GASTRONOMÍA EN MADRID
El restaurante más escondido de Madrid está en un bloque de oficinas de Gran Vía y triunfa con sus migas y su cocido
El Hogar Extremeño, situado en la cuarta planta de la emblemática calle madrileña, se viralizó en las redes y ha pasado de no servir ni un menú (14 euros) a llenar cada día el restaurante
"Los clientes me dicen que es como comer en el salón de su casa. Eso a mí me encanta", dice Elisa, la cesionaria del espacio

Dos clientas, frente a una fuente de cocido, una de las especialidades del restaurante del Hogar Extremeño, en plena Gran Vía. / XAVIER AMADO

Hogar es una palabra que le viene al pelo a la casa de comidas de Elisa Paredes. En el amplio comedor principal, circular y con amplios ventanales que dan a la Gran Vía de Madrid, hay varios sofás y una chimenea con jarrones y objetos tradicionales en la repisa. Varios cuadros y pinturas costumbristas adornan las paredes, entre ellas un paisaje del Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe (Cáceres). Las banderas de España, Madrid, Extremadura y Europa presiden el comedor, que este miércoles, el “día del cocido”, está lleno, algo que es bastante habitual.
“Ha habido días que tengo que decir que no, que no hay sitio. Para este fin de semana, por ejemplo, lo tengo completo. Aquí ha habido sábados que hemos dado hasta 85 cartas, que no es tan fácil como dar menú del día”, cuenta Elisa en uno de los rincones de la sala, frente a una biblioteca con cientos de libros, la mayoría de autores de Cáceres y Badajoz. Porque estamos en el Hogar Extremeño, una de esas casas regionales tradicionales que se instalaron en Madrid a mediados del siglo pasado brindando a los inmigrantes de otras comunidades una ventanita para volver a asomarse a su hogar, a sus tradiciones.

Vista del comedor del Hogar Extremeño, con una cúpula con los colores y el escudo de la comunidad. / XAVIER AMADO
Casas regionales en Madrid
Cada vez quedan menos en Madrid de estas casas regionales, que en muchos casos incluían bar o restaurante [el Centro Gallego, en la Plaza Tirso de Molina, ha cerrado recientemente por obras en el edificio en el que estaba]. “El Hogar Extremeño, que es una asociación, abrió en 1951 y se organizan muchas presentaciones y eventos culturales”, informa Elisa, extremeña también, que emigró de su pueblo, Madrigalejo, a la capital, con solo 13 años, a cuidar niños. Con 15 se fue a vivir a Leganés con su hermana y, tras casarse, hizo sus pinitos de cocinera en el restaurante de su marido, Desiderio, el Salamar, una conocida marisquería en la calle Cartagena.
Hace dos año a su marido y a ella les surgió la oportunidad de llevar la cesión de este restaurante situado en el número 59 de la arteria principal de Madrid. Construido en 1901, el Hogar ocupa la cuarta planta de un edificio repleto de oficinas. Desde despachos de abogados a oficinas de turismo o estudios de arquitectura. Afuera del portal, en lo que da a la calle, no hay publicidad de ningún tipo, ni reclamo, lo que se convirtió en una losa difícil de levantar.
“Costó un poquito porque esto no se conocía demasiado. Al principio venían clientes que venían antes y mi marido me mandaba clientes de su restaurante, pero en febrero, marzo, de 2023, yo quería dejarlo ya”, recuerda ahora Elisa con cara de todavía sentir esa angustia, como si fuera ayer. “Estábamos otra persona y yo y había días que no dábamos ni un menú”.

Elisa, cesionaria del restaurante del Hogar Extremeño, en Gran Vía, posa con el cocido, uno de los platos estrella. / XAVIER AMADO
Fenómeno viral salvó el negocio
Pero el destino es caprichoso, y las redes sociales, hoy en día, hacen milagros. Su hijo, que estudiaba comunicación audiovisual, le abrió un Instragram, subió varias fotos “y un día vino Sonia, de Sereno de Madrid, que tiene muchos seguidores. Vino primero a una fiesta de catering y luego otro día de verano, que hacía mucho calor, recuerdo, tenía los estores a la mitad. Me pidió permiso para subir una historia y pasamos de 17 a trescientosypico seguidores en Instagram”, rememora sobre la ayuda que le dio El Sereno, una cuenta que divulga la historia, la cultura y el patrimonio de Madrid. A los pocos días le llamaron del portal Madridsecreto, una guía online de la ciudad a la que se les escapa una. “Me resistí un poco al principio, pero al final les dije que sí. Lo publicaron y fue llegar el primer día tras las vacaciones, el 29 de agosto, y ya dimos 15 menús. Al día siguiente fue una locura”.
El éxito se prolonga ya más de un año, porque la gente viene y disfruta, sobre todo de la autenticidad, porque ya no quedan casas de comidas así, con un menú del día tan competitivo en pleno corazón de la capital [14 euros]. “El otro día me viene un cliente y me dice que, aparte de la comida, está encantado aquí porque es como el salón de su casa. Eso a mí me encanta. No lo podría hacer en otro sitio”, cuenta Elisa, que en el menú ha desarrollado numerosas recetas de su tierra, como las habichuelas con tropezones, los callos con mucho morro y pata, otra de las especialidades, las fabes con matanza y la caldereta de cordero. “Son típicas cocinas extremeñas”.

Vistas a la Gran Vía desde uno de los rincones del restaurante del Hogar Extremeño. / XAVI AMADO
El cocido es el plato estrella
Pero sin duda su plato extrella es el cocido extremeño. “En Extremadura es muy grasiento porque se cuecen todos los ingredientes juntos, pero yo le di mi toque personal. Es parecido al madrileño porque los desgraso, con el chorizo y la morcilla parte, pero a la hora de servirse lo pongo todo junto, con su verdura, su zanahoria...”, explica la mujer, que resalta que las migas, la caldereta o frite -un guiso de cordero-, croquetas de jamón o de puchero y las carrilleras “están funcionando de maravilla”.
Para quien sea de buen yantar, está el menú extremeño, que incluye la ensalada del hogar, “que está muy rica”, el platos de migas y luego la caldereta. “Afortundamente la gente que no me conocía y viene sigue viniendo, han visto que es cocina tradicional y les gusta. Ven que es comer en casa de tu madre”, dice sin tirarse flores y reconociendo el trabajo duro de Adolfo, el cocinero, que lleva un año con ella, y de todo su equipo de cocina y sala.
Pese al éxito tiene todavía el hándicap de su ubicación, porque “al ser una asociación la gente te pregunta que si no es socia si puede subir. Yo les digo que claro que sí. Además, lo que ocurre es que al estar en Gran Vía no lo conoce casi nadie”. Eso le pasó a Pedro, un financiero, que ha venido a comer con su pareja. “Pues llevo varios años aquí viviendo y lo habíamos buscado alguna vez, pero no lo encontrábamos. Y, la verdad, vamos a volver. Nos hemos comido unos callos increíbles, que nos han puesto con el chorizo aparte”, relata el joven.
Entre la clientela, mucho jubilado, y también gente de oficina de la zona. “De este edificio no me vienen muchos porque han cerrado varios sitios, pero por suerte de otras oficinas cercanas sí tengo clientes que vienen en grupo. La gente tiene que saber que no hay que ser extremeño ni socio para venir a disfrutar”, concluye la cocinera, que está encantada también con los Tiktokers que vienen a hacer vídeos aquí, pero "me gustaría que me avisaran, pero todo desde el agradecimiento que les tengo por sacarnos".