LITERATURA INFANTIL
El libro que una profesora creó en una noche, de estar ocho años olvidado a venderse en 70 librerías de toda España: "Fue un trabajo de la universidad"
Alba Ramos es la autora detrás Diario de una fruta, un cuento infantil en el que se abordan cuestiones emocionales a través de la vida de una manzana, que pasa siete días en una nevera

Alba Ramos Cámara, autora de 'Diario de una fruta', ha publicado un cuento que llevaba siete años en su ordenador. / SERGIO DE MIGUEL
Imagina ser una manzana. ¿Cómo sería tu vida durante una semana en la nevera? Eso fue lo que le preguntó un profesor de Creatividad Literaria a Alba Ramos, autora de Diario de una fruta, ocho años atrás. “No pretendía ser un cuento para niños, fue un trabajo de clase en segundo de carrera”, dice. La escritora, que ahora tiene 28 años, todavía se asombra al ver su creación publicitada en librerías de toda España: “Pensar en la Alba de aquella época me emociona. Escribió algo sin saber que permanecería en el olvido durante tanto tiempo en su ordenador”. Abandonada sin querer y rescatada gracias a una encuesta que alguien le envió sin intención alguna. “Un amigo me envió este formulario por Instagram, en el que pedían una historia con título que estuviese finalizada”, explica. Ella lo rellenó sin saber que, unos meses después, su querida manzana estaría en las estanterías de miles de familias: “Envié una sinopsis, el título y las edades a las que iba dirigida. A la editorial le gustó”. Un borrador pasó el primer filtro y la narración completa avanzó al siguiente nivel.
“Ahí fue cuando me ofrecieron publicarlo y yo pensé ‘si a ellos les gusta, que tratan con muchos autores y libros, ¿por qué no?’”, cuenta. La realidad detrás de este producto infantil es más sencilla de lo que parece: “Lo redacté en apenas unas horas la noche de antes de la entrega”. De la misma forma que lo hacía en su infancia, Ramos supo plasmar sus pensamientos en un papel en tiempo récord: “Desde niña me encantaba leer y escribir. Era muy creativa y de repente daba forma a una historia siendo muy pequeña”. De hecho, en su etapa escolar, recuerda como un profesor llegó a pedirle que lo hiciese delante de él, ya que no creía que los textos que presentaba en clase fueran de elaboración propia. “Él pensaba que mis padres me hacían las redacciones”, recuerda. Un día, al llegar al aula, le enseñó una foto de una fuente y le pidió un relato basado en la imagen. Todo delante de él: “Terminó pidiéndome disculpas en primaria porque se había equivocado”.
Alba, que nació en Soria, estudió el doble grado en Educación Infantil y Primaria en la Universidad de Valladolid, donde, en su segundo año, daría forma a este título. Una vez terminados sus estudios, viajó a Estados Unidos con un programa de maestros para impartir lecciones de español en un colegio anglosajón. “Tenía ganas de salir fuera y estuve un año viviendo en Minnesota. Nunca quise volver, pero llegó la pandemia y tuve que regresar a casa”, relata. En su etapa como docente, ha recorrido numerosos centros de Castilla y León en función de la disponibilidad que había en las listas de educación pública. Hasta ahora, que ha vuelto a su ciudad natal. Y, junto a ella, el orgullo de haber publicado un borrador que llevaba casi una década cogiendo polvo en un ordenador. “Tanto la creación como la publicación surgieron sin buscarlo”, confiesa. Sin embargo, la profundidad presente en cada uno de sus personajes permite a los adultos darle otras interpretaciones: “Para un niño se quedará en una manzana que salió del supermercado, pero si lo lee un adulto, puede encontrar en ella a una persona con un sinfín de cualidades”.
Personalidades complejas
Crear referentes reales y ficticios a una edad temprana es fundamental para el progreso de los más pequeños. “Es crucial que se vean reflejados en las figuras, ya que esto le ayudará a entender mejor cómo funciona la historia y obtendrá un aprendizaje personal”, defiende Raquel García, psicóloga especialista en desarrollo infantil. Según interpreta, los desenlaces en este tipo de libros suelen ir acompañados de una lección en sentimientos y valores que permite sentirse identificados: “Les motiva e impulsa a superar retos similares que estén relacionados con su día a día”. La capacidad para salir de su zona de confort o la necesidad de aprender y nutrirse de todas aquellas almas que se cruzan en su camino son dos de las cualidades que representa la protagonista. “Al final, nosotros somos productos de las experiencias que vamos viviendo y en base a ellas formamos nuestra personalidad”, expresa su autora, quien confiesa verse reflejada en la manzana.
Entre el resto de frutas se encuentran mentes complejas y discursos elaborados, imperceptibles a simple vista. El kiwi, por ejemplo, es una criatura llena de complejos: detesta su pelo y quiere ser verde, como la pera de la que está enamorada. Lo que desconoce, es que en su interior se encuentra el color que desea. Las cerezas representan la ilusión de dos adolescentes, que persiguen su sueño de bailar en Pachá. Los más mayores están representados por un puerro “ladrador, poco mordedor”, que enseña a la protagonista una importante lección de vida. El limón es un ser desagradable, a quien Ramos dio forma pensando en aquellos que están tristes en su día a día. “Su manera de desahogarse es a través del enfado y la mala leche, pero en realidad necesita que le echen una mano”, cuenta. También está la naranja, una de esas ‘personas vitamina’ que representa a aquellos que hacen nuestros días más bonitos. Por último, la pera encarna la superficialidad y la soberbia, mientras que el coco es la imagen de un hombre seguro de sí mismo y con unos principios definidos que le permiten alentar a kiwi, entre otros.

Alba Ramos trabaja en un centro educativo de Soria, la ciudad donde nació. / SERGIO DE MIGUEL
“Todos ellos están presentes en el día a día de cualquiera”, comenta la joven, mientras asegura que las identidades de sus frutos surgieron gracias a los juegos de palabras: “La pera operada que canta ópera, la naranja vitamina, el puerro ‘perro’ o las cerezas que simbolizan el logo de Pachá. Fueron ellas mismas quienes me las fueron descubriendo”. El final, abierto a interpretación, dista de lo que ella pensó cuando cerró el ordenador antes de ir a la universidad. “Para mí, la manzana se suicidaba al tirarse de la encimera, aunque al leerlo con sus alumnos, algunos entienden que es el perro quien se la come y otros que los dos personajes terminan siendo amigos”, suma. Desde la editorial, Apuleyo Ediciones, le aconsejaron no modificar el desenlace, ya que trataba algunos temas delicados en la literatura pueril, como la muerte: “Eso les llamó la atención, me dijeron que era muy original”. Desde la psicología, los beneficios de la lectura en los más pequeños permiten desarrollar habilidades cognitivas tales como la atención, la concentración, la creatividad, la ideación o la escucha activa.
Lectura terapéutica
En palabras de la especialista, los niños aprenden mediante el simbolismo y el juego. “Son esos mundos de fantasía los que les otorgan actitudes y creencias que resultan muy interesantes a nivel terapéutico”, argumenta Raquel. Establecer vida en elementos cotidianos como la fruta ayuda a la infancia a empatizar con ellos y su historia: “Dependiendo de lo que contemos, se verán reflejados a la vez que detectarán situaciones presentes en su día a día”. Como experta en crecimiento infantil, García cree fundamental que profesionales como ella aporten estrategias y herramientas a los padres y educadores para acompañar las lecturas. En el caso de Diario de una fruta, tras la lectura aparecen una serie de preguntas reflexivas bajo el nombre ‘sembrando semillas’: “Ofrecer una sección así es la mejor forma que se tiene de consolidar conocimientos, pues avanzan a través de sus propias respuestas”. La autora, que piensa que los hijos y nietos entienden más de lo que creemos, incluyó esta sección por deformación profesional.
Una Alba agradecida sabe que la repercusión hubiese sido mucho menor si ella hubiera decidido autopublicar su propio cuento: “Me hubiera quedado en un nivel local y de esta manera el libro ha llegado a muchos más sitios”. El alcance de su creación todavía no le ha reportado un margen de beneficios, aunque según expone, ha podido cubrir los gastos. No obstante, no será hasta el año que viene cuando descubra el impacto real que ha tenido su cuento en las librerías españolas. “Creo que nadie se hace escritor para ganar dinero. A menos que tengas un best seller, no se gana dinero. Lo que realmente me llena de orgullo es tener una publicación a mi nombre”, manifiesta la joven. Embarcada en su segunda producción, donde el personaje principal será un clip, la soriana dice querer enmendar errores. Esta vez ha pensado detenidamente lo que quiere publicar y su trabajo no se ha visto reducido a unas horas: “Quiero meditar cada paso que doy y alejarme de las prisas”. Al final, reconoce haber plasmado gran parte de su personalidad en esa manzana que, con el tiempo, se ha convertido en la mejor compañera de viaje que podría imaginar.