A PUERTA CERRADA

Feijóo traslada a los diputados del PP su malestar por las dudas sobre su perfil de oposición

El líder del PP lucha contra el escrutinio sobre su forma de hacer frente al Gobierno y las dudas sobre lo que hará realmente si llega a Moncloa. En una reunión a puerta cerrada con los suyos dejó claro que el mensaje de "derogar el sanchismo" se cumplirá

Alberto Núñez Feijóo y Cuca Gamarra en el Congreso de los Diputados durante la visita de Gustavo Petro.

Alberto Núñez Feijóo y Cuca Gamarra en el Congreso de los Diputados durante la visita de Gustavo Petro. / JOSÉ LUIS ROCA.

Paloma Esteban

Paloma Esteban

La afirmación la hizo hace unos días en el último cara a cara con Pedro Sánchez en el Senado y desde entonces forma parte del discurso oficial. “La reforma más urgente es derogar el sanchismo”, espetó Alberto Núñez Feijóo al presidente del Gobierno. A tres semanas de las elecciones autonómicas y municipales, que se leerán como una primera vuelta de las generales de diciembre, el líder del PP lucha contra la falta de contundencia que desde algunos sectores de la derecha, también dentro del partido, le imputan, arrojando dudas acerca de lo que realmente hará si llega a la Moncloa.

Una especie de examen constante sobre la dureza en su forma de hacer oposición (recientemente el PP salvó la reforma del PSOE en la ley del ‘sólo sí es sí’ y ahora pone a disposición del Gobierno sus votos para reformar el delito de malversación tras el tirón de orejas de Europa) en comparación con su rival de la derecha, Vox, que siempre ganará por goleada en ese marco. La visita del presidente de Colombia al Congreso evidenció una vez más la distancia: los ultra plantaron a Gustavo Petro y Feijóo arrastró a su bancada a un aplauso en pie para marcar perfil institucional. Algunos dirigentes lo vieron “excesivo”, apuntando a que la cortesía y el respeto no implican “sobreactuación”.

Precisamente este día, el miércoles pasado, el líder del PP reunió a los grupos parlamentarios del Congreso y el Senado. En esa cita, a puerta cerrada, dejó claro que está “cansado” (según explican distintos asistentes) de las acusaciones de inacción, de inmovilismo o de las dudas sobre si es lo suficientemente duro contra Sánchez. 

En el partido interpretan que pretendió reivindicarse como un político autónomo, con referentes innegables dentro del propio PP, pero que rechaza el abuso en las comparaciones o la búsqueda constante de similitudes con periodos anteriores. No lo mencionó, pero algunos diputados y senadores comprendieron que quiso acabar con la idea de que si gobierna será una especie de continuación del Ejecutivo de Mariano Rajoy. La comparación con el expresidente gallego, en las formas sobre todo, son reiteradas. 

Y por eso Feijóo insistió ante los suyos en que cumplirá las promesas y será contundente con sus políticas. La realidad es que el líder del PP se ha comprometido a borrar del mapa las principales normas de la legislatura: la ‘ley Celáa’, la ‘ley trans’, la ley de eutanasia, la de memoria democrática y la modificación del Código Penal para recuperar el delito de sedición y dejar como estaba el de malversación, ahora también exigido desde la Comisión Europea si la directiva comunitaria prospera.

En Génova tienen detectado como el mayor problema de Sánchez (así aparece reflejado en todos los estudios que manejan) una profunda crisis de credibilidad. Hasta el punto de que los estrategas de la sede nacional creen que será “irreversible” y que eso le podría garantizar la victoria a Feijóo. En el caso del líder popular, su marca personal no inspira grandes pasiones, pero tampoco genera rechazo. Y esto último, insisten en su equipo más cercano, “es fundamental” en unas elecciones generales.

La crisis de credibilidad a la que se enfrenta Feijóo desde que llegó a Madrid tiene que ver con su propio aterrizaje. El análisis (externo y también interno, aunque en menor medida, porque el apoyo al liderazgo del gallego es total desde la caída de Pablo Casado y a pesar de otros líderes al alza) se sucede semanalmente. Y en el PP apuntan a la órbita del propio Gobierno, especialmente del PSOE, como “generadores” de polémicas y dudas sobre la capacidad del expresidente de la Xunta para llegar a la Moncloa. 

Algunos colaboradores de Feijóo hacen el recuento de todas ellas: la popularidad de Ayuso y las consecuencias de una mayoría absoluta en mayo, la posibilidad de que no vaya a ser el candidato a las generales si en mayo no se produce el cambio de ciclo tan anunciado, su escasa proyección internacional, la falta de idiomas o la idea de que “Madrid le queda grande”. “Lo han intentado todo. Y lo van a seguir haciendo”, apuntan en Génova, recordando lo que este diario ya publicó hace semanas: que esperan una campaña dura y que se enfocará contra la figura del propio Feijóo. “Hay que prepararse para lo peor”, advertían entonces.

El otro mensaje de Moncloa a ojos del PP y que buscan combatir con el mantra de que “derogará el sanchismo” (bajo la idea de que el Gobierno legisla para minorías poniendo la ideología por delante del interés general), es la de que Feijóo “representa al pasado” y no el futuro. El Gobierno contrapone el perfil internacional de Sánchez como una garantía de modernidad frente a las “recetas caducas” del gallego “ya conocidas”.

A pesar de la mano tendida en asuntos que el PP considera “de Estado” (la reforma del ‘sí es sí’ fue asimilada por Feijóo desde el primer minuto a pesar de las dudas de cargos del PP y dirigentes territoriales, partidarios de dejar al Gobierno “hundirse con un error que es solo suyo” o modificar la malversación lo antes posible) el partido cree que su líder pretende un endurecimiento del discurso en este año electoral para disipar cualquier duda sobre la contundencia con la que piensa actuar. 

Asumir la ‘ley del aborto’ (Rajoy no la derogó teniendo mayoría absoluta) también le costó meses a Feijóo y algunos ajustes en el discurso. En el PP entienden que se trata de una ley “asimilada” por la sociedad y que no tiene sentido revertir. El reciente debate sobre la gestación subrogada generó algún otro bandazo en la posición conservadora. Los debates sociales y morales siempre provocan fricciones en las distintas sensibilidades que conviven dentro del PP. La posición de Feijóo sigue siendo aplazar los debates al momento adecuado y no inclinarse demasiado hacia uno de los lados. “Eso no va a cambiar”, insisten distintos dirigentes del partido, negando que esté reñida una postura “serena” con la dureza política que irá a más.