El Periódico de España

El periplo de encontrar piso e ir en silla de ruedas: la "locura" de querer salir y entrar de casa libremente

La familia de Jorge Palomero buscó casa durante todo 2021; Anabel Domínguez, desde septiembre y no ha dado con ninguna; Liza Martínez pidió una vivienda pública adaptada hace más de un año y no sabe cuándo se la darán. Tres historias que ilustran una dura realidad

Ana Ayuso

Anabel Domínguez reside en Huelva desde hace cinco años con su novio. Entre 2017 y 2019, ambos vivieron en Madrid, se les acabó el contrato, volvieron al sur y ahora quieren regresar a la capital. Empezaron a buscar un piso en septiembre del año pasado. En febrero, todavía no han encontrado nada. Viajaron en enero para visitar algunos inmuebles y ratificaron lo complicado que resulta encontrar una casa.

Esta joven sevillana es creadora de contenido (@nosoyloquevesoficial) y quiere mudarse al centro de Madrid "con el objetivo de seguir creciendo profesionalmente", aunque no descarta encontrar un piso a su medida en algo en las zonas de Imperial, Argüelles, Salamanca o Chamberí. Su pareja y ella buscan un piso en el centro, concertaron varias citas para ver qué opciones tenían y se dieron de bruces con la tónica habitual de los jóvenes que vagan por las plataformas de alquiler de inmuebles sin encontrar la mínima recompensa a su arduo rastreo. Ni las miguillas, sólo decepciones: les ofrecían "pagar una millonada, 1.300 euros, por un piso de 40 metros cuadrados, en el que las condiciones rozan la decadencia. Hay propietarios que se desentienden y que dicen que si no lo pagamos nosotros, ya lo pagarán otros". 

A esta despiadada condición del mercado, Anabel Domínguez suma una complicación más y quizás la más importante de todas: tiene que encontrar un apartamento en un edificio que cuente con soluciones arquitectónicas para acceder a su casa subida en su silla de ruedas scooter. Un portal sin escaleras. Los agentes inmobiliarios tampoco les han ayudado demasiado. "Hay algunos que dicen que el piso tiene ascensor, pero a lo mejor no han mirado más. Si hay escalones en la puerta, yo no puedo entrar. Y te responden: '¡Ay, es que yo no había pensado en eso!'. Y hemos hecho mi novio y yo 20 minutos en metro para llegar hasta ese punto para nada. Hemos visto varios pisos y todos tenían problemas de ese tipo", lamenta. 

La 'influencer' Anabel Domínguez.

La 'influencer' Anabel Domínguez.

Y sin salvaescaleras, esa "plataforma que sube y baja para evitar que la persona entre al edificio por los peldaños". La persona en silla de ruedas "se sube a una plataforma, le da a un botón y se eleva, pero casi nunca funcionan, porque no tiene el mismo mantenimiento que un ascensor, la gente lo descuida, no se utiliza mucho y se estropea".  "Es experiencia propia y va con mis necesidades, no todo el mundo que tiene discapacidad tiene las mismas necesidades. Igual a alguna otra persona le venga genial", recalca, porque "cuantos más medios electrónicos haya para que yo llegue a mi casa, mayor es la posibilidad de no poder salir de mi casa y quedarme tirada". 

Y, por supuesto, precisaría de un ascensor lo suficientemente grande como para que pueda caber su silla de ruedas. Luego, ya dentro de la vivienda, ella es independiente, aunque hay otras personas con discapacidad física, como Liza Martínez, de 25 años, que encuentran verdaderos impedimentos a acceder a su cuarto de baño, a la cocina o incluso a cruzar por las puertas de su casa. "Es un mundo, tengo que estar a diario arreglándome como puedo. Es indispensable contar con una casa adaptada, porque ser lo más independiente posible es lo primordial", indica durante un paseo por la zona de García Noblejas, en Madrid.

Anabel Domínguez tiene una enfermedad neurodegenerativa, "lo que significa que voy a ir a peor", explicaba en uno de sus vídeos. Ella ya contaba con que encontrar el piso de sus sueños en un pequeño lapso de tiempo no era su sino "por muchísimos factores: el económico, las malas condiciones de los pisos, los requisitos que piden y la discapacidad". Aun así, quiso compartir su experiencia con sus más de 60.000 seguidores de TikTok. "Como me dedico a las redes sociales, puedo dar visibilidad a cómo buscar piso con discapacidad. Es una opción para que más gente lo conozca y por eso lo documenté".

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Buscando piso de alquier en Madrid capitulo 2 🏠♿️👩🏻‍🦽

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Unas 100.000 personas no salen de casa

Un total de 2,5 millones de personas en España tienen movilidad reducida y el 74% de ellas, 1,8 millones, necesitan ayuda para poder salir de sus casas. Casi todos ellos, el 73%, reciben ese apoyo de sus familiares y amigos. Sin embargo, el 4% de las personas con movilidad reducida, que se traduce en unas 100.000 personas, no pueden acceder a ese soporte y nunca salen de casa. Todos estos datos se han obtenido del estudio Movilidad reducida y accesibilidad en el edificio, elaborado en 2019 por la Fundación Mutua de Propietarios en colaboración con la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe).

Este informe detallaba dónde encontraba más dificultades para desenvolverse con normalidad este sector de la población. Los encuestados podían elegir opciones múltiples y estas fueron sus respuestas: el 78%, en las escaleras; el 39%, en el acceso de la calle al portal y en las zonas comunes; el 33%, en el portal; el 31%, en el interior de la vivienda; el 28%, en el vestíbulo; y el 22%, en el ascensor. Los edificios y las casas antiguas son las que más obstáculos presentan.

"El centro lo descartaría completamente, porque los edificios suelen ser viejos, no tienen ascensor. No hay casi ningún local en el que se pueda entrar, las calles son estrechas y tienen mucha cuesta, por lo que es un pequeño infierno. Vivir en el centro es una locura".

Quien habla es Jorge Palomero, arquitecto del Gabinete de Accesibilidad Universal de FAMMA-Cocemfe y padre de un adolescente con discapacidad. Su familia residió en el distrito de Chamberí, también en Madrid, "cuando era un bebé e íbamos con el carrito y, después, con la silla de ruedas era pequeña". "Nosotros vivíamos en un sitio que era más o menos adecuado, como también lo son el barrio de Salamanca o el de Delicias. Aun con todo, teníamos complicaciones. En nuestro edificio había un ascensor muy estrecho que no iba a poder ampliarse, no había sitios en los que aparcar y empezábamos a tener necesidades mayores". Su hijo tiene ahora 14 años y ya se desplaza en una silla de ruedas de adulto. "La vida nos estaba echando de Chamberí y nos costó mucho encontrar otra solución", afirma.

Durante todo un año, 2021, recorrieron zonas de Madrid, desde Madrid Río a la Alameda de Osuna; visitaron pueblos de alrededor, como Villaviciosa de Odón, Galapagar, Torrelodones o Pozuelo, "sitios en lo que pensamos que a lo mejor había una cierta accesibilidad". "Una vez que la localidad nos gustaba, empezábamos a buscar casas que estuvieran bien. La vivienda, la comunidad de vecinos o el edificio y el barrio, si teníamos una biblioteca cerca que fuese accesible, un supermercado... Tenemos que contar con todo el entorno, que es algo en lo que a lo mejor otra persona ni piensa. Nosotros no tenemos tanta facilidad para ir en metro o en autobús. Todo son dificultades", explica. 

Finalmente, se afincaron en Majadahonda, un municipio del noreste de la Comunidad de Madrid que "es accesible porque está reconstruido por la guerra y vivimos en un edificio de los años 80". En los barrios residenciales recién construidos, las viviendas deben ser accesibles, pero la familia de Palomero declinó mudarse a este tipo de área porque tenían también "una necesidad social". "Si nos hubiésemos ido a un PAU (Programa de Actuación Urbanística) o a un sitio nuevo, dependeríamos del coche todo el rato y nos quedaríamos aislados a nivel social y familiar".

"Hay menos ofertas de pisos accesibles y, como necesitamos áreas mayores, el piso será más caro. No es que sean más costosos los inmuebles que valoramos por ser accesibles, sino por las necesidades que nosotros tenemos", dice. En esto mismo, coincide Óscar Moral, presidente de CERMI Madrid y asesor jurídico de CERMI Estatal: "Cuando el número de viviendas que puedes adquirir se va limitando, esta situación conlleva un incremento en el precio. Dificulta aún más a las personas con este tipo de discapacidad encontrar una vivienda que se amolde a sus necesidades y a su capacidad adquisitiva".

"Es bastante complejo conseguir una vivienda con condiciones óptimas para poder llevar una vida normalizada", indica este portavoz de CERMI. Anabel Domínguez traslada con pesar que "parece una tontería pero poder entrar y salir de casa de manera libre... pocas veces se puede y es bastante limitante".

"Es complejo conseguir una casa con condiciones óptimas para poder llevar una vida normalizada"

Óscar Moral, presidente de CERMI Madrid y asesor jurídico de CERMI Estatal

"Poder entrar y salir de casa de manera libre... pocas veces se puede y es bastante limitante"

Anabel Domínguez, influencer de la cuenta @nosoyloquevesoficia

Transporte

Otro de los puntos que deben tener en cuenta las personas con discapacidad y sus familias es la cercanía a paradas de metro, tranvía, tren o autobús accesibles. Liza Martínez reside con su madre en García Noblejas, en el oeste de Madrid y ya fuera de la M-30. Ella no puede entrar a la parada de metro que le correspondería porque para pasar a las escaleras de la boca de entrada y salida tiene que subir unos peldaños. "Cuando tengo que hacer más recorrido en metro, a veces tengo que bajarme en la parada de antes o de después porque la más cercana al lugar al que voy no tiene ascensores. Algunos trenes no tienen rampa para entrar, tengo que pedir ayuda y a veces no me la dan. Las ruedas de la silla se me han quedado trabadas", señala.

Liza Martínez no podrá coger el metro en García Noblejas, la parada más cercana a su casa, hasta que la estación no sea accesible.

Liza Martínez no podrá coger el metro en García Noblejas, la parada más cercana a su casa, hasta que la estación no sea accesible.

Anabel Domínguez vivió lo mismo que Liza Martínez cuando aún vivía en Madrid. Durante un tiempo, habitaba cerca de las Cuatro Torres -ahora, cinco-. "Yo cogía el metro en Chamartín o en Plaza de Castilla, que son dos intercambiadores que están bastante bien y prácticamente en nada te plantas en el centro. Si iba a Plaza Castilla, que tiene dos tramos de ascensores, y funciona el primero pero no el que baja al andén, ¿qué hacía, me quedaba en mi casa y no iba al centro a trabajar? Yo he trabajado en Luchana y tuve que dejar de ir de Plaza Castilla a Bilbao porque el ascensor no funcionaba y llegaba tarde al trabajo. Tenía que coger un autobús que tardaba una hora y 15 minutos, que salía desde las Cuatro Torres y que llegaba a Luchana". Este trayecto en metro directo se hace en unos 25 minutos.

"Pensé que no iba a pasar toda mi vida en el transporte porque yo lo que quiero es vivir de una manera libre. Entiendo que cuanto más nos vayamos a las afueras, mejor será la calidad de los pisos, pero es que yo necesito estar donde se ubica mi trabajo, salir a la calle y no tener que esperar tres autobuses porque a los dos primeros se les ha estropeado la rampa o ir a un intercambiador grande como el de Plaza de Castilla y darme cuenta de que, cuando llego a Sol, no funciona el ascensor", reclama. Esta joven de 30 años también vivió en Tirso de Molina y "no tiene color". "Es más difícil encontrar un piso en el centro, pero la calidad que voy a tener viviendo en el centro o en un barrio colindante no la voy a tener en Valdeacederas, por ejemplo". 

Ayudas y responsabilidad institucional

A Liza Martínez no le importaría quedarse en la zona en la que reside ahora con su madre. Este mes de febrero se cumplen dos años desde que un accidente de tráfico en Paraguay, de donde es oriunda, le dejase en silla de ruedas. Se mudó a España al poco tiempo para volver a vivir con su madre, que ya llevaba 15 años en España. Pagan todos los meses el alquiler de una casa que se ubica en un edificio con rampa de entrada y ascensor, pero que carece de las condiciones mínimas para que ella se pueda desplazar con tranquilidad. "El arrendador no nos permite cambiar nada", sostiene.

Es por esta razón por la que han buscado una alternativa. Hace un año iniciaron los trámites para conseguir un piso accesible de los que ofrece la Comunidad de Madrid. "El 7% de la vivienda pública se reserva para personas con discapacidad", apunta Óscar Moral.

"Me lo comentó mi trabajadora social. Me dijo que tenía que presentar una solicitud y he hecho todo en el momento. Me han pedido bastantes requisitos. Cuando ya se presentó, me llegó en cuatro o cinco meses que nos habían admitido. Mi madre fue a preguntar de vuelta y le dijeron que necesitaban un informe del centro base que me dio el certificado de discapacidad en el que diga que yo necesito que esa vivienda sea adaptada. Si yo no presento eso, se entiende que me pueden dar cualquier vivienda. Ahora estamos esperando y nos han dicho que tarda mucho", refleja Liza Martínez, que en unos meses tendrá que apañárselas sola porque su madre tiene que irse de viaje. "Ya estoy preocupada, así que espero que todo salga muy pronto". 

El residente de CERMI Madrid detalla que existen dos tipos de subvenciones: una para la adaptación de inmuebles, que la recibe la comunidad de propietarios, y otra para la adaptación dentro de la vivienda, que van dirigidas para la persona con discapacidad. Sólo algunos municipios cuentan con estas últimas ayudas, Madrid entre ellos, con el Plan Adapta. Sirven para que quienes lo necesiten puedan instalar una ducha, asuntos domóticos, como una persiana concreta, y cualquier apoyo que permita que esa persona pueda adaptarse a la vivienda. "Esta situación, que existe en algunos municipios, debería ampliarse y que tomasen nota el resto de localidades, especialmente las grandes ciudades", solicita Moral.

Las historias de Jorge Palomero y su familia, de Anabel Domínguez y su novio y la de Liza Martínez y su madre ilustran una dura realidad que viven miles de personas con movilidad reducida. En España, ninguna institución ni organización se ha encargado aún de elaborar un catálogo actualizado que muestre los pisos en alquiler adaptados que están disponibles en España. Tampoco existen inmobiliarias especializadas en este tipo de viviendas. "Estamos perdidísimos", sentencia el arquitecto de FAMMA-Cocemfe.


Texto Ana Ayuso | Fotografías: Alba Vigaray | Formato: Nacho García

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