GUARDIA CIVIL

La nueva directora de la Guardia Civil hereda "el problema Pérez de los Cobos"

Historial: de las operaciones especiales contra ETA a la asesoría ministerial, a la lucha contra el 'procés' y a un pleito contra Marlaska

El coronel Diego Pérez de los Cobos, a su llegada a Tribunal Supremo a declarar en el juicio del procés, el 1 de febrero de 2018.

El coronel Diego Pérez de los Cobos, a su llegada a Tribunal Supremo a declarar en el juicio del procés, el 1 de febrero de 2018. / José Luis Roca

Juan José Fernández

El coronel Diego Pérez de los Cobos Orihuel encarnó el principal problema político para la directora saliente de la

Guardia Civil

María Gámez, y ya encarna el primer problema político de la directora entrante, Mercedes González, antes de la jura del cargo.

Es lo que tienen los pleitos por la vía de lo contencioso: que se eternizan mientras el mundo sigue girando. Tres años después de su cese por "pérdida de confianza", Pérez de los Cobos ha visto salir del puesto a la jefa que lo cesó la tarde de un domingo 24 de mayo, pero la que llega no es precisamente una figura política afín a la anulación que ordena el Tribunal Supremo.

No obstante, no parece que volver a mandar una demarcación de la Guardia Civil fuera ya objetivo principal del litigante. En el pulso que ha mantenido -y mantiene- con el gobierno socialista, llegó un momento procesal en que al coronel lo movía más no terminar su carrera como habían decidido sus mandos políticos –envió al juez el reiterado argumento de que Interior, con el cese, dañaba su ascenso a general- que volver a regir una comandancia.

No al menos regir una comandancia con escasas funciones -por la existencia, por encima, de una jefatura de Zona que ocupa el mismo territorio-, aunque sí pueda llegar a ser estratégica si, contra la costumbre, una jueza instructora de un caso clave nombra policía judicial a la Guardia Civil en lugar de a la Policía Nacional, como suele corresponder para asuntos ocurridos en suelo urbano.

Así ocurrió en el caso con el que Pérez de los Cobos se estrelló con Interior. La jueza Carmen Rodríguez-Medel, que había aspirado a la dirección general de la Guardia Civil, prefirió guardias civiles y no policías para investigar supuestas responsabilidades de la Delegación del Gobierno y del Gobierno mismo al autorizar la manifestación feminista del 8-M de 2020, cuando llegaba la ola del covid. Y dentro de la Guardia Civil no requirió a la Unidad Central Operativa, somo suele ser cuando se pide al Cuerpo funciones de policía judicial, sino a la Comandancia de Madrid... que mandaba Pérez de los Cobos.

Del inusual encargo judicial informó al principio el coronel a su cadena de mando. Luego no, mientras se filtraba un informe policial lleno de inexactitudes y bulos que buscaba, aunque fuera con alfileres, la imputación de algún cargo del Gobierno en plena pandemia. O sea, el sueño de Vox y el PP de Pablo Casado. 

Pasados tres años de aquello, el triunfo de una resolución en casación del Supremo le llega a Pérez de los Cobos sentado a sus 59 años a las puertas de un ascenso totalmente improbable, perdido, al generalato.

Y eso que hubo un tiempo, cuando su dedicación era la lucha contra

ETA

, en que se ganó el apego de un político que lo habría propuesto en el Consejo de Ministros. 

Alfredo Pérez Rubalcaba

 lo colocó a su lado como asesor. Tocaba entonces moqueta un joven teniente coronel que había ingresado en la Academia General Militar en 1983, y que recién salido de teniente optó por un puesto en el GAR, unidad de élite de la Guardia Civil entonces llamada Grupo Antiterrorista Rural (hoy Grupo de Acción Rápida). Su medio millar de agentes fueron decisivos en la lucha contra ETA durante la durísima etapa de los 90, jalonada por la metralla y los funerales.

En esa época se dejó Pérez de los Cobos, como tantos oficiales, pelos en la gatera de los tribunales, si bien saliendo absuelto de una acusación de torturas a un integrante del ‘comando Bizkaia’.

Pero eso fue cuatro lustros antes de que en ciertos despachos de Interior se hablara del “problema Cobos”, la creciente tensión con el que terminó de deteriorarse, tras tantas misiones estratégicas, su carrera como oficial clave y de confianza del instituto armado.

La desafección

El “problema Cobos” empezó a ser una historia de creciente desafección de su protagonista con algunos -no todos- de sus mandos militares, y también con la directora Gámez y la entonces secretaria de Estado de Seguridad, la socialista valenciana Ana Botella, y el posterior, Rafael Pérez.

Han contado fuentes de Interior que, antes de informar y no informar a sus superiores sobre una delirante investigación policial y judicial acerca de contagios de covid movidos por una manifestación feminista, ya había tenido serios roces con la cúpula a cuenta del intento de obtención de una copia de vídeo de un grupo de ultras imprecando a Pablo Iglesias en un Opencor de Galapagar. También por la filtración, otra vez desde su comandancia madrileña, de una orden suya tergiversada de retirar banderas de España que otros de extremistas habían dejado colocadas junto a la casa del entonces vicepresidente del Gobierno. Actuaciones ambas sin requerimiento judicial –explican esas fuentes- ni información a sus jefes.

Esa era la recta final de un protagonismo otrora fulgurante. Pérez de los Cobos no era precisamente “el problema” en Interior cuando, en el otoño febril de 2017, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña requirió para mandar el operativo policial antirreferendum en Cataluña un alto oficial como él. Incluso aunque hubiera pasado por las cocinas: la jefatura del Gabinete Técnico de la Secretaría de Estado de Seguridad y la dirección de Coordinación y Estudios del ministerio -el cogollo de decisión sobre los fondos reservados- cuando el ministro Jorge Fernández Díaz compró la 'Operación Cataluña' que le vendía el excomisario Villarejo y cuando constituyó la 'policía patriótica' que tanto trabajo da ahora a los tribunales .

El procés fue un capítulo enorme en su carrera. Se cuentan por cientos de millares las visualizaciones en Youtube de su famoso relato al juez Marchena sobre lo que llamó “el escenario B” del 1-O: el dispositivo de reacción preparado para el caso de que el despliegue de los Mossos contra el referéndum soberanista “fuera insuficiente, inadecuado o ineficaz”, tras una “diferencia palpable de criterio” que mantenía con el mayor Trapero.

Abrazo del oso

Vox, Ciudadanos y PP se han lanzado a pedir la dimisión del ministro Marlaska al frente de Interior después de trascender hoy la decisión del Supremo de anular el cese de Pérez de los Cobos. Sin otras consideraciones de su carrera, sólo el hecho de que fuera Marlaska el que ordenara su cese le habría valido a Pérez de los Cobos la aclamación de la derecha -y los abrazos de oso de la extrema derecha- que atrae la figura de un jefe de la Guardia Civil cuyo padre, Antonio, médico en Yecla, fue candidato de Fuerza Nueva por la circunscripción de Murcia en las generales de 1977.

Ese detalle biográfico es solo un ítem y no un hito en su biografía, dicen sus cercanos. La historia presenta a veces esas curiosidades: el procés se cruza con dos hermanos Pérez de los Cobos. El mayor, Francisco de Asís, era presidente del Tribunal Constitucional entre 2013 y 2017, cuando esa máxima instancia de interpretación de la Carta Magna se pronuncia contra los primeros intentos de referéndum (entonces bajo la figura de “consulta popular no referendaria”). Al hermano menor tocó pararlo por la fuerza.

Tras pasar por Cataluña en 2017, llegar en 2018 a la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid hubiera parecido el arribo a un remanso tras la batalla. Pero fue ahí, en Madrid, donde le esperaban los escollos más afilados, unos bulos desestabilizadores sobre el 8-M y la pandemia, muy del gusto de la ultraderecha cacerolera de Núñez de Balboa, que investigaban unos guardias con ganas de creérselos.