LUCHAS EXTREMAS

Álex Samurai, el luchador que perdió la visión de un ojo en un combate de KOTS: "Nunca me sentí tan libre"

"Llevo tres operaciones y el ojo me puede estallar en cualquier momento, pero volveré a pelear"

"Violencia es la de los ultras de fútbol o los maltratos domésticos; en KOTS es violencia con honor"

Álex Samurai lanza una derecha al rostro de Lewiis en su combate de Kings Of The Streets

Álex Samurai lanza una derecha al rostro de Lewiis en su combate de Kings Of The Streets / Cedida

David López Frías

David López Frías

Álex Samurai se toma con humor lo de haber perdido el 50% de la visión de un ojo en una pelea. En sus redes sube imágenes de la intervención quirúrgica, acompañada de la canción de Jeanette Por qué te vas. Forma parte de su carácter: no amedrentarse ante la desgracia. Crecerse ante la adversidad. De hecho, avisa de que volverá a pelear en combates extremos, aunque ya le han advertido los médicos de que tiene todos los números de perder el ojo si hace eso.

Álex Samurai (Figueres, 1984) es uno de los españoles que se ha atrevido a meterse a pelear en KOTS (King Of The Street), la pelea más sangrienta del mundo. Un circuito independiente sueco de lucha que celebra sus peleas de forma clandestina y en cuyos combates solamente hay una norma: no hay normas.

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA entrevistó a Abner Lloveras, el español que más veces ha participado en KOTS. En su último combate, celebrado en una plaza de toros privada de Aranjuez, Álex Samurai formaba parte del contingente hispano que saltó al ruedo (literalmente, porque pelearon en la arena como gladiadores romanos). Era su debut y su pelea pasó a los anales de esta competición en la que los contendientes nunca pierden. En KOTS, o ganas... o sobrevives.

Álex Samurai antes de la pelea en la que perdió el 50% de la visión del ojo derecho

Álex Samurai antes de la pelea en la que perdió el 50% de la visión del ojo derecho / Cedida

¿Quién le habló de KOTS?

Yo practico deportes de contacto desde siempre. Primero kickboxing, luego muay thai. Pero nunca me planteé dedicarme profesionalmente. No le veía el aliciente... hasta que descubrí KOTS. Peleas en suelo de cemento donde vale todo. Enseguida ví que eso no era para cualquiera, que eso era la guerra real.

Y decidió participar.

De primeras no, solamente era aficionado. Pero una noche vino un amigo a la discoteca en la que trabajo como guardia de seguridad y me dijo que me veía peleando allí. Eso me removió mucho por dentro. En cuanto llegué a casa esa noche, me puse a mover hilos para poder disputar un combate con ellos.

Llegó junto a Abner Lloveras. ¿Se conocían de antes?

Abner es una leyenda, todos en el mundillo lo conocemos. Para mí era un ídolo y un referente. Pero nunca había entrenado con él hasta entonces. Cuando me confirmaron en KOTS que me daban un combate, tuve poco más de un mes para prepararme. Ahí sí me empecé a entrenar con Abner.

Muy poco tiempo de preparación para una exigencia tan alta...

Muy poco, la verdad es que sí. Con el hándicap añadido de que yo llegaba apenas recuperado de una lesión de ligamentos de la rodilla. Pero fui incapaz de decir que no. Me sometí a un programa entrenamiento intenso, de dos o tres veces al día y me fui a luchar. Desde la organización sí que te avisan que, desde el momento en el que te confirman la pelea, no hagas sparring y te prepares exclusivamente para ese combate.

El estado en el que quedó su ojo derecho tras la pelea contra Luis Picó

El estado en el que quedó su ojo derecho tras la pelea contra Luis Picó / Cedida

KOTS suele disputarse en Suecia, pero su velada (que llevaba por título Matador) se organizó en Aranjuez.

No sabría decirte dónde fue. Sé que fue en Madrid y hasta allí llegamos Abner y yo desde Barcelona. Luego, te dan unas instrucciones, te pasan a recoger a tal hora en una furgoneta... y no sabes dónde te llevas. No sabría decirte dónde disputamos aquel combate. Lo que sí sé es que me sorprendió el terreno.

Una plaza de toros.

Claro, y yo en realidad iba con la idea en la cabeza de que iba a pelear en un parking o en una nave industrial, que es donde suelen organizarse estos combates. En una plaza de toros es todo inmenso. La valla está lejísimos, el suelo es de arena y en esa competición se te permite tirar tierra a los ojos o cualquier maldad que se te ocurra.

Su contrincante fue otro español. Luis Picó, alias Lewiis o El Elegido.

En cuanto supe quién iba a ser mi contrincante, me empecé a documentar, a ver su récord, sus peleas. En realidad me daba igual contra quién luchar, hubiera dicho que sí a cualquier rival en cualquier peso.

Y llegó el momento de la pelea.

No sé cómo describírtelo. Creo que nunca me he sentido tan libre como en ese momento. El poder ser yo mismo. Vivir el presente más absoluto. Es la máxima definición de libertad.

El combate, sin embargo, se le torció cuando encajó un golpe en el ojo derecho.

Fue un puñetazo. Todavía no sé cómo me afectó tanto. Porque yo veo peleas, yo sé cómo quedan los ojos, pero no suele tener tantas consecuencias como lo que a mí me pasó. Fue mala suerte. Creo que fue su nudillo, que se clavó en el globo ocular y casi me explota. En ese momento ya tuve claro que era grave, porque de repente lo vi todo negro y perdí el equilibrio sin que mediase ningún otro golpe. Caí, empecé a protegerme, él procedió a golpear y ahí pararon la pelea.

Álex Samurai recibiendo tratamiento del equipo médico tras la pelea

Álex Samurai recibiendo tratamiento del equipo médico tras la pelea / Cedida

Dice que en ese momento ya vio que era grave.

Cuando acaba la pelea te atiende el equipo médico de KOTS. Intentaban abrirme el ojo y no podían. Me dijeron que tenía que irme de inmediato al hospital, pero yo no quería quedarme ingresado en Madrid y decidí que me esperaba a llegar a Figueras. Así que volví al hotel, tomé el AVE de vuelta a Barcelona, luego el tren a Figueres. Y cuando por fin acudí al médico, porque el dolor era insoportable, me dijeron que estaba a punto de estallar. Que me había quedado a un milímetro de perder el ojo y que con cualquier movimiento de los que hice esos días, solamente subiendo las maletas al tren, me podía haber reventado literalmente.

¿Cómo va evolucionando?

Llevo ya tres intervenciones quirúrgicas. Dos de retina y un trasplante de cristalino. Llegué con el ojo destrozado: tres cataratas, la córnea dañada y el nervio óptico perdido. Lo más fácil hubiera sido quitar el ojo y yo casi me había hecho a la idea, ya me había mirado prótesis de colores (ríe). Pero los médicos vieron que se podía salvar y así lo hicieron. Aunque los respectivos postoperatorios es lo que peor he llevado. He llegado a pasar 15 días boca abajo con una burbuja de gas en el ojo, con la cabeza metida en una de esas camillas de masajes en las que puedes estar boca abajo. Los puntos de sutura. Horrible, la verdad.

Entonces se planta ya, ¿no?

Al contrario, estoy deseando volver (ríe)

¿En serio? Puede ser el final de su ojo.

Lo sé, lo sé. De momento me queda un 50% de visión en ese ojo. Suficiente. Sí que es verdad que los médicos me han dicho que un ligero contacto puede hacer que lo pierda del todo. O incluso me hablaron de la posibilidad de que me pase lo mismo en el otro ojo, que ahí sí que iba a tener problemas graves.

Pero ni por esas se retira.

Qué va. De hecho, cuando acabó el combate no me enfadé por lo del ojo, sino por lo rápido que fue todo. Porque yo aún tenía mecha para combatir más rato. Quería más carnicería (ríe). Es lo que me hace feliz. A mí me aburre la UFC. Ya solamente veo KOTS y Bare Knuckle, que es mi próximo objetivo.

Para el que no lo sepa, Bare Knuckle Fighting Championship es un circuito de combates sin guantes (como su propio nombre indica) que hace poco organizó velada en Marbella y que es propiedad del mítico Conor McGregor.

Es que es mi ídolo de juventud. Yo, solamente de pensar en pelear allí sin guantes con McGregor borracho en la grada (ríe), se me pasa todo y me dan ganas de pelear otra vez. Aunque allí es más difícil que me seleccionen, porque hay unos requisitos de salud que yo igual no paso por lo del ojo.

Entonces, si no lo seleccionan para Bare Knuckle...

... pues volveré a KOTS, claro.

Allí aún se acuerdan de usted. De hecho, cuando terminó el combate, se acercó a su rival y, a pesar del daño que le había hecho, dejó una frase para la posteridad.

Sí, yo sabía que Lewiis tenía como objetivo en la vida ser profesional para poder comprarle una casa a su madre. Al final de la pelea, con el ojo destrozado, fui y le deseé que se cumpla su sueño y pueda comprarle esa casa. El KOTS es violencia, sí, pero no gratuita. Es violencia con honor. Violencia gratuita es el maltrato doméstico, o que un ultra de fútbol te apuñale por ser de otro equipo. En esto del KOTS hay códigos de respeto y se cumplen.

Los ortodoxos dicen que es la forma más pura de combate en la actualidad.

Y estoy de acuerdo. Te hace crecer de verdad. El hombre crece en la soledad, en la traición y en los momentos en los que estás roto. Es esa capacidad para recuperarte y superarte lo que lo hace diferente a todo. Corazón roto, y estómago vacío. Yo además no estoy casado ni tengo hijos. Soy libre y en estas peleas siento la verdadera libertad.

¿No hay nadie entonces en su entorno a quien le preocupe su vuelta a la pelea extrema?

Bueno, mi madre, claro. Ella es la que más sufre estas cosas. Pero también sabe que es para lo que yo he nacido, lo que de verdad me gusta hacer. Y si me estalla el ojo, pues mira... si algo me ha enseñado esta experiencia es que ahora la tecnología médica para recuperar los ojos es muy buena. Eso no me va a detener.