Premios Princesa de Asturias

Felipe VI pide una "defensa firme y constante" de los "frágiles" valores democráticos

La Princesa Leonor, emocionada en su segundo discurso: “En Asturias mi hermana y yo nos sentimos como en casa”

Regreso por todo lo alto al Teatro Campoamor de los Premios Princesa de Asturias

/ Agencia ATLAS | Foto: EFE

EP

La vida volvió esta tarde al teatro Campoamor. Los premios Princesa de Asturias, celebrados el año pasado de forma extraordinaria en el hotel de la Reconquista por las restricciones contra el coronavirus, volvieron a lucir esta tarde en todo su esplendor reconociendo lo mejor de la ciencia, la investigación, la cultura y el deporte. La gala de entrega de los galardones, presidida por la Familia Real al completo, tuvo en todo momento presente a los vecinos de La Palma, la isla canaria afectada desde hace semanas por una destructora erupción volcánica a la que el propio Rey Felipe VI dedicó mandar un afectuoso “no os dejaremos solos”.

El monarca dedicó gran parte de su discurso a celebrar la vuelta a la normalidad pero llamó a no olvidar las lecciones de la pandemia. “Hemos regresado al Teatro Campoamor; a nuestro escenario de siempre; a nuestros recuerdos de 40 años; a nuestra mejor tradición e historia. Lo hacemos con toda la ilusión de recuperar este espacio solemne, imponente, y también acogedor e inspirador”, afirmó.

Felipe VI insistió en que “hemos vivido en unas circunstancias que, hasta hace poco tiempo, eran desconocidas para todos. Los cambios que están afectando al mundo se están produciendo con una rapidez mucho mayor —me atrevo a decir— que la capacidad del ser humano para aceptarlos, comprenderlos y asimilarlos”, sentenció haciendo hincapié en que hechos históricos como la pandemia del coronavirus “transforman sociedades, provocan desequilibrios y generan tensiones”. Esta crisis nos ha hecho ver de nuevo una sociedad española fuerte, responsable, madura, solidaria y con gran capacidad de superación”, recalcó.

“Ante todos estos cambios, no podemos detenernos. Rendirse no es una opción, nos decían los sanitarios en los peores momentos de la pandemia. Desfallecer o conformarse no es una alternativa. Es preciso seguir adelante”, arengó. Solo así se podrá volver al tiempo en el que podíamos “abrazarnos, darnos la mano y acercarnos a conversar”.

En momentos decisivos para nuestro futuro como los que atravesamos, necesitamos la serenidad y el sosiego que den firmeza a nuestros pasos. En ese camino que hoy, simbólicamente, reemprendemos en el Teatro Campoamor no podemos tampoco olvidarnos de nuestras raíces, de nuestras referencias, de todo lo que ya hemos recorrido como sociedad, y de los fundamentos de nuestra convivencia en paz y libertad”, enfatizó poco después de destacar los valores que representan todos y cada uno de los premiados en esta edición de los Princesa de Asturias.

“Nos han advertido de la fragilidad de los valores democráticos, que no nos vienen dados; y cuyo vigor y vigencia demandan siempre una defensa firme, permanente, constante y consciente. De que la fortaleza y seguridad de un mejor futuro dependen de la responsabilidad, del cumplimiento del deber que a cada uno le corresponde, de la solidaridad y de nuestra cohesión”, concluyó poniendo como ejemplo a los sanitarios del valor y el esfuerzo que ayudarán a trabajar por un futuro mejor.

La princesa Leonor se mostró emocionada en su segundo discurso en los premios que llevan su nombre y citó a los premiados como un ejemplo de obra y vida “que me ha motivado aún más en mi tarea de formarme y estudiar”. “Estudiar y observar vuestra obra, queridos premiados, me ilusiona y me llena de fuerza para seguir asumiendo mis responsabilidades y trabajar siempre con el mayor compromiso”.

José Andrés

Uno de los discursos más esperados por lo “mediático” del premiado fue, sin duda, el de José Andrés. El cocinero asturiano fundador de la ONG World Central Kitchen, premio Princesa de Asturias de cooperación internacional, también fue el que más tiempo habló tras la recepción del reconocimiento. Su discurso, emotivo y reivindicativo a partes iguales, se podría resumir con una de sus primeras frases. “Las personas sin voz y sin rostro necesitan a personas que las cuiden”, afirmó haciendo además hincapié en que “esas personas no quieren nuestra limosna, quieren nuestro respeto y su dignidad. Y ese es el poder que tiene un plato de comida”.

José Andrés, emocionado en varias ocasiones durante una intervención que llega tras una semana intensa en la que toda Asturias le ha mostrado su cariño y respeto, se acordó en su intervención de sus padres, en enfermos de profesión. Unos profesionales que “sobrepasaban los límites del deber para cuidar a los demás”. Esa herencia paterna fue la que hizo que el cocinero se diera cuenta de mayor de que a pesar de que daba de comer a unos pocos “tenía el poder de alimentar a muchos”.

“Cuando abrí mi primer restaurante en Washington hace 30 años, conocí a alguien que tenía esa misma sensibilidad, Robert Egger. Trabajaba en el sótano de un albergue para indigentes de la ciudad. Sabía que desperdiciar comida estaba mal pero lo que realmente estaba mal era desperdiciar la vida de las personas”, recordó. Sus ganas de ayudar se pusieron a prueba tras el huracán que cruzó Puerto Rico en el año 2017. Fue entonces cuando se dio cuenta de la importancia de su organización, hoy galardonada y que ha actuado ya en huracanes, tsunamis o incendios forestales proporcionando más de 60 millones de comidas.

José Andrés, que dijo sentirse orgulloso de ser un “inmigrante del mundo” (nación en Asturias, se crio en Cataluña y creció profesionalmente en Estados Unidos, llamó a la sociedad a “construir mesas más largas” y a concienciarse ante los desafíos futuros utilizando la comida como arma contra el desperdicio, las enfermedades y la paz. “Nuestro futuro depende de que el mundo se alimente mejor”, sentenció dedicando las últimas palabras de su discurso “a la gente de La Palma, que no debe ser olvidada en este momento”. 

Karikó

Katalin Karikó, una de las científicas galardonadas con el premio Princesa de Asturias de investigación científica y técnica, utilizó su discurso para mostrar su esperanza de poder inspirar, con su trabajo, la próxima generación de científicos. “Hemos pasado años trabajando en tecnologías que a algunos les parecían poco convencionales y casi de ciencia ficción pero compartíamos la inmensa creencia de que si el resultado de nuestro trabajo podía mejorar lav ida de al menos una persona, entonces habría sido todo un éxito”, afirmó.

Karikó, que se emoción con la recepción que vivió esta semana a su llegada a Oviedo, enumeró también los retos que tiene aún por delante la comunidad científica. “Las posibilidades de las tecnologías son infinitas: ya estamos investigando formas de prevenir el VIH, la malaria, reducir el cáncer y tratar muchas otras enfermedades”, relató. Karikó recogió el premio en su nombre y en el de Drew Weissman, Philip Felnger, Uğur Şahin, Özlem Türeci, Derrick Rossi y Sarah Gilbert. Todos ellos premiados por haber contribuido al desarrollo de alguna de las vacunas aprobadas hasta la fecha contra el coronavirus.

Teresa Perales

Teresa Perales, premio Princesa de Asturias de los Deportes, dio ante el repleto auditorio del teatro Campoamor toda una lección de superación personal. “Quién iba a decirme a mi cuando le dije a mi madre que me quería bañar en la piscina que seguiría nadando 24 años después y que iba a ganar 27 medallas paralímpicas”, resumió. Perales tuvo un recuerdo emocionado para su madre. “Nunca me dijo no puedes no debes, no sigas no lo lograrás”. “Quiero aprovechar este altavoz para decir a los niños y a los no tan niños que no hay que esperar a que alguien nos diga lo que va a pasar o lo que debemos hacer. Hay que pensarlo o soñarlo. Decidir tú lo que quieres e ir a por ello. Con decisión. Sin dejar que los obstáculos te impidan, al menos, intentarlo”, animó.

Gloria Steinem

Gloria Steinem, premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, puso en valor la pandemia como una “razón espantosa” que conectó al mundo. “Ninguna frontera nacional o diferencia cultural puede retener por completo un peligro para la salud que sea verdaderamente global. Nos amenazaba a todos a pesar de los recursos económicos y sanitarios que crearon diferencias cruciales en la manera en que nos trataron y en como fuimos tratados”, reflexionó. La pandemia también dejó, a su juicio, la lección “de la violencia doméstica”. “He visto como mi cuidad de Nueva York vuelve a las calles y a miles de mujeres, jóvenes en su mayoría, se manifestaban de nuevo haciendo coincidir estas marchas con otras en la mayoría de ciudades del mundo y vuelvo a sentir esperanza”, afirmó poniendo en valor el poder de la risa.

“No se puede obligar a alguien a reír, a reír de verdad y con sinceridad y por eso la risa es una prueba de libertad”, argumentó ejemplificando su afirmación con las figuras de Hitler o Stalin. Los grandes dictadores de la historia “cerraron a cal y canto tanto las clínicas de planificación familiar como los clubes de la comedia donde la gente reía en libertad”, recordó.

Emmanuel Carrère

Emmanuel Carrère, premio Princesa de Asturias de las letras, fue el último en llegar a Oviedo. Lo hizo esta misma mañana y posó, serio, ante los medios por primera vez en el hotel de la Reconquista. En un discurso pronunciado en francés, su lengua materna, Carrère puso en valor el español. “Me gustaría hablar y leer en español pero por desgracia ni hablo ni lo leo. En compensación he echado una ojeada a mi biblioteca, que está clasificada por lenguas, y el español se encuentra detrás del inglés y por delante del ruso”, relató citando a autores nacionales como Cervantes o Javier Cercas.

Carrère, que relató como la fundación Princesa de Asturias le echó para atrás su primer discurso por ser demasiado poco “inspirador”, nombró durante su intervención a personas que marcaron su vida como su primer editor y a su mujer. El escritor, dedicó buena parte de su intervención a hablar del juicio por los atentados de París de 2015. “Las historias de naufragios, de catástrofes, del sálvese quien pueda generalizado, suelen revelar lo peor del ser humano. La cobardía, el cada cual a lo suyo, el canibalismo. Aquí, nada de eso. No podemos imaginar que se haya creado una ficción colectiva de grandeza de espíritu y, sin embargo, prácticamente sólo se nos han descrito ejemplos de ayuda mutua, solidaridad y gestos heroicos”, afirmó.

En la gala, que contó con la tradicional alfombra azul y se celebró tras una intensa semana llena de conferencias y actos por toda Asturias, también se reconoció la labor de Amartya Sen, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, Marina Abramović, premio de las artes y a CAMFED –the Campaign for Female Education, premio de la cooperación internacional.