceles están llamados por Acaip-UGT y la CSIF –las dos centrales en pleno conflicto colectivo con la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias- a concentrarse de 12 a 12.30 ante las subdelegaciones del Gobierno para mostrar su repulsa al ataque sucedido en Logroño. En Catalunya, a su vez todos los sindicatos penitenciarios –Acaip, UGT, CCOO, IAC CATAC, Intersindical y CSIF- han suscrito un manifiesto de protesta por la situación que se vive en el Centro Penitenciario de Ponent (Lleida).

El 31 de octubre, un jefe de Unidad de esa cárcel fue evacuado herido grave por la agresión de un interno desequilibrado. Este pasado fin de semana, en el peligroso módulo 6, los funcionarios evitaron “una pelea multitudinaria entre diferentes bandas de internos en la zona de las escaleras”, lugar “donde no hay ningún tipo de seguridad ni control por cámara”, relata el manifiesto. Esta semana la mayoría de funcionarios de ese módulo ha pedido traslado.

Entre las medidas que exigen los vigilantes catalanes, está la de “acabar con el aumento desproporcionado de internos con problemas psiquiátricos que ocasiona un incremento de las situaciones de riesgo que ponen en peligro la vida de otros internos y de los funcionarios”.

Está por verse si responde a ese peligro o tiene menos atenuantes el vivido por un jefe de servicios de la cárcel de Cuenca el 27 de octubre. El caso pudo acabar en muerte. El relato del parte, al que ha tenido acceso este diario, desborda el tono burocrático: “Cuando los funcionarios entran en la celda, el interno, totalmente descontrolado, agresivo y al tiempo que grita ‘os voy a matar, hijos de puta’, se abalanza sobre ellos portando cristales afilados (…) el interno logra alcanzar el cuello del Jefe de Servicios, profiriéndole un corte por el que comienza a sangrar abundantemente…”