BAJO LA LLUVIA

El arte de dibujar en la calle, una maratón para pintar el Madrid más clásico: "Necesitamos apoyo institucional para acceder a algunos lugares"

Hace siete años aterrizó en Madrid el proyecto 'Urban Sketchers', la iniciativa de un periodista en Seattle que reúne a cientos de madrileños alrededor de sus edificios con un pincel en la mano

'Urban Sketchers' llegó a Madrid en 2018 de la mano de Joaquín González, entre otros.

'Urban Sketchers' llegó a Madrid en 2018 de la mano de Joaquín González, entre otros. / DAVID RAW

Pablo Tello

Pablo Tello

Madrid

La lluvia no da tregua a Madrid, que lleva más de una semana sin ver la luz del sol. Dar rienda suelta a la creatividad en estas condiciones puede ser una ardua tarea para muchos artistas. No para Joaquín González, que siempre encuentra la ubicación perfecta para pintar en la calle. Da igual que nieve o sople el viento en cada esquina. “Lo mejor es la experiencia humana, juntar a personas que antes lo hacían por su cuenta y no se atrevían a salir por vergüenza o porque se sentían observados”, explica sin levantar el pincel de la lámina. Es ilustrador profesional y, desde hace siete años, uno de los fundadores de Urban Sketchers Madrid, una iniciativa que eleva el arte urbano al séptimo cielo: “Nos reunimos en un lugar concreto y pintamos durante tres horas. Luego, al terminar, se toma una fotografía grupal y se ponen en común los dibujos”. Este movimiento nació en 2007 en Seattle, Estados Unidos. Fue Gabriel Campanario, un periodista español, quien empezó a ilustrar sus reportajes con acuarelas que él mismo coloreaba en el exterior. 

Uno de los miembros de 'Urban Sketchers' realiza una fotografía a su acuarela.

Uno de los miembros de 'Urban Sketchers' realiza una fotografía a su acuarela. / DAVID RAW

Una integrante de 'Urban Sketchers' dibuja en el Mercado de Guzmán el Bueno, en Madrid.

Una integrante de 'Urban Sketchers' dibuja en el Mercado de Guzmán el Bueno, en Madrid. / DAVID RAW

De Washington a Sao Paulo, Sydney, París, Bangkok o Málaga: la idea del redactor dio la vuelta al planeta en cuestión de meses. “Había mucha gente que hacía lo mismo que él. Yo lo conocía por redes sociales y, con otros simpatizantes madrileños, decidimos abrir una sucursal en la capital bajo el paraguas de la organización internacional”, añade. La afición de González por llevar un cuaderno cada vez que sale de casa, comenzó años atrás: “Hago diarios en todas las ciudades y países del mundo que visito. Voy estampando aquello que veo, incluso los residentes que conozco”. Hasta la fecha, el veterano ha publicado 43 libros de viajes en Brasil, India, China o Tailandia, además de organizar formaciones en Italia, Grecia o Marruecos. “Nos vamos una semana y les enseño como esbozar en vivo para reflejar la ruta en sus cuadernos”, relata. Sus dotes artísticas le han permitido trabajar en el comité organizativo de los encuentros internacionales que celebra la agrupación anualmente: “Son jornadas de formación durante tres o cuatro días y acuden unos 700 individuos de todo el mundo para dibujar juntos a la intemperie”. 

50 miembros recurrentes

A lo largo de esta etapa ha sombreado, codo con codo, con un sinfín de personalidades que han encontrado en este proyecto una forma de socializar mientras hacen lo que más les gusta: “Somos unos 50 miembros recurrentes, aunque en las redes sociales llegamos a ser muchos más, pero no todos vienen. A veces se juntan 40 y otras van solo tres”. Desde profesionales a jubilados con ganas de esbozar, el colectivo ha adquirido una naturaleza heterogénea con el paso del tiempo. Igualmente hay funcionarios, ingenieros o farmacéuticos. “Al no haber un examen de acceso, cualquiera puede unirse. Suele haber más mujeres que hombres y la edad media es bastante elevada, pese a que también contamos con jóvenes de entre 15 y 20 años”, suma. Uno de ellos es Mateo, que acude a los encuentros con su padre cada fin de semana que puede. “A él ya le conocen y le gusta sentirse parte de esto. Para cualquier niño es fundamental realizar actividades artísticas y alejarse un rato de lo digital”, explica su padre, Francisco Paramio, ingeniero industrial en el sector aeroespacial y un asiduo de Urban Sketchers

El grupo de 'Urban Sketchers Madrid' se reúne en el Mercado de Guzmán el Bueno.

El grupo de 'Urban Sketchers Madrid' se reúne en el Mercado de Guzmán el Bueno. / DAVID RAW

La acuarela de uno de los asistentes en el Mercado de Guzmán el Bueno, en Madrid.

La acuarela de uno de los asistentes en el Mercado de Guzmán el Bueno, en Madrid. / DAVID RAW

Bajo el lema “cerebro de ingeniero y corazón de artista”, Francis, como le llaman sus compañeros, prefiere asistir en compañía de su hijo: “Son días especiales porque pasamos horas haciendo algo diferente para él. Le doy consejos, especialmente a la hora de encuadrar el paisaje, pero el resto lo dejo a su criterio”. Se unió hace cuatro años, tras una larga temporada caminando en solitario. Desde entonces, no ha dejado de convocar ‘quedadas’ en los emplazamientos más emblemáticos de la capital. “Recientemente les convencí para plasmar el jardín vertical del Caixaforum y el dinosaurio que hay en el exterior con motivo de una exposición temporal”, recuerda. De su cuaderno brotan edificios, puertas, turistas y vehículos antiguos. Sin embargo, Paramio recalca que la parte más satisfactoria de este hobby es poder estar en contacto con personas que tienen inquietudes similares: “Lo mejor es la gente. Siempre intercambio consejos y tomamos unas cañas después de la sesión si se da la oportunidad”. Tanto él como Joaquín coinciden en que los más pequeños son siempre los espectadores más curiosos. “¿Quiénes sois?”, pregunta un menor al toparse con la muchedumbre. 

Apoyo institucional

Gran parte de quienes salen a la calle a diario son jubilados, por una cuestión de disponibilidad. No obstante, el conjunto rejuvenece en días festivos, sábados o domingos. “Cuando dejé de trabajar me apunté a clases de pintura y ahí conocí el arte urbano. Me encanta socializar y me uno a la mayoría de convocatorias yo sola porque me relaja y me abstrae de la realidad”, expresa Ángela Morales, prejubilada y miembro de esta iniciativa desde sus inicios en 2017. Con una larga lista de convocatorias a sus espaldas, publica sus creaciones en los perfiles de Facebook e Instagram que crearon hace casi una década. A su lado garabatea Ángel Beltrán, también jubilado. Comenzó a dibujar de esta forma en 2011 a través de la página Flickr, donde, un grupo similar hacía propuestas semanales que, posteriormente, se publicaban en la plataforma. “Le cogí tanta marcha que llegué a compartir 4.000 acuarelas. La web ya no me permite subir más, con razón”, bromea. Su compromiso va más allá de ser uno de los artistas más constantes del movimiento en Madrid, pues lleva meses contactando con museos e instituciones en las que concentrar a un mayor número de aficionados: “Lo mío es buscar cosas nuevas para seguir pintando en entornos abiertos”. 

Un miembro de 'Urban Sketchers Madrid' dibuja en el Mercado de Guzmán el Bueno, Madrid.

Un miembro de 'Urban Sketchers Madrid' dibuja en el Mercado de Guzmán el Bueno, Madrid. / DAVID RAW

La cuenta de 'Urban Sketchers Madrid' cuenta con más de 12.300 seguidores.

La cuenta de 'Urban Sketchers Madrid' cuenta con más de 12.300 seguidores. / DAVID RAW

Sus obras, junto a los de otros asistentes han estado expuestas en espacios como la biblioteca Iván de Vargas, la extinta galería Mahelys, el Centro Cultural Carril del Conde, la Casa de la Panadería en plena Plaza Mayor, el Museo ABC, el Observatorio Astronómico o el Centro Cultural Clara del Rey: “Exponemos donde nos lo permiten. Hay demasiadas historias y es imposible contarlas todas”. De forma paralela, Joaquín, responsable de Urban Sketchers en la capital, ha dibujado varias veces en el mismo sitio: “Después de tantos años, las ubicaciones se repiten, aunque normalmente intentamos buscar puntos poco conocidos”. Pese a tener un impacto superior que cuando empezaron, el ilustrador está seguro de que, sin apoyo institucional, no podrán acceder a los edificios históricos más relevantes de la ciudad. “El ayuntamiento podría darnos acceso. No tenemos ninguna intención, solo somos una comunidad que disfruta coloreando en la calle”, zanja. A partir de ahora, si pasea por los madriles, esté bien atento, no vaya a ser que al día siguiente aparezca en los cuadernos de González y compañía.