SALUD MENTAL

La guerra en Ucrania reaviva el Síndrome de Ulises, el duelo extremo de los refugiados

El psiquiatra Joseba Achotegui describió hace dos décadas un concepto que describe el estrés límite que aparece entre quienes, como en Ucrania, se ven abocados a un terrible éxodo

No es un trastorno mental, advierte el médico sobre una sintomatología que se manifiesta en tristeza, irritabilidad, llanto, dolor de cabeza...

Refugiados de Ucrania esperan en la estación de tren de Chelm, desde donde tomarán un tren especial a Varsovia, Polonia.

Refugiados de Ucrania esperan en la estación de tren de Chelm, desde donde tomarán un tren especial a Varsovia, Polonia. / EFE/ Bartlomiej Wojtowicz

Nieves Salinas

Nieves Salinas

Hace ya dos décadas que el psiquiatra Joseba Achotegui describió el llamado Síndrome de Ulises o síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple. Desde entonces, el concepto se utiliza en multitud de disciplinas, desde tesis doctorales hasta asignaturas universitarias, para describir un cuadro de duelo migratorio extremo -no una enfermedad mental, precisa el médico a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA-, que aparece entre los que dejan su país y viven situaciones muy adversas como la soledad, la exclusión, el miedo o la indefensión. El desgarro de quienes deben dejar atrás el mundo que conocían en situaciones absolutamente adversas. En Ucrania, más de un millón de personas han abandonado el país huyendo de la guerra. "Nos toca en Europa, muy cerca, y no estamos acostumbrados. Vamos a ver mucho Síndrome de Ulises, con mucha gente en muy malas condiciones. Los niños son quienes tienen más riesgo", advierte el psiquiatra.

"Ulises pasábase los días sentado en las rocas, a la orilla del mar, consumiéndose a fuerza de llanto, suspiros y penas, fijando sus ojos en el mar estéril, llorando incansablemente…" (Odisea, canto V, 150). El Síndrome de Ulises toma su nombre del héroe de la mitología griega que Homero recrea en la Odisea. Desde que el doctor Achotegui, (Durango, Vizcaya, 1952), detallase sus características -allá por 2002- el mundo ha girado de mil y una maneras, comienza diciendo a este diario quien lleva toda una vida velando por el bienestar emocional de las personas migrantes. "En el mundo hay millones de personas que emigran sin derechos, con mucha soledad, con indefensión...", subraya el especialista.

El psiquiatra Joseba Achotegui.

El psiquiatra Joseba Achotegui. / J.A.

Profesor titular de la Universidad de

Barcelona

es fundador y director del SAPPIR (Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes Refugiados) del Hospital Sant Pere Claver (en la misma ciudad) desde 1994. Gracias al trabajo del doctor Achotegui  y su descripción del Síndrome de Ulises, psicólogos, psicoterapeutas, trabajadores sociales, administraciones u ONGs han mejorado su atención psicológica a inmigrantes en situaciones de alto riesgo. Un cuadro de estrés crónico y múltiple que, como el psiquiatra lleva años documentando, sufren millones de personas en el mundo y que se traduce en tristeza, irritabilidad, llanto, dificultades para dormir, dolor de cabeza...

"Es apenas una semana de guerra pero los pronósticos son cada vez más negativos"

En la actualidad, el equipo de Joseba Achotegui está llevando a cabo una investigación en Estados Unidos con los refugiados que hace meses salieron de Afganistán. Desarrollan un programa con la Universidad de Sacramento Davis, en California, para conocer su grado de vulnerabilidad y, en función de los resultados, aplicarles uno u otro programa de ayuda. En estos días, el SAPPIR, con casi treinta años de experiencia, ya está preparando un programa de atención a los refugiados ucranianos. "Es apenas una semana de guerra pero, lamentablemente, los pronósticos son cada vez más negativos", asegura el fundador de la entidad.

Pregunta. Hace veinte años que usted describió, por primera vez, el llamado Síndrome de Ulises. ¿Qué balance hace de estas dos décadas asistiendo a migrantes?

Respuesta. Se ha confirmado lo que planteé entonces: que hay un problema muy grande con mucha gente que emigra en muy malas condiciones. La situación ha ido empeorando, más que mejorando, en estos últimos años. En el mundo hay millones de personas que emigran sin derechos, con mucha soledad, con indefensión...De ahí salía ese planteamiento que hice -en 2002- cuando describí el Síndrome y la comparación con Ulises, con la Odisea. Ahora tenemos la guerra de Ucrania que, tal y como está yendo, va a generar millones de refugiados. Es una guerra que nos toca en Europa, muy cerca, y no estamos acostumbrados. Nos va a afectar mucho y vamos a ver mucho Síndrome de Ulises, con mucha gente que va a estar en muy malas condiciones. Muchos no van a necesitar ayuda psiquiátrica, pero tenemos que prepararnos para atender bien a los que sí la precisarán.

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/ Agencia ATLAS | EFE

P. Son miles de personas a las que Europa está abriendo sus brazos.

R. Sí, y eso me preocupa especialmente. Al principio hay mucho movimiento, mucha solidaridad, pero cuando pasa el tiempo, es cuando empiezan a aparecer los problemas de fondo. ¿Qué pasará de aquí a un año?. ¿Qué sucederá cuando ya no se hable de esto o las familias ya estén instaladas?. Me inquieta que, cuando pasen los meses, haya una buena estructura para mantener esa ayuda. Esperemos que sí, que Europa sea capaz de hacerlo.

P. Usted describió el Síndrome de Ulises como un duelo migratorio extremo, pero subraya que no es una patología mental.

R. Sí. Es importante aclararlo. Hablamos de preocupaciones muy intensas que se manifiestan en una serie de síntomas -como los antes descritos- no de una enfermedad mental. Lo que estás viviendo es una situación terrible y reaccionas. La mayoría van a estar asustados, indefensos, durmiendo mal... Es un duelo, es un estrés múltiple pero, cuidado con convertir a todos estos refugiados en enfermos, porque eso también les estigmatiza cuando salen de una situación tan tremenda. La mayoría de la gente lo pasará muy mal, pero es fuerte y resistirá.

P. Sin embargo, no todo el mundo tiene la misma capacidad de resiliencia.

R. Habrá un grupo que, como digo, desarrollará trastorno mental y habrá que ayudarle, ya sea con psicoterapia y, si hace falta, con medicación. Mi equipo ha desarrollado un test para medir el grado de riesgo que tiene una persona de padecer enfermedad mental en función de su vulnerabilidad. Si esa persona ha tenido, por ejemplo, una infancia muy traumática -porque ha sufrido violencia, abusos sexuales, abandonos...-, en una situación muy dura, como la guerra, tendrá más riesgo de desarrollar una enfermedad que alguien que ha vivido un buen contexto y ha crecido fuerte, a quien también le afectará mucho lo que le está pasando, pero no de forma tan severa. Lo más importante es entender bien su situación y no convertirse en otro problema para el refugiado porque no le comprendemos bien. Hay que medir muy bien qué tiene y cómo se le ayuda.

"Los niños tienen mucho riesgo. Es la población que más se debe proteger para que no queden traumatizados"

P. ¿Y cómo se debe brindar esa ayuda emocional?

R. Hay todo un programa estructurado para ayudar a inmigrantes o refugiados que están viviendo situaciones muy difíciles. Yo lo recojo en el libro 'Inteligencia migratoria'. Existen varios tipos de ayuda. A nivel personal, pueden aprender a manejar mejor el estrés físico (por ejemplo, técnicas del sueño o relajación) y, a nivel psicológico, esa persona puede tener un planteamiento que le ayude a resolver sus problemas. Pero también hay consejos para cómo abordar el duelo migratorio. A veces, el inmigrante está muy estresado y razona mal. Eso le genera nuevos problemas. Lo recomendable es quienes le atienden se formen.

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/ ZML

P. El éxodo ucraniano está formado fundamentalmente por mujeres y niños. ¿Cómo será el impacto para esos menores tras tener que abandonar sus casas por una guerra?

R. El niño está en un periodo de crecimiento, de maduración. Necesita un contexto muy estable, muy protector. Estos niños van a vivir situaciones muy duras porque no saben que está pasando con sus padres (que se han quedado combatiendo). Sus madres están angustiadas, van a tener que cambiar de lengua, sus escuelas...Habrá muchos elementos estresores y no todos los niños tendrán la misma capacidad de resistirlo. Algunos serán más débiles y les generará más problemas. Habrá que ver también cómo están sus familias. Si la familia está mal, el niño se desestructura. Sí, los niños tienen mucho riesgo. Es la población que más debemos proteger para que no queden traumatizados por la experiencia.

"El estatus de refugiado es uno de los peores tipos de emigración. No es lo mismo marcharte porque tienes un proyecto a que te expulsen las bombas"

P. Si se habla de duelo, ¿es el mismo para quien emigra en busca de oportunidades que para quien sale como refugiado de su país?

R. Hay diferencias, pero yo prefiero llamar emigrante a todo el que sale de su país. Luego, hay muchos subtipos. Diría que todos los que salen son emigrantes y, en ese colectivo, hay un subtipo que es el refugiado, uno de los peores tipos de emigración, porque no es lo mismo marcharte porque tienes un proyecto, a que te expulsen las bombas, ahora de Putin...Vas a otro lugar, mucha gente a la vez. Todo eso genera muchos problemas y un contexto muy difícil. También por eso suelen tener más apoyo institucional o político. Insisto, me preocupa que ese apoyo se mantenga. Hay que generar todo un programa de ayudas para esta población. Hay muchos matices.

Refugiados en Dorohusk (Polonia).

Refugiados en Dorohusk (Polonia). / DAVID LÓPEZ FRÍAS

P. ¿Hay diferencias en cómo se acoge a los refugiados según su procedencia?

R. Sí, las hay. Por ejemplo, un ucraniano que va a Polonia, que está muy cerca, tiene una migración más fácil que quien emigra de culturas muy diferentes. Polonia, que ha recibido con los brazos abiertos a los ucranianos, no ha recibido ni a un sirio. Por eso digo que una cosa es la reacción emocional, del primer momento, y otra lo que puede pasar dentro de unos meses. Tenemos que ser más abiertos. Todos somos seres humanos. Entiendo que con el vecino tengas más receptividad, es lógico. Pero los refugiados que están en Polonia, acabarán saliendo de allí, a países como el nuestro, y ahí sí vivirán un choque cultural más fuerte. Por eso, cada emigrante debe ser comprendido de forma individual y a fondo. Ahora, estamos en una guerra en el corazón de Europa y va a ser algo tremendo.

P. ¿Podemos, desde nuestra seguridad, llegan entender lo que siente un refugiado que debe huir de su país?

R. Los humanos somos muy empáticos. Tenemos la capacidad de imaginarlo. De hecho, todos lo hemos hecho. Estamos muy afectados y estoy viendo como la gente se pone en el lugar de quienes están marchando con una mochila, a todo correr, algo que es horroroso.