LIMÓN & VINAGRE

María Gámez, su honor fue su condena

La exdirectora general de la Guardia Civil ha sido la última en ocupar un puesto que, salvo excepciones, apenas da para un rato. En uno de los mayores cambios de imagen de los cuerpos militares de España, desde Luis Roldán la consigna es ‘tolerancia cero’

La exdirectora de la Guardia Civil, María Gámez, en Limón&Vinagre.

La exdirectora de la Guardia Civil, María Gámez, en Limón&Vinagre. / EPE

Jorge Fauró

Jorge Fauró

Qué tendrá el cargo de director general de la Guardia Civil, que desde su creación hace 179 años por el Duque de Ahumada, apenas un puñado de sus sucesores —bastan las dos manos para enumerarlos— han sobrepasado los tres o cuatro años al frente de la orden benemérita. La nómina de los 82 responsables —83 con la recién nombrada Mercedes González— que han ocupado el alto mando de esta institución militar al galope de tres siglos está poblada de mandatos tan breves (varios meses, un año, dos años) como, en muchos casos, salpicados de claroscuros.

A lo largo de su historia ha logrado, sin embargo, darle la vuelta a la percepción social de un cuerpo que arrastró leyenda negra durante décadas, labrada con la dispensa que daba la autoridad y el bigote, pasando del aristócrata militar al frente de centenares de tuercebotas tocados de tricornio repartidos por la España de El crimen de Cuenca y la posguerra civil a su actual estatus disciplinado, cercano, incluso amable, en que sus casi 90.000 integrantes gozan de más popularidad y cercanía social que quienes, en varios casos, se han prestado a dirigirles.

El honor es mi divisa es el lema que preside la entrada a los cuarteles. En el caso de María Gámez Gámez (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 54 años), su honor ha sido su condena. Dimitió días atrás al conocerse las implicaciones de su marido en un caso de corrupción cuando era jefe de Gabinete de un consejero andaluz, en una pieza separada del infame caso de los ERE, vergüenza del PSOE y mantra de la oposición. Por acotar: el caso apunta a presuntos delitos de prevaricación, malversación y blanqueo por los fondos transferidos por el cuñado de Gámez cuando presidía una empresa participada por la Junta de Andalucía, a favor de una sociedad propia que a su vez derivó dinero a otra mercantil del marido de la dimitida / destituida, Juan Carlos Martínez. El cónyuge de la exresponsable de la Guardia Civil era directivo de una entidad de la Junta. La Policía Nacional sospecha que él y dos de sus hermanos se beneficiaron de un "lucro injusto".

Pero además, y aunque no puede atribuirse a su periodo, en los poco más de tres años que ha dirigido a la Guardia Civil, Gámez heredó la patata caliente de los recién destapados caso Mediador y caso Cuarteles, ambos con dos altísimos mandos del cuerpo implicados en operaciones sospechosas de latrocinio y puestos al descubierto por diarios de Prensa Ibérica como el que usted tiene en este momento en su pantalla.

En el primero de ellos aparece un general de división responsable de la compra de material defectuoso para la cooperación militar en la región africana del Sahel; en el segundo, el nombre de un teniente coronel (la cúpula de la institución) ligado a presuntas irregularidades en la concesión de obras en hasta 13 comandancias. De confirmarse las sospechas del departamento de Asuntos Internos de la Guardia Civil, estaríamos ante el mayor escándalo de la Benemérita desde tiempos de Luis Roldán.

La honorable dimisión de María Gámez el pasado 22 de marzo sonó, por tanto, a destitución. No está el año electoral para arrastrar escándalos hasta el día de las votaciones. "Me voy —adujo Gámez— por principio y honestidad". De nuevo el honor, divisa y condena al mismo tiempo.

La exdirectora general de la Guardia Civil, la malagueña María Gámez, durante su comparecencia.

La exdirectora general de la Guardia Civil, la malagueña María Gámez, durante su comparecencia. / EFE/Javier Lizon

Paradojas de la política, con Roldán se rompió un techo de cristal (primer civil al frente del organismo militar) y con María Gámez, otro. Primera mujer al mando de la Guardia Civil, harían falta otros dos siglos para que tantas mujeres como hombres ocuparan la Dirección General desde la época del Duque de Ahumada. Con el nombramiento de Mercedes González se persevera en que las políticas de igualdad también penetren en los poros de la institución. Las mujeres representan el 8,97 % en el cuerpo 35 años después del primer ingreso.

De perfil público bajo y discreto como requería su cargo, la cuenta de Twitter de Gámez apenas tuvo actividad desde que fue nombrada en enero de 2020. Ni siquiera después de su dimisión. Hoy es un espacio virtual tan abandonado como solitario, metáfora de la vida que se entiende mejor con la frase con la que se presenta ante sus casi 20.000 seguidores: "La política es un estado transitorio. La lucha por la justicia, una batalla permanente". Quien lo probó lo sabe.