ZARZUELA
Plumas, desnudos y cuplés reescriben 'La corte de Faraón': una fiesta dorada sin Ana Belén ni Antonio Banderas, pero más feminista que nunca
La producción regresa al Teatro de la Zarzuela este 29 de enero con Emilio Sagi a los mandos y los tenores Jorge Rodríguez-Norton y Enrique Viana entre sus protagonistas
Una puesta en escena dorada en la que la lluvia áurea cae sobre cuerpos semidesnudos y el doble sentido es capaz de sumergir al espectador en un clima onírico. La corte de Faraón regresa al Teatro de la Zarzuela de la mano de Emilio Sagi este 29 de enero con una propuesta renovada. “Lo más complejo está siendo acertar en la concepción del espectáculo. Hay que esforzarse mucho para lograr que el público disfrute de lo que estamos montando”, confiesa. Su ingenio ha dado a luz zarzuelas, musicales, operetas y cabarets. Ahora, la adaptación homónima al film protagonizado por Ana Belén y Antonio Banderas en 1985, mezcla todas ellas de la mano de los tenores Enrique Viana y Jorge Rodríguez-Norton, entre otros: “Siempre estoy abierto a aprender y enfrento este proyecto igual que lo haría con una ópera. La clave reside en saber utilizar los medios”. Completan el elenco María Rey-Joly, Itxaro Mentxaca, Annya Pinto, Amparo Navarro, Amelia Font, Leticia Rodríguez, Luis Cansino, Enric Martínez-Castignani, Ramiro Maturana, José Manuel Díaz, Jesús García Gallera y Rafael S. Lobeto.
Sagi, que dirigió la institución durante una década, se siente afortunado de poder presentar La corte de Faraón en un enclave tan especial: “Es un templo del género. Poder volver aquí con los técnicos y el reparto que me han dado es maravilloso”. Enrique, por su parte, afronta la experiencia con máxima ilusión: “Volver a trabajar con él me hace feliz. Me dio la primera oportunidad de ser yo en el escenario y adoptar un rol femenino, algo que no había hecho nunca”. Pese a haber interpretado otras identidades asociados a mujeres en piezas barrocas, ninguno es comparable a Sul la Babilónica, dice: “Debuté en la primera producción de Emilio con este papel hace 18 años y lo he seguido haciendo siempre que se ha repuesto”. La propuesta, que se distancia del drag, tiene que ver con la concepción de ‘mujer especial’ que aparece en los primeros escritos. “Ella es una de estas féminas que envían como regalo al faraón. En la representación me acompañan las Hijas del Nilo, interpretadas por los seis bailarines”, añade.
Echando la vista atrás, Viana no olvida la primera vez que acudió al teatro en la capital, un enclave que le ha visto crecer personal y profesionalmente: “A los seis años, mis padres me regalaron una entrada para ver Madame Butterfly en la Zarzuela. He pasado toda mi niñez sentado en estas butacas”. El tenor, que se estrenó en 1985, reconoce un punto de inflexión que cambió su manera de hacer las cosas para siempre: “Llegó un día, con la madurez asentada, que decidí hacer lo que quería y pasarlo bien”. Así, comenzó a escribir y dirigir obras teatrales “con bastante buena fortuna”. “Cuando recibí el primer aplauso, sentí emoción, pero al escuchar la primera risa, se abrieron las puertas del cielo”, explica. Amante de lo absurdo sin abandonar el intelecto, crea a través de la elegancia y la alta comedia que caracterizan su sentido del humor. “En mi adolescencia y juventud, hacía doblete casi todas las noches como espectador. Tuve la suerte de tener una familia liberal que admiraba la música y el arte en todas sus formas”, añade.
Una propuesta rompedora
A la espera de que se reconozca el género como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, el Teatro de la Zarzuela goza de ser la sala que más estrenos ha lanzado en sus 168 años de historia en todo el mundo. La corte de Faraón regresa con una versión renovada con tintes feministas, según desvela Jorge: “Había frases que, a día de hoy, sonarían un poco machistas, especialmente algunas palabras que no tienen cabida en nuestra sociedad”. Rodríguez-Norton interpreta a El Casto José en la producción , un papel que ya ha llevado su nombre en otras cuatro ocasiones: “Tengo el rol bastante asimilado y me siento cómodo. Esta adaptación está muy mimada, pero muchas veces se ha maltratado porque se considera una ópera de segunda”. El asturiano, que trabaja tanto en España como en el extranjero, aclara que es la única zarzuela representada de forma privada en el Teatro Real. Sin embargo, “nunca se ha tomado en serio por tratar algunos temas escabrosos”, dice.
Al ser una trama antigua, comenta que es “algo más fácil”. No obstante, debido a que la mitad del elenco no está familiarizada con el argumento, “es como empezar de cero”, cuenta. Para él, actuar en este espacio es lo más parecido a regresar a casa, siendo su noveno trabajo en la cuna del género en Madrid: “He pasado muchas noches aquí. Desde hace diez años he ido creciendo entre las tablas de este teatro que tanto me ha dado”. Su experiencia camina de la mano con la de la audiencia que acude a escena, mayoritariamente habituada a ella. “Notamos cómo respira el público porque conoce las obras”. De vivencias también habla el director, quien asegura que el proceso creativo detrás de La corte de Faraón es similar a cualquier otro. Sagi explica que en el libreto inicial, está claro que El Casto José es un hombre. Sin embargo, no ocurre lo mismo con Sul la Babilónica. “En la Biblia, Babilonia aparece como un lugar de amplias libertades y lujos particulares. ¿Por qué no hacer de este personaje un ser ambiguo y rompedor?”, cuestiona.
No solo la presencia de Sul es revolucionaria en el cuerpo de Enrique, sino que también lo son sus intervenciones en este proyecto. Fiel admirador de las cupletistas desde que tiene uso de razón, el tenor interpreta varias piezas sicalípticas en esta representación. “Me crie rodeado de mis tías abuelas y de mi madre, que los escuchaban constantemente. Idolatraban a las artistas de principios de siglo, cuando ellas nacieron. Me hicieron descubrir muchas cosas”, cuenta. Viana ha compuesto dos tonadillas propias para complementar el cuplé original de la obra, además de un tercero de carácter político, extendido entre las pioneras madrileñas. “Si Emilio me deja, los intercalaré de vez en cuando”, bromea. Un estilo distinguido por la doble intención, también llamada velada, sólo al alcance de unos pocos: “Hay que decirlo de una forma muy particular, aprovechando las pausas y apoyándose en gestos e insinuaciones”. Característicamente refinado, confiesa no tolerar la zafiedad ni el mal gusto en su trabajo, donde lo difícil parece fácil.
Entradas casi agotadas
Ana Belén y Antonio Banderas, entre otros, versionaron la película homónima bajo las órdenes de José Luis García Sánchez en lo que se consideró una parodia de la sociedad española de los años cincuenta. Ella encarnaba a Lota, y él a José, dos personajes que nada tienen que ver con Sul y El Casto José. La amistad que mantiene Viana con la actriz desde hace años también se gestó en los escenarios: “Es muy buena amiga, yo soy su fan y ella es el mío. Ha venido a muchos de mis espectáculos, pero nunca me ha visto actuar como la Babilónica ni hemos hablado de ello”. Norton, que admite que le encantaría coincidir con Banderas en una producción, señala que lo más difícil para él ha sido actuar sin apenas vestuario: “Siendo cantante de ópera, no estoy acostumbrado a salir de una caja ligero de ropa. Me lo pidieron y no pude decir que no”. La habilidad de desaparecer cuando pisan el escenario y convertirse en otra persona es algo difícil de asimilar, y ellos lo saben bien: “El ambiente con mis compañeros es muy festivo y las frases con doble sentido nos permiten jugar entre nosotros”.
Ambos distinguen la habilidad de Carlos Aragón, director musical, para llevar esta dramaturgia al histórico edificio. “Él conoce los matices de la producción y sabe sacar jugo a la música y a la trama. Tiene esa escritura peculiar, pero muy española y la gente se morirá de la risa”, expresa Jorge. Por su parte, Enrique vaticina una estupenda reacción de la audiencia debido a la alta calidad de su equipo. “Aragón es un tipo con mucho garbo que ha sabido dar un empuje a la opereta y Sagi conoce este género como si lo hubiera parido”, mantiene. De las 15 funciones organizadas, apenas quedan unas pocas entradas disponibles: “Ha creado mucha expectación. Espero que la gente se olvide de sus problemas y se adentren en nuestro mundo dorado”. Su regreso al Teatro de la Zarzuela supone un éxito no solo para el elenco y cuerpo técnico, sino también para la cultura española. En palabras de sus protagonistas… “Estaba claro que las entradas se iban a agotar”.