EL REARME ESPAÑOL

España forma a los militares contra ataques en el espacio

Militarización de la órbita terrestre: Defensa despliega inversiones de 4.000 millones y refuerza su mando de vigilancia espacial

Militares del Mando del Espacio en el Centro de Operaciones y Vigilancia Espacial del Ejército del Aire

Militares del Mando del Espacio en el Centro de Operaciones y Vigilancia Espacial del Ejército del Aire / EA

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Madrid

“Existen notables amenazas intencionales asociadas a la militarización espacial”, dice un documento del Mando de Apoyo Logístico del Ejército del Aire. La lista de amenazas contra activos de España en el espacio incluye “lanzamiento de misiles balísticos, armas anti-satélite, sobrevuelos de satélites con capacidades de vigilancia, inteligencia y reconocimiento o la degradación de sistemas propios de navegación por satélite”.

Y no es un guión de cine ni una distopía de la guerra espacial, sino una constatación de peligro firmada el pasado 13 de septiembre por el general Ángel Escuderos, subdirector de Ingeniería de Aviones de Caza y Sistemas Tripulados Remotamente. En pocas ocasiones una memoria justificativa de las Fuerzas Armadas ha entrado tan de lleno en la amenaza espacial.

Defensa constata que este país puede sufrir ataques en el espacio. Y para ello refuerza el COVE (Centro de Operaciones de Vigilancia Espacial), que integró en marzo de 2024 en el Mando del Espacio con militares previamente formados en los ejercicios OTAN Trident y Global Sentinel.

El último refuerzo es la adquisición de un simulador para formar a los militares en astrodinámica, mecánica espacial, cómo se mueven los objetos en el espacio. Proveedor: la tecnológica española GMV. El precio no supera el millón de euros. El objetivo: capacitar a los soldados del COVE para vigilar y defender satélites, máquinas que cubren “las necesidades de comunicación, localización y monitorización de nuestras Fuerzas Armadas”, se expone en la licitación.

Inversión de 4.000 millones

Ya no hay movimiento de fuerzas militares que se pueda llevar a cabo a gran escala y a distancia sin que satélites informen al mando de cómo es el terreno y dónde están adversarios y objetivos, y además asegure las comunicaciones entre unidades y entre máquinas y efectivos humanos.

El simulador, que debe operar este año, es solo parte de un programa espacial de gran presupuesto. Defensa, a través de la firma participada Hisdesat, tiene desde febrero en órbita el primer SpainSat NG, y lanzará el segundo desde Cabo Cañaveral (Florida) en otoño, para activar comunicaciones encriptadas para las Fuerzas Armadas, embajadas, CNI… , y prestar servicio a las comunicaciones de la OTAN. Cada satélite pesa seis toneladas -el máximo lanzado hasta ahora- y, puesto en órbita, cuesta 700 millones de euros. El programa cuesta en total 2.000 millones.

Recreación del satélite de observación Paz, de Hisdesat

Recreación del satélite de observación Paz, de Hisdesat / Hisdesat

Además, vigila 300.000 kilómetros cuadrados de territorio al día el sistema español PAZ, cuyo primer satélite, lanzado en 2018, cuesta 160 millones. Es fruto de un pacto entre Hisdesat y Airbus para crear una constelación de máquinas que dé autonomía a España en la capacidad de radar espacial. Se construye el PAZ 2, que sustituirá a su antecesor en 2028 tras una inversión de 1.700 millones, según fuentes de Defensa.

Ver para controlar

No solo los ataques son amenazas espaciales. Siendo alto representante de la UE para Exteriores y Seguridad, Josep Borrell ya advirtió en 2023 que la UE “se juega en el espacio activos por valor de 60.000 millones de euros”. Hablaba el eurocomisario de una “actitud hostil” de Rusia, pero los riesgos son también la meteorología espacial (asterorides), la desmesurada basura espacial (principalmente rusa y norteamericana) y el aumento de las megaconstelaciones que estados y empresas como, Space X y Starlink, de Elon Musk, están poniendo en órbita.

Contra eso también adiestra el simulador de GMV. La empresa española ha vendido además software, basado en el ECOSSTM (para consciencia situacional y gestión de tráfico), al sistema alemán de vigilancia espacial y a uno similar civil de Grecia.

“Para poder controlar el espacio hay que observarlo”, explica el ingeniero aeronáutico Miguel Ángel Molina, director general de sistemas espaciales de GMV, implicado también en los trabajos de su empresa en el EUSST, la red de vigilancia espacial con base en Torrejón (Madrid) y en la que participan Francia, Alemania, Portugal, Polonia, Rumanía e Italia.

Los militares españoles deben adiestrarse en “cómo funciona la dinámica de un satélite, simular medidas y posiciones de objetos, localizar, catalogar, cómo se identifica y cómo se inserta ese objeto en la base de datos de los sistemas anticolisión”, explica Molina.

Satélite IOD 1, de Indra y Enaire, lanzado este mes.

Satélite IOD 1, de Indra y Enaire, lanzado este mes. / Indra

Cuenta el ingeniero de GMV que es “común” en ciertas órbitas terrestres el “riesgo de colisión con objeto no colaborativo. Ante uno de esos te toca a ti moverte, y se pueden necesitar días dependiendo de la amenaza”.

Luch, el espía ruso

Entre las prioridades de defensa espacial que buscan España y Europa está el desarrollo de detectores infrarrojos para la detección temprana de misiles, y el cálculo de maniobras en situaciones del riesgo de colisión, que tanto tiene que ver con la basura espacial como con asteroides que se acercan a la tierra.

“Todo en el espacio tiene una derivada militar inmediata”, comenta Molina. Pero la militarización del dominio espacial tiene más que ver con amenazas intencionales, “establecer interferencias, espiar, destruir, algún día capturar…”, explica Molina, que recuerda que “los chinos han demostrado que ya tienen la capacidad de provocar explosiones en el espacio”

En el cuadro de amenazas hay una muy activa detectada desde hace años: el sistema Luch ruso, basado en el Olymp K, que en Rusia consideran un “satélite inspector”. Se mueve en órbita geoestacionaria y se aproxima a otros satélites de países OTAN para observar. Se le han detectado acercamientos desde 2014, sobre todo, a los Intelsat 8, 20, 36, 901 y 905.

La proliferación de máquinas en constelación es otro de los riesgos. Starlink, la red de Musk, ya tiene 6.000 satélites a 700 kilómetros de altura, pero en el diseño original se previó una tribu de 42.000 aparatos. Amazon lleva ese mismo camino. “En cinco años nos encontraremos más de 30.000 satélites dando vueltas”, prevé el ingeniero Molina. Son los previsibles; los que planean China y Rusia “no se cuentan”.

Ganar peso

El sector espacial gana peso estratégico para Defensa al tiempo que lo gana para la industria asociada. Lo acreditan los planes de Indra, principal firma del sector. Tras la compra de la mayoría en las empresas espaciales clave Deimos, Hispasat e Hisdesat la constitución de la sociedad Indra Space confirma que “la estrategia del grupo es crear una empresa capaz de construir un satélite completo que cubra toda la cadena de valor, con visión dual civil y militar, y que permita el control de las comunicaciones”, explica una fuente de la compañía.

Se expresa en el mismo sentido que lo hizo recientemente su presidente, Ángel Escribano, al describir su plan de nueva Indra ante los parlamentarios de la Comisión Mixta de Seguridad Nacional.

Indra, que ya intervino en el sistema de antenas activas del SpainSat NG, una de sus principales innovaciones, ya está presente en los programas europeos Iris2, Galileo, Egnos y Copernicus. En el ámbito civil ha creado la alianza Startical con Enaire, que acaba de lanzar su primer satélite, el IOD-1, para operar en el ámbito del control del tráfico aéreo desde el espacio.