EDUCACIÓN INCLUSIVA

En uno de los 17 colegios con lengua de signos de Madrid: "Fuera de aquí, la realidad es otra y nos sentimos desprotegidos"

El IES Virgen de la Paloma (Madrid) cuenta con intérpretes en su plantilla desde hace 32 años, una herramienta académica que favorece la inclusión de las personas con discapacidad auditiva

Iván es uno de los 11 alumnos con discapacidad auditiva del IES Virgen de la Paloma en Madrid.

Iván es uno de los 11 alumnos con discapacidad auditiva del IES Virgen de la Paloma en Madrid. / DAVID RAW

Pablo Tello

Pablo Tello

Iván (23) es uno de los 11 alumnos con discapacidad auditiva que estudian en el IES Virgen de la Paloma de Madrid, que cuenta con seis intérpretes en plantilla este curso académico. Llegó al centro gracias al boca a boca y estudia el grado superior en Enseñanza y Animación Sociodeportiva: “Me enteré por un contacto de mi madre. Había hecho un ciclo medio y fuimos preguntando por varios institutos. Este tiene una amplia trayectoria con alumnado sordo y la diferencia en los contenidos me hizo decantarme”, explica a través de Sonia, una de sus guías. Tras un recorrido académico plagado de retos en la comunicación y el aprendizaje, Iván ha encontrado una motivación: “Mi objetivo es seguir trabajando y acceder a la universidad”. Son 17 los colegios e institutos de la capital que cuentan con intérpretes de lengua de signos, según un documento oficial de la Consejería de Educación e Investigación de la Comunidad de Madrid.

Para que alumnos como él encuentren motivación a lo largo de su etapa académica, es esencial una educación en igualdad de condiciones y oportunidades. En su caso, reconoce haberse sentido perdido o en desventaja durante su infancia y adolescencia: “El nivel era muy difícil como para comunicarme. Me costaba explicarme y no me entendían. Pedía que lo adaptaran y no siempre se podía”. Sonia, intérprete desde 1993, asegura que lo que comenzó siendo una prueba en algunos institutos como Santa Engracia o Islas Filipinas, ha terminado suponiendo una labor de integración vital. Estos profesionales son la vía de acceso a la comunicación de la persona sorda, además de un recurso para potenciar sus relaciones sociales. “Tenemos que ir explicando lo que dice el maestro, así como ir transmitiendo dudas o los comentarios que hagan el resto de compañeros”, añade la experta. Una exposición directa a la lengua de signos también para el resto de profesores, alumnos e integrantes de los centros educativos. 

Iván estudia el grado superior en Enseñanza y Animación Sociodeportiva en el IES Virgen de la Paloma.

Iván estudia el grado superior en Enseñanza y Animación Sociodeportiva en el IES Virgen de la Paloma. / DAVID RAW

La disposición a aprender lengua de signos no entiende de edades, cargos o intereses. De ello habla Ángel Sáez, miembro de la Jefatura de Estudios del IES Virgen de la Paloma, quien ha tomado un curso de iniciación. El instituto fue pionero 32 años atrás a la hora de apostar por la educación inclusiva en la capital: “Los alumnos aportan un certificado de discapacidad en la matrícula, además de especificar su situación en la preinscripción. Es importante contabilizarlos a principio de curso para solicitar el número de intérpretes en función de las horas necesarias”. Sáez explica que, cuando han faltado, se han visto obligados a valorar “cómo de necesario era o cuál de los alumnos era prioritario. Los años en los que se pueden cubrir todas las horas de clase, los alumnos y sus familias están encantadas”. Su presencia es vital para acceder a la información y sensibilizar al resto de alumnos desde la normalización. 

La inserción laboral, un asunto clave

De la presencia de Sonia y el resto de profesionales se benefician todos, no solo los alumnos con discapacidad auditiva. “Cada año aprendemos de ellos y con ellos. El objetivo es que con el paso del tiempo se convierta en algo habitual”, dice un Ángel orgulloso. El valor añadido que supone disponer de su presencia en un ciclo formativo es algo poco común en España y Sonia reconoce la buena labor del centro: “Aquí, tanto intérpretes como alumnos sordos estamos muy valorados, pero fuera de aquí la realidad es otra y nos sentimos desprotegidos”. De la misma forma, defiende la inserción laboral de sus alumnos, a los que preparan y aportan herramientas para afrontar la etapa profesional con la mayor independencia posible: “Aunque aquí los protegemos, tratamos de que cuando hacen las prácticas, tengan autonomía para trabajar y se rodeen de compañeros oyentes”. 

Iván signa la frase "La lengua de signos nos beneficia a todos".

Iván signa la frase "La lengua de signos nos beneficia a todos". / DAVID RAW

Una adecuada inserción puede romper con las barreras que atemorizan a tantas familias y hacer desaparecer las inseguridades que narran historias como la de Iván. “Son alumnos cuya predisposición inicial no era entrar en un oficio debido a las dificultades sociales. Una vez que se topan con el mundo profesional, se dan cuenta de que son capaces y de que existe una inclusión adecuada para ellos”, aclara Sáez. El Virgen de la Paloma, como otros tantos centros en la Comunidad de Madrid, es testigo de los avances que acontecen en el ámbito laboral: "Presenciamos la receptividad de las empresas. La mayoría se están adaptando a las personas con discapacidad, pero todavía no es tan frecuente como nos gustaría”. Los prejuicios caminan de la mano con la precariedad, de la que habla Sonia, pero que afecta a la inmensa mayoría de profesionales en lengua de signos de nuestro país.

Un precipicio al analfabetismo

De los 15.000 titulados en lengua de signos que hay en nuestro país, únicamente 1.000 desempeñan esta labor, según el informe Sondeo sobre la situación laboral de las guías e intérpretes de lengua de signos elaborado por la Federación Española de Intérpretes de Lengua de Signos y Guías-Intérpretes (FILSE) en 2022. “Los intérpretes se usan como un parche de accesibilidad al alumnado sordo, en lugar de darle una educación bilingüe”, defiende Leyre Subijana, presidenta de FILSE. Asimismo, promueve la contratación de profesorado nativo sordo en las aulas para enseñar las materias en lengua de signos: “La mayoría de intérpretes están subcontratados, con condiciones laborales muy precarias y sin posibilidad de estabilizar su puesto de trabajo”. Subijana hace referencia directa a los problemas de financiación y el desentendimiento político con este tema. 

Iván signa en la parte exterior del IES Virgen de la Paloma, en Madrid.

Iván signa en la parte exterior del IES Virgen de la Paloma, en Madrid. / DAVID RAW

Para ella, el problema no solo reside en el déficit de profesores nativos en lengua de signos o en la implementación de un modelo bilingüe, sino en las condiciones a las que se ven sometidos los intérpretes. “La precariedad viene en forma de contratos temporales y jornadas reducidas que no cubren todas las horas del alumnado en clase, un salario que no supera los 1.000 euros en muchos casos, la externalización de nuestros servicios o la escasez de puestos públicos”, enumera Leyre. Todo esto se traduce en un grueso profesional mucho más joven que en otros oficios, además de una fuga de profesionales: “Deberían contratar a nativos para ser el referente lingüístico, identitario y cultural de todo el alumnado sordo, considerar la lengua de signos como una asignatura más para que toda la clase pueda aprenderlo y garantizar la presencia de intérpretes en etapas educativas mayores”. 

En consonancia con su discurso, Carlos Espín, intérprete de lengua de signos en el grado medio de Preimpresión Digital del IES Islas Filipinas de Madrid, reivindica la carencia de intérpretes fijos en la plantilla de la capital. “Somos una herramienta que pone voz a los alumnos sordos. Sin nosotros, no accederían a los contenidos. Afectaría a su propia identidad y a sus habilidades sociales. Dejarles sin nuestra ayuda sería un acto de crueldad, un precipicio hacia el analfabetismo”, señala Espín. Pese a haber estado en varias ocasiones encima de la mesa, instaurarlo como asignatura continúa siendo un fracaso a nivel nacional: “A la gente no le interesa si no le toca de cerca. La sociedad se desentiende y hay colegios que la rechazan porque creen que puede ser un factor que ralentice la educación de sus propios hijos”. Una cuestión que ya no solo afecta a los márgenes, sino que mirar hacia otro lado ha dejado de ser una opción para muchos.