PINTURA
El misterioso cuadro de Juan Ramón Jiménez hallado oculto dentro de otro lienzo: "Ha sido una sorpresa mayúscula"
La restauración de un óleo sobre lienzo pintado por el poeta destapa otro cuadro, que es probablemente la mejor obra pictórica del Premio Nobel de Literatura: "Ha sido una sorpresa mayúscula"
Nada más verlo, María José Parrado, restauradora de arte, descolgó el teléfono y llamó a Antonio Ramírez Almanza. Antonio es el director de la Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez de Moguer, en Huelva. Allí se conserva, estudia, divulga y exhibe el legado del poeta, premio Nobel de Literatura en 1956. “Vente para acá que tenemos una sorpresa”, le dijo a Antonio, que no lo dudó. Cogió el coche y recorrió en un periquete los 70 kilómetros que le separaban de Sanlúcar la Mayor, donde tiene María José el taller.
“Ella me llamó con cierto misterio”, rememora Antonio, que sobre la mesa de trabajo de la restauradora se encontró con que había dos lienzos cubiertos por una sábana cada uno. En uno de ellos estaba la obra ‘Mujer con mantón de manila’, una de las más de 30 obras que el poeta pintó en su época de juventud.
Obra adquirida a un descendiente del poeta
El óleo sobre lienzo, fechado entre 1897 y 1900, había sido adquirido pocas semanas antes por la Casa-Museo a uno de los descendientes del poeta. Pese a que el lienzo no estaba firmado ni fechado, su existencia estaba “muy documentada” por Ángel Crespo, un gran estudioso del legado del que fue uno de los referentes de la generación del 98.
Desde la Casa-Museo le habían dejado a María José el lienzo para que lo restaurara con el fin de exponerlo, como siempre, porque ella es quien recupera y saca lustre a las obras de arte, muebles y demás enseres que se exhiben en la casa de Moguer, residencia del artista en su juventud, y que en su día pertenecieron al autor de ‘Platero y yo’.
Hasta ahí todo correcto, pero la duda le asaltó a Antonio. “¿Pero y esto que hay aquí?”, se preguntó señalando la otra sábana.
Una obra firmada y fechada
Al retirarla vio un dibujo de una niña, vestida de rojo y con un gesto extraño en la cara, como adusto. “Pues esto estaba debajo del otro cuadro”, le respondió María José. La obra, un óleo sobre lienzo también, de 70 centímetros de alto por 57 de ancho, estaba firmada y fechada (1897) por el propio Juan Ramón Jiménez. “Fue una sorpresa mayúscula”. Acababan de descubrir una obra inédita del artista escondida dentro de otra -estaban superpuestas, lienzo contra lienzo- y de la que se desconocía su existencia hasta ahora.
Eso fue hace no más de tres años, a los que siguió una labor de investigación para tratar de encontrar referencias a la obra en los escritos del poeta, como así había ocurrido con otras. “No hemos conseguido saber de quién pudiera tratarse. Lo pusimos en conocimiento de la comunidad de herederos y empezamos a indagar en quién pudiera ser la niña. Las características del trazo son distintas al de la ‘Mujer con Mantilla’, que podría ser una de las modelos que Salvador Clemente ponía a los alumnos para que las pintaran”, recuerda Antonio sobre el maestro con el que Juan Ramón Jiménez aprendió a pintar en sus años mozos en Sevilla.
El interés del poeta por todas Ias artes
Desde muy joven, el poeta mostró interés por todas las artes, sobre todo la literatura, pero su primera incursión artística fue la pintura, concretamente en el taller de un pintor costumbrista de Sevilla, donde dio sus primeros pasos pese a que sus padres querían que estudiara leyes. “Fue por entonces cuando empieza a frecuentar el Ateneo de Sevilla y conoce a la intelectualidad de la época, introduciéndose de lleno en la literatura. Él mismo dejó escrito que se le cayeron los pinceles del espíritu”, señala Antonio sobre el giro que Juan Ramón Jiménez dio a su vida artística. “Hubiese sido un pintor no menor; tenía conocimientos y posibilidades de haber sido un buen pintor”.
Pese a su corto periplo como pintor, dejó al menos 34 obras -18 están en el museo de Moguer-, que podrían haber sido muchas más ya que, pese a su éxito como poeta, siguió sintiendo que le bullía dentro esa expresión artística. Así lo dejó escrito en 'Ideología 1': “Todos los días siento varios ímpetus de pintar y de componer música, y siento que dentro de mí el músico y el pintor se van desarrollando al mismo tiempo que el poeta -tres seres distintos-, aprendiendo más y más y sin pintar ni componer. Y creo que de ponerme, en el acto esos progresos serían efectivos. Pero me domino, en la seguridad de que la vida es corta aun para una sola cosa y que se corre el peligro de convertirse en un aficionado general a las artes”.
Cinco pinturas del poeta adquiridas por el museo
Este mismo viernes, en la Casa-Museo se presentarán cinco pinturas de Juan Ramón Jiménez, adquiridas a la familia, entre ellas ‘Niña de rojo’, que, según expertos en pintura consultados por la Fundación, “es una de las mejores obras de Juan Ramón, sino la mejor, por esos trazos más gruesos, más libres, muy abiertos en el tratamiento del color. Es distinto a los otros cuadros de la época”, asegura Antonio, que aun así espera que a partir de su presentación “se hagan más observaciones por parte de especialistas en arte”.
Lo que se mantendrá siendo un misterio seguirá siendo la identidad de la niña y, sobre todo, el motivo que llevó a Juan Ramón Jiménez a esconder el lienzo. “Es que no lo sabemos, sería aventurarnos mucho. Igual había alguna razón oculta, como que no le gustase, por las características de exigencia del propio Juan Ramón Jiménez; que pintara a un familiar, o que se arrepintiera luego. En ningún momento en lo que escribió había referencias a esta obra igual que sí las hay sobre otras”.
En la presentación de los cuadros estará presente Carmen Hernández-Pinzón, sobrina-nieta del premio Nobel de Literatura y que ha tenido un papel vital para que estos cuadros acabaran en manos de la Fundación mediando entre sus familiares y la propia Casa-Museo, a la que siempre ha brindado toda su ayuda.
“Fue una enorme sorpresa el descubrimiento; es un hallazgo impresionante y una gran suerte que pueda estar en la fundación. Según la propia persona que lo ha restaurado, es el cuadro de Juan Ramón Jiménez que tiene mayor calidad. Al estar oculto durante tanto tiempo, además, ha hecho que se conserve tal cual”, apunta en conversación telefónica con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Carmen, que en todo momento estuvo al tanto de la operación para que los cuadros pudieran entrar en el catálogo.
"Podría haber sido un gran pintor"
Según asegura y como ha hablado con especialistas, su antepasado podría haber sido “un buen pintor, pero quién sabe... porque entonces nos podríamos haber perdido a un gran poeta”. Era Juan Ramón Ramón Jiménez, apunta, un fiel reflejo de aquella generación, tan versátil, tan de “hombres del renacimiento, con un vasto conocimiento y una formación impresionante, que entendían de todo”. De hecho, Juan Ramón Jiménez no siguió pintando lienzos cuando empezó a escribir, pero sí que pintaba él mismo las portadas de sus libros de poemas.
Además de su amor por la pintura, que también dejaba patente en sus versos, donde demostraba un “dominio increíble de los colores” a la hora de definirlos, el artista total de Huelva era un gran amante de la música -fue amigo cercano de Falla- y sus poemas tienen mucha musicalidad. “Es que se han compuesto muchas melodías y canciones sobre la obra de Juan Ramón Jiménez. Sus poemas son fácilmente musicalizables. Le pasa además con la música como con la pintura. Tú lees un poema suyo sobre el mar y tienes la sensación de que te habla un pintor cuando cuenta las tonalidades”.
Para la descendiente del Premio Nobel es también un misterio la identidad de la persona que es retratada por el poeta y tiene cierta esperanza de que alguien, a lo mejor, cuando la vea a partir de este viernes, pueda vincularlo a algún conocido o familiar suyo que quizá hubiera visto en fotografías antiguas. “Nos encantaría saber quién es”.