Suicidio

"Mi hija de 16 años y con anorexia se suicidó; algo no funciona en Salud Mental"

El vecino de Requena Rafa Martínez relata su largo e infructuoso periplo para que internaran a su hija y aplicaran el protocolo antisuicidio

Isabel, junto a su madre.

Isabel, junto a su madre. / Facilitada por la familia

Marina Falcó

Muy a su pesar, parece que Rafa Martínez, vecino de Requena, tenga un master en el tratamiento de la anorexia. Y no equivocamos la frase porque la hija menor de edad de Rafa se suicidó hace apenas unas semanas saltando desde el balcón de su casa por problemas derivados de esta enfermedad. Esto ocurrió el 28 de mayo. Dos días después hubiera cumplido 17.

"Para ti serán dos años de sufrimiento, pero para mí será un descanso eterno", le espetó la joven Isabel a su madre en los días previos a acabar con su propia vida. Antes de llegar a ese punto de no retorno, el calvario de la muchacha y de toda su familia, "completamente destrozada", tenía dos años de recorrido.

"Algo no funciona en Salud Mental, asevera Rafa a este periódico. Porque, si bien es cierto que el suicidio tiene una causa multifactorial, también lo es que una buena asistencia sociosanitaria y las inversiones en esta rama de la salud resultan esenciales para evitar algunos de ellos

Una peregrinación entre lo público y lo privado

Isabel era una joven normal, "simpática, prudente y buena estudiante", cuenta Rafa sobre su hija mayor. Los primeros problemas llegaron en 2019 cuando la ansiedad hizo su aparición en esta adolescente de, por entonces, 14 años. Tras acudir a la sanidad pública y no derivarlos a una asistencia especializada, optaron por la medicina privada. Un par de psicólogos después, saltó la alarma: los problemas de ansiedad derivaban en principios de anorexia.

Ante semejante diagnóstico volvieron a su centro de salud, que los derivó a la unidad de Salud Mental de su centro hospitalario. Y aunque en un principio fueron atendidos por dos profesionales sanitarios "que se involucraron tanto con mi hija como con la familia", después comenzó lo que Rafa tilda de "mala suerte" con los terapeutas que les asignaron.

Para tratar de llegar a un tratamiento adecuado lo antes posible, la familia Martínez también recurrió a centros privados especializados en trastornos de la conducta alimentaria (TCA) pero "estaban absolutamente saturados. Tenían una lista de espera de unas seis semanas", periodo que se hubiese podido acortar si "nos hubiesen facilitado un informe de emergencia desde el hospital. No quisieron. Pese a que el primer psicólogo que la trató en el hospital indicó que no podíamos esperar más".

Mientras seguía esta peregrinación entre los centros públicos y privados en el que pudieran tratar a Isabel, la joven ya había comenzado a experimentar la evolución de esta enfermedad mental: dejó de comer ("y eso que ella antes era una lima"), se veía gorda aunque pesaba 40 kilos, alternaba los periodos de no comer con atracones y posteriores vómitos provocados y llegó a autolesionarse ("se provocaba cortes en los brazos"). Los intentos de suicidio con pastillas ("¿dónde tiene guardadas usted las pastillas?", le preguntó a la psicóloga) y los ataques de ansiedad también estuvieron presentes. Pero "la derivaban a casa alegando que eran llamadas de atención", relata el padre a Levante-EMV, diario que forma parte del grupo Prensa Ibérica al igual que este medio.

Tras pasar unos días ingresada en la Unidad de Trastornos de Conducta Alimentaria del hospital La Fe (que cuenta únicamente con 10 camas para los casos que requieren de hospitalización) "del que salió muy bien de ánimos", volvió la pesadilla. Ya no solo a nivel alimentario, sino de tendencias suicidas "la muerte era un tema de conversación recurrente, iba al cementerio a ver dónde había gente conocida enterrada, decía que no quería vivir, se aisló... y ya el último mes empezó a hacer cosas que nunca había hecho. Empezó a fumar porros para dormirse y dejar de pensar y se convirtió en una persona que no conocíamos. Esa no era mi hija".

"No activaron el protocolo antisuicidio"

La desesperación de Rafa queda patente cuando pese a las señales de peligro de suicidio, las profesionales sanitarias que la atendieron lo achacaban, según cuenta este vecino de Requena, a "problemas propios de la adolescencia que nosotros no sabíamos gestionar y llamadas de atención para que le hiciéramos caso". Una de las frases que han quedado grabadas en la memoria a este padre es la que le lanzó la psicóloga cuando le advirtieron de que a las numerosas pastillas que le había recetado la psiquiatra, se sumaban los porros que fumaba la joven: "Conozco a gente que toma más medicación que tu hija y los fines de semana se hincha a pastillas y coca y no pasa nada".

Para Rafa y su mujer, el trato de los terapeutas que les asignaron fue totalmente inadecuado. "No hubo empatía, nos echaban la culpa a nosotros, ni sabían cómo actuar ante un caso así. Yo solo quiero que esto no le vuelva a suceder a nadie más", reflexiona. "En ese momento yo lo desconocía por completo pero existen unidades que ante un caso grave de tentativa de suicidio te atienden en 72 horas, pero se supone que los profesionales que se dedican a esto, sí", lamenta el padre de Isabel, quien insiste en que "nos sentimos maltratados por las dos sanitarias que atendieron a la niña".

Tanto él como su mujer están "completamente destrozados". "Si yo estoy mal, mi esposa está peor porque tenía un vínculo muy especial con mi hija". La joven fue trasladada al Hospital General de València de urgencia. No pudieron hacer nada por ella, pero ella sí hizo algo grande por los demás: donaron sus órganos.

"A mi hija no me la van a devolver, pero si sirve para que no le suceda a nadie más… no busco indemnizaciones ni rollos, busco que quien no sea profesional no asista a pacientes", dice con un nudo en la garganta Rafa. El caso ya está denunciado ante la Guardia Civil y en manos de abogados.

Isabel saltó un viernes por la noche. Su hermano de 13 años fue quien llamó al 112. Esa misma mañana sus padres habían estado en València informándose en otra clínica privada "a escondidas de sus doctoras. Por miedo a sus críticas o que nos quitaran de la lista de espera para ingresarla".

La salud mental infanto-juvenil

Aunque desde que acabó la pandemia, la salud mental se ha hecho con un hueco en la agenda política, todavía es un área que se encuentra en un estadio muy incipiente. La Conselleria de Sanitat, con la que ha hablado este periódico y quiere trasladar a la familia de Isabel su "pésame más sincero", anunció en agosto del año pasado la puesta en marcha de un plan de choque en salud mental para la población infantil y juvenil ante la preocupación generada por los efectos de la pandemia.

Sin embargo, fuentes de la propia conselleria admiten que arrancar este tipo de proyectos "no se hace de un día para otro". Por el momento, la cartera que dirige el conseller Miguel Mínguez anunció la creación de nuevas plazas para profesionales sanitarios de las que 259 irán destinadas a especialistas en salud mental.

También se ha anunciado la creación de tres hospitales de día de atención infantil y juvenil con 30 plazas cada uno (aunque el proyecto contempla otros seis más), tres equipos de intervención comunitaria intersectorial (uno por provincia) y la puesta en marcha de otros tres equipos comunitarios (también uno por provincia) para casos de alta complejidad, con la contratación de 69 profesionales de las diferentes áreas que confluyen en la salud mental. La previsión es que estos hospitales de día estén en funcionamiento a finales de este año. Para Isabel ha sido demasiado tarde, para otros cientos de jóvenes quizás se llegue a tiempo.

Si tienes pensamientos o ideas suicidas o conoces a alguien que las tenga, llama al 024

El 024 es una línea telefónica de ayuda a las personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida, y a sus familiares y allegados. Aunque en caso de emergencia vital inminente puedes llamar directamente al teléfono de emergencias 112.

Los destinatarios de la línea son las personas con conducta o ideación suicida, así como los familiares o allegados de víctimas de suicidio o de personas con ideación suicida.

El 024 es un servicio de alcance nacional (accesible desde todo el territorio nacional), gratuito, confidencial y disponible las 24 horas del día, los 365 días del año.