HISTORIA DEL ARTE

La obra de El Greco que estuvo oculta 280 años y ahora se encuentra a escasos metros de la Puerta del Sol: "Es un tesoro en el corazón del Madrid histórico"

La iglesia de San Ginés, en pleno centro de Madrid, acoge entre su patrimonio uno de los últimos cuadros que pintó el cretense Doménikos Theotokópoulos en España antes de morir: 'La expulsión de los mercaderes'

'La expulsión de los mercaderes', de El Greco, se encuentra en la Iglesia de San Ginés, en Madrid.

'La expulsión de los mercaderes', de El Greco, se encuentra en la Iglesia de San Ginés, en Madrid. / DAVID RAW

Pablo Tello

Pablo Tello

Madrid

Son las 11:00 de la mañana y, como todos los días, tiene lugar la segunda misa matinal en la iglesia de San Ginés, en pleno centro de Madrid. Un remanso de paz entre taxis y aglomeraciones. De una de las puertas laterales sale el Monseñor José Luis Montes, Delegado Episcopal de Arte y Cultura, historiador y restaurador de la parroquia, con un libro en la mano. “Toma. Lo he escrito yo”, dice. Bajo el nombre ‘Real Parroquia de San Ginés: Guía del Patrimonio Cultural’, este catálogo recoge en sus páginas un estudio exhaustivo de todas las piezas artísticas que alberga el edificio. Una de ellas, que destaca por encima del resto debido a la autoría de la misma, es La expulsión de los mercaderes, de El Greco. “Estudiosos como José Álvarez Lopera lo consideran su testamento espiritual y un resumen de toda su obra. De este tema es lo último que pinta y se considera mucho más completo y maduro que los anteriores”, explica. Fue él mismo quien, convencido de la autenticidad, mandó limpiarla a otro restaurador del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York en 1984. Estaba en lo cierto, pues, una vez eliminada la capa residual, la firma salió a la luz: Doménikos Theotokópoulos. 

“Estaba en buenas condiciones, pero no se había hecho una limpieza a fondo nunca y el nombre estaba oculta”, cuenta Montes. El cuadro, un óleo sobre lienzo de 126 centímetros de alto y 48,5 de ancho, permaneció oculto durante 283 años en el interior del templo desde que, en 1701, la Real Cofradía del Santísimo Cristo de la Redención lo donó a la iglesia de San Ginés. A su vez, la congregación, lo recibió de Juan Thomas, hijo de un deudor : “Todos los expertos sabíamos que era verdadero, aunque otras personas creían que pertenecía a un discípulo. Una vez documentada su autoría recibe muchísimas visitas”. Echando la vista atrás, existen varias teorías alrededor del origen de esta pieza que, según el propio párroco, perteneció a la colección del Almirante de Castilla. Tras ser expulsado, dejó una importante deuda a la Real Botica y el concesionario de la misma, a su vez presidente de la cofradía, decidió dejar a su alma como heredera única. “Era un pensamiento barroco y se traducía en actos de caridad, misas o sufragios. Tuvieron que ir vendiendo todo lo que le requisaron para pagarla”, razona. 

La firma de Doménikos Theotokópoulos, nombre real de El Greco, apareció tras las labores de restauración.

La firma de Doménikos Theotokópoulos, nombre real de El Greco, apareció tras las labores de restauración. / DAVID RAW

Durante su paso por la hermandad, la obra fue registrada. Sin embargo, no fue citada por primera vez hasta el año 1815 como parte del patrimonio histórico y cultural de la feligresía madrileña. “Más tarde, en el siglo XX, fue el Marqués de Santa María de Silvela quien hizo pública su existencia a Manuel Bartolomé Cossío, una figura fundamental en la historia de El Greco”, relata a su vez Leticia Ruiz, Conservadora de Pintura Española de los Siglos XVI y XVII en el Museo del Prado de Madrid. Cossío elaboró en 1908 el primer catálogo en español que recogía la trayectoria completa de Theotokópoulos: “Sigue los requerimientos de los grandes historiadores del momento. A día de hoy lo seguimos consultando”. Todas menos una. No había rastro de La expulsión de los mercaderes. “Lo publicó en el año 1915 en la revista España en un texto inédito”, expresa. Pese a la repercusión inicial, no volvió a aparecer en los medios -al menos de manera notoria- hasta 1955, cuando el periodista Antonio Ortiz desveló su origen en el diario ‘Ya’: “Es él quien da una serie de datos que luego no se han cotejado”. 

Arquitectura manchega

Las narraciones de Montes y Ruiz coinciden mayormente. Ambos confirman que el óleo permaneció custodiado por el Banco de España durante la guerra civil, entre 1931 y 1939. “Como tantas otras que permanecieron en el Monasterio de las Descalzas Reales. Estos edificios se convirtieron en almacenes para mejorar la salvaguarda, apunta ella. No obstante, sus discursos toman rumbos opuestos a la hora de hablar del proceso de restauración. Si bien el Monseñor asegura que fue un neoyorquino quien descubrió la firma del artista bajo sus órdenes en 1984, la conservadora apunta que fue Antonio Sánchez Barriga el que, en 1997, recuperó por completo esta obra en las inmediaciones del Instituto del Patrimonio Histórico Español: “Es muy conocido y trabajó incontables veces en la Catedral de Toledo”. Sea como fuere, pasó de estar oculta en una dependencia de la parroquia y acumulando suciedad, a exponerse en la vitrina que todavía lo acoge a día de hoy. “Lo más probable es que estuviera guardado en un cajón debido a su mala conservación. Se encontraba sucio y lleno de repintes”, suma. 

La Real Parroquia de San Ginés se encuentra entre las estaciones de Sol y Ópera, en pleno centro de la capital.

La Real Parroquia de San Ginés se encuentra entre las estaciones de Sol y Ópera, en pleno centro de la capital. / DAVID RAW

El autógrafo, oculto en una de las patas de la mesa situada en la parte baja del cuadro, fue motivo suficiente para diseñar un escaparate a la altura del propio hallazgo. “Lo que hago es encargar a los técnicos de Patrimonio Nacional un mueble especial que siga los cánones que rigen en todas las iglesias desde el punto de vista técnico”, defiende el delegado episcopal. Hasta su completa reparación, expertos y estudiosos como Ruiz fueron incapaces de apreciar la calidad y autoría de la pieza: “Es de lo último que hace. A día de hoy no ofrece dudas de que es de El Greco final, con esta composición que ya había tratado en Italia. Es la mejor de las series españolas”. La arquitectura que aparece en el fondo de la representación habla de su vínculo con la ciudad manchega: “Recoge la construcción que él mismo diseñó para el Hospital de Illescas”. Desde las figuras alargadas hasta las disposiciones forzadas, las pinceladas o el colorido de la composición. Todos ellos emergen como elementos distintivos del virtuoso nacido en Creta: “Hace un alarde compositivo tomando un ejemplo que ya conocía”. Las posibilidades de enajenar este lienzo son prácticamente nulas, a menos que fuese traspasada a una institución pública. 

De valor incalculable

Impracticable y atractivo a partes iguales, el centro de Madrid ha sido testigo de un misterio durante casi tres siglos. En todos estos años, incontables leyendas y habladurías han puesto en riesgo la integridad de la obra. “Se habla del derrumbe de una de las capillas en la que yacía inicialmente, pero a mí no me consta. Hay veces que se generan mitos urbanos”, esclarece Leticia. Don José Luis, por su cuenta, tampoco sabe nada: “Creo que se trata de un cuento. Antes no estaba expuesto por razones de seguridad. Ahora, que está protegido, se puede visitar cuando no hay misas”. Con el tiempo, las visitas han aumentado exponencialmente y, con ellas, el horario que este cuadro permanece abierto al público general. La hacienda la completan Alonso Cano, Antonio Pereda, Luca Giordano, Michiel Coxcie o Alonso Sánchez Coello, pintor de cámara de Felipe II, entre otros. “Son muy importantes y conforman la primera colección propia de una iglesia en la provincia. Yo la he cuidado y restaurado los últimos 24 años”, revela. Tras publicar la guía del patrimonio de San Ginés, la pintura ha comenzado a aparecer en exposiciones artísticas de forma regular. 

Un grupo de turistas visitn el cuadro de El Greco que se encuentra oculto en la Iglesia de San Ginés, en Madrid.

Un grupo de turistas visitn el cuadro de El Greco que se encuentra oculto en la Iglesia de San Ginés, en Madrid. / DAVID RAW

De un valor incalculable, esta versión ha sido considerada una de las mejores interpretaciones nunca hechas. “No quiero generar especulación porque el valor económico lo da el mercado cuando se pone a la venta”, explica. Lo que sí intuye, es que se trataría de un encargo privado, pese a desconocerse la identidad concreta de su destinatario: “Lo más probable es que fuese a parar a una capilla privada de alguna casa por sus dimensiones. No es tan grande como para pensar que estuviera en una iglesia”. La expulsión de los mercaderes es, en definitiva, una prueba más de que su artífice fue una de las figuras fundamentales en la etapa final del Renacimiento, especialmente en Italia y España, donde desarrolló la mayor parte de su carrera. Su legado, repartido entre Toledo, Madrid, Roma, Florencia o Venecia, se encuentra agrupado en grandes colecciones como la del Museo del Prado o la del Museo del Greco. La Real Parroquia es una excepción, pues atesora una única joya entre su fortuna material. En solitario y, posiblemente, por casualidad, esta pieza maestra recibe cada día a aquellos viandantes que, en pleno casco histórico, se detienen a observar historias ocultas detrás de lo evidente. Solo hay que abrir la puerta correspondiente.