El tratamiento de las patologías de salud mental

Los trastornos mentales graves se disparan entre los jóvenes

La esquizofrenia o la bipolaridad truncan la vida laboral de muchos menores de 30 años / Los casos de suicidio se multiplican por 86 cuando se sufre una patología mental derivada del consumo abusivo de drogas

Carmelo Pelegrín, jefe de Psiquiatría del hospital San Jorge de Huesca, el pasado martes junto a Carlos Cabot, uno de sus pacientes.

Carmelo Pelegrín, jefe de Psiquiatría del hospital San Jorge de Huesca, el pasado martes junto a Carlos Cabot, uno de sus pacientes. / ANGEL DE CASTRO

Ana Lahoz

Los trastornos mentales graves afectan a un 4% de la población y, en los últimos años, su incremento entre los jóvenes ha sido tal que se percibe a diario en todas las consultas de Psiquiatría del país, donde cada vez llegan más casos de esquizofrenia, trastorno obsesivo, bipolar. «Son casos tremendamente graves porque son enfermos que empiezan a tener problemas dese muy jóvenes. Son perfiles de entre 15 y 30 años que, en muchos casos, no pueden desarrollar una labor profesional y se quedan con una pensión no contributiva. Es decir, unos 400 euros con los que es muy difícil vivir», asegura Carmelo Pelegrín, jefe de Psiquiatría del hospital universitario San Jorge de Huesca.

A ello se suma la otra gran problemática de las enfermedades de salud mental: la estigmatización. «Las encuestas dicen que el 50% o el 60% de la población los consideran vagos, enfermos que no quieren trabajar o peligrosos. Sus vidas son muy difíciles», añade Pelegrín, quien desde su experiencia ha visto como sus consultas por trastornos mentales graves han ido a más.

«Cuando yo hice la residencia hace años en Madrid, solo dos personas ingresaron por trastorno de personalidad. Ahora, el 25% de los ingresos en las plantas de Psiquiatría de los hospitales de España son por este motivo», afirma el especialista.

El motivo de este cambio, según el psiquiatra, está en la sociedad. «Hay una serie de factores que tristemente están afectando. Por un lado, está la desestructuración de las familias y la imposibilidad de los padres a poner límites a sus hijos. Hay un consumo precoz de drogas entre los jóvenes que está haciendo mucho daño, con niños y niñas que toman cannabis con 13 años», afirma Pelegrín.

El consumo de cocaína y de metanfetaminas a edades tempranas desencadena en problemas de salud mental como el trastorno de personalidad. «Hay un abuso de estas sustancias muy elevado. Es preocupante y es una realidad que hoy en día llena las plantas de Psiquiatría», asegura el especialista del San Jorge. «Se está normalizando el consumo de estas drogas, que suponen además graves repercusiones de índole social, familiar y económico», matiza.

Por otro lado, el uso «inapropiado» de las redes sociales también está derivando en un aumento de las enfermedades. «La sexualidad se está aprendiendo con internet y hay consecuencias intolerables de abusos y violaciones a mujeres en grupo que no se habían visto antes. Estamos convirtiendo una sociedad cada vez menos resistente a la frustración y eso deriva en actitudes aberrantes», reflexiona Pelegrín.

Cada vez hay más suicidios

Otra consecuencia del aumento de las enfermedades de salud mental en los últimos tiempos está en el incremento de los suicidios, de los que se ha detectado una subida latente, sobre todo entre la gente joven. “El abuso de sustancias por ejemplo multiplica por 86 el riesgo de suicidio. En Aragón, de la mano de la doctora Isabel Irigoyen, contamos con un plan de prevención, pero queda mucho recorrido y hay que incidir en cómo evitar que se generen estas situaciones», apunta.

La pandemia, sin ir más lejos, ha evidenciado una subida de estos casos. «Para mí fue una sorpresa la gran afección de la pandemia entre la gente joven, pero es verdad que ha habido muchos trastornos alimentarios, autolesiones y suicidios derivados de esa angustia. Los jóvenes necesitan socializar y se han visto retraídos», explica Pelegrín. Si los trastornos mentales graves han experimentado un incremento, todavía lo han hecho más los comunes. «La depresión, el trastorno de la conducta alimentaria o el alzhéimer son patologías emergentes que requieren de recursos y de una atención multidisciplinar en salud mental que no está cubierta al 100%», señala. La falta de camas y de unidades para estos pacientes es una realidad que afecta prácticamente a todas las comunidades.

El particular teléfono de la esperanza de Pelegrín

Carmelo Pelegrín confiesa que él no tenía vocación por la Psiquiatría pero que, pasados los años y «haciendo balance, se siente «muy gratificado» con su labor. «Para ser profesional sanitario hay que tener empatía y con los años he conseguido que muchos de mis pacientes sean como mis amigos», cuenta.

De hecho, su implicación es tal que, aunque intenta desconectar cuando sale del hospital, siempre facilita su teléfono personal para atender fuera de consulta a los casos más graves si lo necesitan. «Siempre digo que es como el teléfono de la esperanza. Si alguien está en una situación de pensar en el suicidio, me puede llamar y aquí estoy. Lo hago porque quiero evitar que esa persona pase a la acción y lograrlo es parte de mi trabajo», remarca.