VIVIENDA

Una pintada contra los "repugnantes nómadas digitales" en Lisboa se hace viral y agita el debate también en España

La elevada presión inmobiliaria de Portugal señala a los 'nómadas digitales' como los últimos culpables

"Son una pequeña parte del problema. La cuestión es que se han creado incentivos que alimentan el mercado inmobiliario", dice la activista portuguesa Rita Silva

Graffiti anti-nómadas digitales en Portugal

Graffiti anti-nómadas digitales en Portugal / Pieter Levels / Twitter

Analía Plaza

Analía Plaza

La fotografía de una valla con dos pintadas reivindicativas —"El trabajo mata y apesta", escrita en portugués, y "Los nómadas digitales sois repugnantes", escrita en inglés— se viralizó recientemente en Reddit y en Twitter, cuando la compartió el holandés Pieter Levels bajo la frase "mientras tanto en Portugal".

Levels es un conocido emprendedor que ha hecho del nomadismo digital su forma de vida: viaja con su portátil por el mundo creando proyectos, la mayoría de ellos relacionados con el trabajo en remoto. Fundó Nomadlist, un portal donde los usuarios puntúan las ciudades en función de lo bien o mal que están para vivir como teletrabajador, en 2014. En plena pandemia, y según contó en un podcast, Levels miró qué ciudades estaban fuertes en el ranking y observó que Lisboa empezaba a subir puestos. "Y entonces un amigo y yo dijimos: 'Ok, volemos a Portugal. Y terminamos viviendo allí ocho meses'", explicó.

Durante su estancia, al holandés le dio tiempo a crear un nuevo producto —Rebase, un servicio de asesoramiento legal para ayudar a otros 'nómadas' a establecer su residencia en Portugal— y a escuchar a los locales decir que la culpa del aumento de los precios era de los extranjeros.

Y es que la paciencia de los portugueses con perfiles como el de Levels, cuyos ingresos suelen ser más altos que los de la población de los países a los que van, se ha terminado. No solo aparecen pintadas: el pasado mes de noviembre, durante la feria de tecnología Web Summit en Lisboa, un grupo de activistas se manifestó en su contra. Recibieron a los visitantes con pancartas y distintos lemas. Por ejemplo: "un nómada digital = muchos nómadas forzados" o "una entrada del WebSummit > nuestro salario mínimo".

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"Yo fui una de las organizadoras", dice Rita Silva, activista por el derecho a la vivienda y parte del colectivo Hábita. "No tenemos nada en contra de las personas que viajan a Portugal, no hay xenofobia. La cuestión es que se han creado incentivos que alimentan al mercado inmobiliario y suben los precios. Y eso, en un país tan pequeño como Portugal, tiene un impacto brutal. Por otro lado, hay una cuestión de justicia: los migrantes que llevan aquí tiempo trabajando y pagando impuestos no tienen dónde vivir. La discriminación va en función de la renta. No estamos en contra de que las personas viajen, sino de las políticas que mantienen los altos precios de la vivienda".

En la página de Lisboa dentro de Nomadlist hay varios comentarios pidiendo a los nómadas que no vayan. "¿Puedes permitirte los alquileres insanos? Bien por ti. Pero ten en cuenta que le estás quitando la casa a otra persona. Los portugueses ya no pueden vivir en Lisboa debido a los elevados precios".

Un visado para nómadas (como España)

Portugal aprobó su visado para nómadas digitales el pasado mes de octubre. No fue el primer país en hacerlo ni sería el último: antes llegaron Estonia, Noruega, Alemania y otros tantos; después, España, que aprobó el visado para teletrabajadores internacionales en diciembre, dentro de la Ley de Startups.

Según datos del Ministerio de Exteriores portugués, hasta finales de enero se habían concedido 200 visados, siendo Brasil, Reino Unido y Estados Unidos los principales países solicitantes. En España aún no hay cifras. "Es prematuro hacer una explotación de esos datos porque lleva muy tiempo en vigor", sostienen fuentes del Ministerio de Inclusión.

Los requisitos para convertirse en nómada no son exactamente iguales en España y Portugal, pero sí se asemejan en algo: piden un mínimo de ingresos mensuales demostrables. En España, ese mínimo es del doble del salario mínimo (2.520 euros al mes en doce pagas); en Portugal, de cuatro veces el salario mínimo: unos 2.800 euros al mes. Como explicaron los activistas durante su protesta, con esos ingresos un nómada digital puede pagar mucho más por una habitación que un estudiante o trabajador portugués que viva en Lisboa. "La llegada de gente de fuera de Europa, principalmente americanos, está haciendo esta ciudad inasequible para quienes son de aquí", decían.

Los nómadas —o teletrabajadores— no llegaron de golpe a Portugal con el nuevo visado. El país vecino lleva años creando programas para atraer inmigrantes de ingresos altos. Destacan el visado para jubilados y receptores de ingresos pasivos superiores a 7.620 euros anuales y el régimen fiscal especial para profesionales "altamente cualificados", que rebaja al 0% los impuestos sobre rentas del trabajo y dividendos extranjeros. Son estos dos productos, precisamente, los que promociona Pieter Levels en su servicio Rebase. En 2019, había 27.367 beneficiarios del mencionado régimen fiscal especial (el RNH, de residentes no habituales).

Portugal también ofrece, como España, visados de oro: es posible obtener la residencia haciendo una inversión, que en el caso de ser inmobiliaria asciende a medio millón de euros. Desde su puesta en marcha en 2012, han concedido 11.535 autorizaciones. En España, según los últimos dados facilitados por el Gobierno a una pregunta parlamentaria de Íñigo Errejón (Más País), se han concedido 4.940 visados dorados a inversores, casi la mitad de ellos chinos. España tiene casi cinco veces más población que Portugal, de modo que el impacto allí es muy superior.

"Los nómadas son una pequeña parte del problema", dice la activista Silva. "Su visado se junta con otras medidas, como los visados de oro, el régimen fiscal para los no permanentes y las exenciones fiscales a fondos de inversión. El Gobierno ha anunciado ahora un paquete de medidas que pretenden resolver el problema de la vivienda, pero que no atacan a los programas de incentivos. La crisis de vivienda es enorme y hay mucho descontento".

Silva critica que, aunque el Ejecutivo socialista luso se ha llevado grandes titulares al anunciar el fin de las visas de oro y la obligación de alquilar casas vacías, la letra pequeña tiene truco y las medidas no atacan los incentivos a la inversión inmobiliaria, que son los que finalmente elevan el precio de la vivienda. "No es verdad que vayan a acabar con los visados de oro, porque se crea un mecanismo para conseguirlos de otra forma. Al mismo tiempo, se crean bonificaciones fiscales que animen a los propietarios a alquilar a un precio que ya no es accesible", sostiene la activista. "Y darán subsidios para pagar alquileres, lo cual mantendrá los precios altos".

Una tormenta perfecta

Con la creación del visado para nómadas y el mantenimiento de las 'golden visa', España sigue los pasos de Portugal. La pregunta es si veremos aquí algún día la misma reacción, o si tras décadas de turismo masivo estamos ya curados de espanto y los potenciales efectos de atraer a ricos teletrabajadores extranjeros pasarán más desapercibidos.

"Lo de Lisboa es un caso de tormenta perfecta. En España no hace falta que pase porque ya pasa", considera el antropólogo José Mansilla, que dedica buena parte de su investigación a estudiar los efectos del turismo. "Hay una base importante de la economía de grandes ciudades que depende de las rentas inmobiliarias. Es algo que suma a los procesos que ya ocurrían antes, pero igual que los de Lisboa, que tenían problemas hace unos diez o quince años con los estudiantes Erasmus. Es un tema de mercado inmobiliario y de atracción, en este caso, de personas con capacidades de consumo superiores".

En su opinión, los nómadas no dejan de ser el chivo expiatorio. "Ni en cantidad ni en actividad serán relevantes, pero se añaden a una cadena que ya está en marcha y actúan como representantes de las dinámicas inmobiliarias. En realidad, la gente no protesta contra ellos, sino con la incapacidad de acceder al mercado". Los grafittis y manifestaciones son, dice, tan simplificadores como los que han aparecido alguna vez en Barcelona contra los turistas.

Para Silva, por último, hay diferencias entre España y Portugal por una cuestión de tamaño. No solo a nivel nacional, también de las ciudades. Lisboa tiene más anuncios de Airbnb que Barcelona (19.700 vs. 15.800) y casi los mismos que Madrid (20.800), según los datos de la plataforma independiente InsideAirbnb, con menos de un tercio de la población (en Lisboa vive medio millón de personas, menos que en Sevilla). El turismo y los nómadas tienen más impacto. "Pero la situación no es tan distinta. En realidad, es un problema global", concluye.