ANÁLISIS

La suma siempre es para Yolanda

Alicante ha sido la pieza clave para desatascar el conflicto de la vicepresidenta entre Podem y Compromís sin dejar bajas en el camino y mantener todas las expectativas para lasgenerales

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo saluda al alcalde de València, Joan Ribó, en el acto 'Hoy empieza todo'.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo saluda al alcalde de València, Joan Ribó, en el acto 'Hoy empieza todo'. / Carlos Luján

Alfons García

Alfons García

Yolanda Díaz ha hecho malabares con las hojas del calendario electoral para subir y bajar al mismo tiempo, estar al lado de Podem y de su candidato, Héctor Illueca, y al mismo tiempo, quedar bien con el alcalde de València, Joan Ribó, gesto que es suficiente para no entrar en problemas con Compromís y Más País (Errejón), pero sin tampoco chocar con Pilar Lima.

Su interés, según deja claro su círculo más próximo, es la continuidad del Gobierno progresista en la ciudad, que es como decir sin decir con todas las letras que su objetivo es ayudar a Ribó, pero el acto no será un mitin como tal y la candidata valenciana de Podem podrá también tener su cuota de protagonismo.

Ribó, Puig e Illueca en la visita a un proyecto de viviendas sociales en Valencia.

Ribó, Puig e Illueca en la visita a un proyecto de viviendas sociales en València. / Biel Aliño

Los círculos pueden ser cuadrados si eres Yolanda Díaz, que al final de la jugada es también la ganadora de esta endiablada partida, porque sale a hacer campaña para todos y, también, mucho, para ella. Para su futuro.

Porque Sumar no tiene papeleta el 28 de mayo, pero está sembrando ya para las generales. A ella sí le toca ya regar si quiere triunfar a final de año, cuando sí esté en los carteles. Y ahora salva esta curva sin romper nada, manteniendo intactas las opciones de una plataforma amplia para las generales, donde quepan Podemos, Izquierda Unida y también Compromís y Más País.

Nada se ha roto, que parecía lo más difícil tal como han sido algunas de las tormentas con las líderes moradas. La suma verdadera puede que sea para Díaz, pero si nadie protesta es porque, de momento, todos creen que van a ganar algo.

Al final, de la olla de presión de los últimos meses ha salido algo de sentido común, aunque quizá tarde, después de desestimar entendimientos electorales previos. El ‘trellat’ llegó cuando desde la Comunitat Valenciana se planteó una posible salida: que la vicepresidenta y referente valorado hoy por la ciudadanía progresista (eso dicen las encuestas) estuviera en un mitin de su espacio político en Alicante, allí donde Unidas Podemos cree que tiene más difícil repetir los resultados de 2019 y donde las tendencias estatales empapan antes.

Pero los morados sabían que Díaz no podía cerrar puertas a su futuro y que algún gesto tenía que tener hacia el otro espectro de la izquierda de aquí, hacia Ribó, que había invertido también en ello. La solución es un acto cívico abierto sobre todo a la ambigüedad, a que todos lo interpreten a su beneficio. Fue a principios de esta semana cuando el equipo de la líder de Sumar trasladó el visto bueno final a la operación.

Si hay damnificados en esta operación son Pilar Lima y Joan Baldoví, aunque les toque poner buena cara. A ella porque también estará en la foto. Y a él porque Ribó también saca algo y València es la clave de bóveda para unos buenos resultados de Compromís: sin la ciudad, el castillo se desmorona.

El paso de Díaz por Valencia

Porque lo más normal, dada la posición de Ribó como alcalde, es que, si hay un efecto Yolanda Díaz, su paso por la ciudad el 25 de mayo en un acto social contra la ampliación norte del puerto favorezca la concentración en Compromís del voto a la izquierda de los socialistas.

Eso significa que la coordinadora autonómica de Podemos va a seguir teniendo igual o más de difícil llegar al umbral del 5 % que permite traducir los votos en escaños (concejales, en este caso). Y eso significa a su vez un riesgo para el bloque de las izquierdas, que ya vio en 2019 cómo el 4,17 % de las papeletas que se llevó la alianza de Podem y Esquerra Unida quedaba en nada: más de 16.000 votos que hubieran dado una victoria más holgada a los progresistas.

Al final, la operación de Díaz va a desnudar también el riesgo que asumieron algunos al no propiciar el entendimiento entre Compromís, Podem y EUPV para sumar y confluir.