PRIMER ANIVERSARIO EPE

El año en el que (casi) todos fuimos conscientes del cambio climático

La temperatura sube y los fenómenos meteorológicos se violentan en un periodo que ha supuesto un antes y un después para muchos escépticos

El aumento de concienciación ha coincidido con las olas de calor y la sequía de este verano

El aumento de concienciación ha coincidido con las olas de calor y la sequía de este verano / Agencias

María G. San Narciso

María G. San Narciso

Se complica para algunos sectores seguir negando la crisis climática. Este último año sus consecuencias se han hecho más evidentes que nunca. Las temperaturas han marcado récord. Hemos vivido incendios, sequías y fenómenos a un nivel sin precedentes. Aún lo hacemos.

En el caso concreto de España, los incendios forestales han arrasado más de 301.000 hectáreas solo desde enero. Es verdad que estas son las estimaciones del Sistema de Información Europeo de Incendios Forestales (EFFIS). Si se tienen en cuenta los últimos datos provisionales del Ministerio de Transición Ecológica (Miteco), la cifra desciende hasta las 260.000 hectáreas. Para que nos hagamos una idea, solo el Conjunto Monumental Alhambra y Generalife ocupa 10,6 hectáreas.

El doctor en Biología e investigador del CSIC Fernando Valladares y el decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, Eduardo Rojas, explicaba a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que hay varios factores que explican esto: "El cambio climático está de fondo, empujando estas olas de calor tan intensas que favorecen indudablemente los incendios, al secar los bosques y la vegetación, que prenden fuego muy fácil. También trae consigo tormentas secas, sin lluvia pero con impacto eléctrico y riesgo de chispas que puedan empezar nuevos incendios. Además, hay que añadir cómo pillan estas condiciones climáticas al monte, al prado, a los matorrales y a los bosques. El abandono rural ha hecho que en muchos lugares se acumule combustible que se vuelve muy peligroso".

Un año con menos lluvias

Las bajas precipitaciones también están suponiendo un problema. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) informó de que el periodo entre el 1 de mayo y el 15 de agosto de 2022 registró la menor cantidad de lluvia en España desde, por lo menos, 1950. También ha sido el año más cálido de los últimos 61. Antes no se recopilaban datos. Además, todo apunta a que los próximos meses seguirán siendo más cálidos de lo habitual y con menos lluvias.

Las sequías se están extendiendo a zonas templadas que estaban a salvo. La primera semana de octubre, los datos del Observatorio Europeo de la Sequía mostraron que el 27% del territorio se encuentra en condiciones de ‘alerta’, un punto más que en el periodo anterior. Los países que más zonas rojas presentaron fueron Francia, Reino Unido, Alemania, Hungría, Rumanía y Serbia.

En el caso concreto de España, las sequías no solo han supuesto problemas para las zonas desérticas: partes de Galicia, Vizcaya o Cataluña sufrieron restricciones por falta de agua.

Hemos visto como iglesias, campanarios, puentes y hasta pueblos romanos resurgían de entre las aguas de pantanos como fantasmas porque el nivel de su agua estaba -nunca mejor dicho- por los suelos. La reserva hídrica española tuvo en agosto su peor dato en dos décadas.

Meteorología extrema

En otras partes del mundo, varias regiones se han visto azotadas por fenómenos meteorológicos extremos. Por ejemplo, el huracán Ian brotó con violencia en el mar del Caribe, para tocar después tierra en Cuba, extenderse por el golfo de México y llegar a Florida como uno de los huracanes más poderosos jamás registrado en las últimas décadas.

El último gran informe sobre el avance de la crisis climática dejaba patente que, si bien el calentamiento global no ha provocado un aumento del número de ciclones tropicales y huracanes en las últimas décadas, sí que ha incrementado la violencia de estos episodios. Las inundaciones y las olas de calor han dejado miles de muertes en todo el mundo.

La subida de las temperaturas también está provocando que los mares se recalienten, con lo que en otoño podría haber borrascas demoledoras. Los registros históricos muestran que el mundo es ahora, de media, un grado más caliente que el mundo preindustrial. En lugares como el Ártico, el incremento se multiplica por cuatro.

En el último año hemos vivido incendios, sequías y fenómenos adversos a un nivel sin precedentes

El COP26

Todo esto se abordó con anterioridad en la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26), celebrada el pasado mes de noviembre, que se cerró con la promesa de posponer los grandes acuerdos en la siguiente edición, pero que sirvió para forjar varios acuerdos internacionales. Por ejemplo, los países reafirmaron el objetivo del Pacto de París de limitar el incremento de la temperatura media mundial a 2°C por encima del nivel preindustrial y esforzarse por no superar 1,5 °C.

También estuvieron de acuerdo en reducir las emisiones de metano, frenar y revertir la deforestación, impulsar energías limpias y poner fin a la venta de coches contaminantes.

Los países subrayaron la urgencia de actuar "en esta década crítica", en la que las emisiones de dióxido de carbono deben reducirse un 45 % con el fin de alcanzar las emisiones netas cero para mediados de siglo.

La emergencia llevó al Pacto de Glasgow para el Clima a instar a los países a presentar planes nacionales más enérgicos este 2022, en lugar de en 2025, como estaba previsto.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció en la ciudad escocesa que incrementaría un 50% la financiación climática, hasta llegar a los 1.350 millones de euros anuales a partir de 2025. Y Estados Unidos y China, los dos países más contaminantes, acordaron cooperar para frenar la crisis climática, después de que el expresidente estadounidense Donald Trump hubiera sacado a su país del Acuerdo de París.

Aunque muchos expertos tildaron de insuficientes estos acuerdos, son una muestra de que el cambio climático preocupa más que nunca y que el escepticismo es, cada vez, más marginal.