IGUALDAD

Granadas pacíficas para prevenir agresiones y acoso sexual, la última moda en seguridad callejera en España: "El 60% de nuestros clientes son hombres"

Julieta Rueff es la cara visible de Flam Aid, una iniciativa que nació de la necesidad de protegerse y que a día de hoy brinda seguridad a los colectivos más vulnerables

Julieta Rueff, fundadora de Flam Aid, junto a una de sus granadas pacíficas.

Julieta Rueff, fundadora de Flam Aid, junto a una de sus granadas pacíficas. / CEDIDA

Pablo Tello

Pablo Tello

El arma de más fácil activación también salva vidas. 110 decibelios y una señal GPS han cambiado la vida de Julieta Rueff (23), CEO de Flam Aid y la mente detrás de las granadas pacíficas que han dado la vuelta a España. “La he rediseñado, manteniendo el mecanismo y sacando todo lo que es violento de su interior”. Lejos de ser un artefacto explosivo, las herramientas que vende la portuguesa afincada en Barcelona cambian la pólvora por señal GPS y un sonido estridente: “Todos tenemos alarmas del hogar en casa y gastamos dinero en suscripciones. Sin embargo, nadie habla de la protección en la calle. Trabajan de la misma forma que estas empresas, con la única diferencia de que, en caso de peligro, la dirección no está registrada en una central. Es el propio dispositivo quien envía nuestra geolocalización en tiempo real a los tres contactos de preferencia que hayamos configurado previamente. “Funciona como un activador que siempre va colgado de tu mochila, cinturón o bolso. La alarma dura 15 minutos, que es lo máximo permitido en la Unión Europea”, añade. 

Las granadas pacíficas emiten sonido a 110 decibelios durante 15 minutos.

Las granadas pacíficas emiten sonido a 110 decibelios durante 15 minutos. / CEDIDA

14 violaciones y 55 delitos contra la libertad sexual se han producido cada día del primer semestre de 2024 en España, según los datos del Ministerio del Interior. Además, la encuesta de la Delegación del Gobierno sobre la violencia de género revela que únicamente se denuncian el 8% de las agresiones. “Si lo trasladamos al acoso callejero, las cifras serían inasumibles. Todas hemos temido por nuestra integridad física alguna vez en la vida”, expone Yolanda Besteiro, abogada, experta en género y Presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. Según ella, el problema de las sociedades avanzadas tiene que ver con la normalización: “No se denuncia por miedo al agresor o a la reacción del entorno. La cultura de la violación responsabiliza a las mujeres en lugar de poner el foco en ellos”. El trabajo de Rueff con Flam Aid es precisamente disuadir al atacante mediante el sonido, capaz de captar la atención y las miradas de las personas de alrededor. “Todos los aparatos que se idean para protegernos son bienvenidos”, suma Besteiro. 

Julieta, que nació en Lisboa, vive en Barcelona desde que tiene 11 años. Sus estudios en Marketing y Negocios Internacionales en la Universidad Pompeu Fabra despertaron en ella un interés por la seguridad. A falta de cuatro asignaturas para terminar el grado, decidió poner en pausa su carrera y dedicar todo su tiempo a este proyecto, fundado en 2022 tras realizar las prácticas en una incubadora de startups: “Comprobé que, si se tiene una misión en el mundo real, se puede llevar a cabo mediante un modelo de negocio”. “La universidad podía esperar, pero esta oportunidad no”, señala. Las granadas pacíficas nacen de la necesidad más pura. Las situaciones de miedo que tanto ella como su entorno más cercano han vivido, fueron el detonante a la hora de crear este artilugio: “Cuando he sentido temor, no he usado ninguna defensa. La mayoría no están hechas pensando en el tiempo de reacción que tenemos en un momento de pánico”. Además, instrumentos como el spray pimienta o armas blancas de menor tamaño, pueden inducir a más violencia. 

@julietarueff Estàs responent a @Mararía ♬ original sound - Julieta Rueff

Una forma de empoderamiento

“Nuestro éxito sería la bancarrota”, cuenta. No vender nada sería un sinónimo de que el acoso callejero y los abusos habrían terminado. Sin embargo, hablamos de un problema real y los falsos proyectiles se venden en toda España: “Hasta que esto no cambie, nosotros seguiremos siendo un mero parche. Nos gustaría poner fin a la brutalidad en la calle”. Cuando la economía empeora, la tasa de criminalidad asciende de manera inversamente proporcional, explica Julieta. Ella cree que la agresividad aumentará potencialmente en los próximos años, por lo que una educación en valores e igualdad será fundamental. “Hasta entonces nosotros estamos aquí para que puedas llegar a casa”, añade. Yolanda Besteiro, por su parte, cree esenciales las campañas de sensibilización a una edad temprana para que los más pequeños tomen conciencia: Los cuerpos de las mujeres no están en venta ni sirven para satisfacer los deseos sexuales de los hombres. No estamos en el mercado”. La cosificación camina de la mano con la abolición de la prostitución y la pornografía, así como con la enseñanza afectivo-sexual en las escuelas: “Desde los ocho años los niños son educados en una sexualidad salvaje y falocéntrica”.

Flam Aid referencia el fuego, la llama. “Buscamos empoderar a las personas que la usan, no victimizarlas”, relata Rueff. Ella habla del coraje interior necesario para combatir la violencia, un problema sistémico en la actualidad: “La explosión y la granada son símbolos de cambio”. Algo que comenzó siendo exclusivo para chicas jóvenes en áreas metropolitanas por su dinamismo, parece estar calando en otros colectivos vulnerables de nuestra sociedad. Según ella expresa, el 60% de su clientela son varones. “En un primer momento, yo me dirigía a un perfil parecido al mío y con el tiempo entendí que el público objetivo era más amplio”, confiesa. La necesidad de protección ha llegado al colectivo LGTBIQ+, a la tercera edad y a personas con discapacidades a las que es más complejo gritar auxilio o salir corriendo: “Nos hemos dado cuenta de que, al ser un mecanismo tan sencillo, podemos ayudar a más gente de la que creíamos”. Su precio es de 59,99 euros y se recomienda cargarla después de cada activación, aunque la batería puede durar más de 10 días. 

El mecanismo de fácil activación de Flam Aid envía una señal GPS a tres contactos de preferencia.

El mecanismo de fácil activación de Flam Aid envía una señal GPS a tres contactos de preferencia. / CEDIDA

El mensaje es claro y la portuguesa quiere que la calle vuelva a ser de quien fue en un primer lugar, de las personas. “Quiero que dejemos de limitarnos, que podamos vivirlo todo y que dé igual qué calle tengamos que cruzar”, insiste. Tras 18 años en el cargo, Besteiro ha sido testigo de los avances que el feminismo ha otorgado a la sociedad española, así como de la importancia de cooperar con otras luchas: “Las agresiones las sufrimos todo el mundo, y el miedo a ser asaltado lo tiene cualquier persona con factores de vulnerabilidad”. Pese a coincidir con Julieta en que las granadas pacíficas son para todo el mundo, la presidenta muestra su asombro ante la gran cantidad de hombres -más de la mitad del total- que compran este artilugio: “Me sorprende. Quizás se deba a que ellos saben que no deben tolerar ningún tipo de acoso. Por desgracia, nosotras lo normalizamos porque lo vivimos a diario”. Los tres valores con los que la joven define su proyecto son libertad, empoderamiento e inclusión: “No queremos dejar a nadie atrás. Buscamos una solución para todos”. 

“Mi misión es más grande que yo”

Emprender siendo mujer y  joven es sinónimo de una carrera de fondo, repleta de obstáculos y con temporal desfavorable. Especialmente en un sector como este, proteccionista con los métodos ya establecidos y reacio a la innovación: “A las empresarias se nos pone en duda en cada paso del camino. En mi caso, la vocación me ayuda a sobrellevar las críticas porque siento que mi misión es más grande que yo”. En su habitación y soldando con una impresora 3D. Así es como gestó los prototipos junto a Marc y Ana, dos ingenieros con experiencia en el mundo de la automoción. “Flam Aid no se construye solo. Sin ellos no habría sido posible. Estuvimos un año sin sueldo, solo probando a desarrollar un arquetipo”, defiende. Una vez diseñado, presentaron su idea a un grupo de inversores, quienes proporcionaron fondos a la joven para así poder industrializar y distribuir los artefactos como una solución real al acoso callejero: “Ha sido duro hasta que nos han tomado en serio. Fue un desafío no tener experiencia previa en el mundo laboral e intentar conseguir capital privado”. 

Las granadas pacíficas son la nueva moda contra el acoso callejero en España.

Las granadas pacíficas son la nueva moda contra el acoso callejero en España. / CEDIDA

En los últimos meses, revela haber recibido infinidad de mensajes positivos por parte de los clientes. Sin embargo, no puede pasar por alto algunos comentarios de hombres que dicen sentirse ofendidos por el trabajo que desempeña: “Si alguien se siente amenazado, es porque, seguramente, nuestro producto se usaría en su contra. Si tienen miedo de que lo usen con ellos, a lo mejor tienen que replantearse su forma de interactuar con las personas”. La empresaria reconoce que, a pesar de no haber reinventado la rueda en esta área, se ha sabido adaptar a los sistemas de protección existentes en la calle. Con ellas encima, las posibilidades de salir ilesa o ileso de una situación de violencia, son mayores. “Flam Aid nace para no ser usado jamás”, dice Rueff, quien ya trabaja en nuevos dispositivos para aquellos que quieran una herramienta más discreta: “Este año lanzaremos suscripciones a los servicios de emergencia, así como las opciones de grabar imagen y sonido para usarlas como material a la hora de denunciar”. Algún día, Julieta cumplirá su sueño de declararse en bancarrota y no ser necesaria. Aunque, por ahora, la sociedad no está preparada para soltar las granadas.