CENTROS DE SALUD

Las dos realidades de la sanidad madrileña: de dos días para una cita en un barrio rico a 20 en uno pobre

Un recorrido por los centros de salud de la capital desvela dos realidades bien distintas dependiendo de la zona donde se encuentren

En el de Segre, en El Viso, el barrio más pudiente de la capital, no falta ningún sanitario de la plantilla: "Esto es un privilegio. Parece una clínica privada"

En el de Entrevías, una de las zonas más vulnerables de Madrid, hay cuatro bajas de médicos sin cubrir desde hace meses: "La situación es horrible"

Entrada del centro de salud de Entrevías, ayer por la mañana.

Entrada del centro de salud de Entrevías, ayer por la mañana. / EPE

Roberto Bécares

Roberto Bécares

María Jesús lleva 27 años trabajando en el centro de Salud de Entrevías y jamás vio algo igual. “Yo recuerdo hace no tanto que había veces que venía la gente y le dabas cita incluso para el mismo día, pero ahora qué va, para tener cita presencial con el médico de cabecera llegamos a dar hasta dentro de 20 días”, lamenta la administrativa en uno de los pasillos del centro, que comparte edificio con la Comisaría de Policía Nacional.

A su espalda, alrededor de 15 pacientes esperan la cola a pocos minutos de las 12 de la mañana. Hay gente mayor, pero también madres con niños y varios adultos. “Lo de hoy no es nada. Ayer llegaba la fila hasta aquí”, dice María Jesús señalando un punto realmente lejano a la ventanilla. En este ambulatario se atiende a un núcleo poblacional de alrededor de 37.000 personas. “Es que es mucha gente”, razona uno de los celadores, “desde Méndez Álvaro hasta El Pozo casi”.

En la actualidad, de los nueve médicos que debería haber en el turno de tarde -hay otros nueve en el de mañana- solo hay cinco en activo. Desde hace meses. En algunos casos casi desde el inicio de la pandemia. No se han cubierto ni las bajas por jubilación ni las médicas, lo que ha provocado aumentar los tiempos de espera y una peor atención, según denuncian usuarios y trabajadores del ambulatorio. “Desde la pandemia esto no va más que a peor”, explica Olga, una mujer de unos 50 años a la que precisamente acaban de dar cita para su médico de cabecera para dentro de tres semanas.

“Están hasta arriba, está imposible esto. Horrible, no te lo voy a negar. Si tienes un problema tienes que venir ya al médico de urgencia, pero ese no suele ser tu médico”, razona sobre la situación del centro, situado en uno de los barrios más humildes de la capital, donde la renta media per cápita se sitúa cerca de los 17.000 euros. “La mayoría de las veces te atienden con una llamada, eso no es consulta ni nada”, protesta otra jubilada a las puertas del ambulatorio, donde el ajetreo es constante.

“La gente se enfada con nosotros, pero sin médicos no podemos hacer nada”, añade María Jesús, que admite que la falta de citas libres tiene que ver tanto con la baja de los médicos como que antes de la pandemia el usuario tipo “eran niños y población mayor y ahora, sin embargo, viene todo el mundo”.

El estrés al que están sometidos los profesionales está provocando que tanto los médicos de la tarde como los de la mañana estén atendiendo el doble de consultas que de forma habitual -de 32 o 35 pacientes a 70-, y saliendo todos los días una hora más tarde. “Los que tienen que salir a las tres rara vez se van antes de la cuatro”, comentan los administrativos. “El otro día una médico explotó y se puso a llorar”, aseguran.

Los más cabreados son sin duda las personas mayores. “Te dicen, y con razón, que no tiene sentido. Te vienen con que un día les ha visto un médico, otro día otro, y cada uno le dice una cosa y no saben qué hacer, pero la verdad es que aquí todos nos estamos dejando los cuernos para dar la mejor atención”, ratifica María Jesús.

Recientemente la dirección asistencial sureste de Madrid, responsable de este centro, además de otros 38 en Moratalaz, Retiro, Puente de Vallecas, Villa de Vallecas y Vicálvaro y el corredor del Henares, dimitió en protesta por el caos en la apertura de las urgencias extrahospitalarias, una situación “insostenible” que se repite en la atención primaria regular, según los sindicatos, que están en huelga desde esta semana y han convocado una manifestación para este domingo contra la gestión de la Sanidad por parte del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.

“Estamos desamparados todos, los pacientes, nosotros...”, lamenta otra trabajadora del centro de Entrevías. “Casi siempre te atienden con consulta telefónica, así que mal, muy mal. Ahora he pedido la vacuna para la gripe y no me la dan hasta el 10 de diciembre. Dentro de un mes”, farfulla otra paciente al ser preguntada si está contenta con la atención recibida.

“Esto va de mal en peor”, protesta Ramona, que espera a uno de sus hijos que viene con sus nietos porque uno de ellos está malito. Dice que la situación de “caos” hizo que a su marido le diagnosticaran un cáncer 15 días más tarde. “Vino con otra médico, y le mandó unos análisis, pero los resultados, que ya avisaban que tenían muy bajo el sodio, estaban y nadie le dijo nada hasta que un día, cuando su médico lo vio, le llamó por la noche y lo ingresaron de inmediato”, relata. “Mi hija, la segunda, ya se ha hecho un seguro privado viendo como está todo esto”.

Entrada al centro de salud de Segre, en El Viso (Madrid). 

Entrada al centro de salud de Segre, en El Viso.  / EPE

Sin plazas que cubrir

La situación cambia radicalmente en el centro de salud de Segre, en El Viso, Chamartín, la zona con mayor poder adquisitivo de la capital [43.319 euros de media anual, según el INE]. En este ambulatorio no hay nadie de baja. No se ha dejado de cubrir ningún puesto. Hay siete médicos y dos pediatras tanto en el turno de mañana como en el de tarde.

“Mira, yo estoy encantado, llevo 20 años viniendo y voy a seguir haciéndolo. He tenido médico hoy y cogí cita por la aplicación dos días antes, y ayer era festivo. Muy rápido”, explica Aurelio, jubilado, a las puertas del centro, en cuya entrada hay más administrativos -tres más un auxiliar- dando cita que en el de Entrevías, pese a que este cubre mucha menos población: alrededor de 20.000 personas.

Son las 5.30 de la tarde, uno de los momentos en los que los centros de salud se suelen llenar para ver al pediatra por la salida de los colegios y no hay ninguna cola. “Esto es un privilegio. Yo ahora vivo en La Ventilla, pero antes vivía por aquí, y no me cambio ni loca. Esto es como una clínica privada, está muy bien. No hay nadie nunca, los médicos son simpáticos... En Tetuán, donde vivía antes, te tratan como ganado”, relata Teresa, de 46 años, que pese a tener seguro privado prefiere venir a la sanidad pública. “Es que en dos días te dan cita con el de cabecera”.

“Funciona muy bien. Yo tengo seguro privado, pero lo prefiero. Hoy he llegado y no he esperado nada para que me atendieran”, razona Bruno, de 23 años. Aunque no siempre llueve a gusto de todos. “Aquí lo que sobra es gente”, denuncian dos jubiladas bien atildadas que afirman que no les han querido poner una vacuna que traían sin cita. “Muy mal, se nos va a estropear porque necesita frío y de aquí a casa la vamos a tener que tirar. Todo lo público es un escándalo”, se despiden negándose a dar su nombre. “Di que me llamo Paquita”, concede una de ellas al final.