LEYES CONTRA EL MALTRATO ANIMAL

El trámite del Congreso que sembró el caos, enfadó a todos y refleja que PSOE y Podemos se llevan mal

La tramitación de las leyes de bienestar animal y de reforma del Código Penal contra el maltrato a los animales ha sido tan tortuosa que ha brindado momentos hilarantes, como la irrupción en plena ponencia de la secretaria de Estado para la Agenda 2030, que no es diputada, con el fin de negociar la enmienda sobre los perros de caza

Belarra y Montero en el pleno en el Congreso de los Diputados

Belarra y Montero en el pleno en el Congreso de los Diputados / EFE/Fernando Villar

Ángel Alonso Giménez

Jon Iñarritu es el diputado más veterano de EH Bildu; también ha sido senador. Sabe bien lo que se hace en el Parlamento. Quienes le conocen y le tratan a menudo dicen de él que es hábil, correoso, sabe esconder bien los ases en la manga. Y suele tener buen humor.

Pero el pasado 22 de diciembre, sobre las 17.00 horas más o menos, en la Comisión de Derechos Sociales del Congreso, sesión convocada con escasa antelación para aprobar los dictámenes de las nuevas leyes contra el maltrato animal, a punto sus señorías de irse de vacaciones navideñas, Jon Iñarritu pronuncia estas palabras:

“Hay una recomendación que es no tomar la palabra o no hablar mucho cuando se está enfadado, y teniendo en cuenta tanto el fondo del asunto como el procedimiento de esta Comisión, lo mejor es que yo no tome la palabra o que no hable en esta ocasión”. Y no habló.

Poco después, el diputado del PNV Joseba Agirretxea asegura: “Yo llevo enfadado con esta ley desde que vino a la Cámara”. Y su desaire no se debía sólo al contenido, aunque sobre todo se debía al contenido. También se debía al procedimiento

Unos dos minutos más tarde, el diputado de Cs Guillermo Díaz comienza así su intervención, muy en su estilo: “Reconozco que la tramitación de la ley ha ido haciendo variar el sentido del voto de mi grupo parlamentario hasta un punto al que no nos hubiera gustado haber llegado. Le atribuyen a Bismarck —no está muy claro— la frase de que es mejor no saber cómo se hacen las leyes y las salchichas, pero todas las salchichas del mundo están mejor hechas que esta ley”.

En representación del PDeCAT, Genís Boadella, que es un tipo calmado, afirma que el proyecto de ley de bienestar animal, así como su apéndice para reformar el Código Penal (el trámite abordó dos leyes, no una), ha recorrido una “historia bastante desafortunada en cuanto a su tramitación”, caracterizada por “vaivenes de convocatorias y desconvocatorias cinco minutos antes de las reuniones”.

No terminaron aquí las muestras de despecho. Joan Capdevila, de ERC, hombre dialogante, también con sentido del humor, manifestó esto: “Si algún día tengo que dar una clase para explicar cómo no debe hacerse una ley, creo que estoy asistiendo al mejor de los ejemplos”.

Milagros Marcos, del PP, no es que estuviera enfadada; estaba enrabietada: “Para falta de respeto, la de esta Comisión. Para falta de respeto, la tramitación de esta norma. Falta de respeto al Parlamento. Se puede hablar de tensión cuando hay negociación política, pero cuando lo único que hay es autoritarismo e imposición se habla de falta de respeto y se habla de pedir amparo a la Presidencia”.

El presidente de la Comisión de Derechos Sociales es el socialista Joan Ruiz, unas cuantas legislaturas a sus espaldas. Cómo tendrían que estar los ánimos que aquella tarde inicia la sesión de este modo: “Quiero pedir disculpas por las convocatorias y desconvocatorias de esta semana, y especialmente por la última media hora”.

"Chapuza"

No hace falta escribir mucho más para indicar que la tramitación de la ley de bienestar animal y de la reforma del Código Penal para endurecer los castigos contra los malos tratos a los animales ha sido polémica. Algo más que polémica. La palabra usada por las cinco fuentes consultadas por este medio es “chapuza”.

El inicio de la historia se remonta a octubre de 2022, cuando, tras un complejo debate de totalidad, el proyecto del Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos queda listo para la recepción de enmiendas. A finales de mes, los grupos las presentan. Surge entonces la primera irregularidad: que se acaba el plazo de registro de propuestas para cambiar el texto y acto seguido se abre un ciclo de comparecencias, y generalmente se hace al revés.

Algunos portavoces se quejan ante la Mesa de la Comisión de semejante anomalía. Si para algo sirven las asistencias de expertos sectoriales es para redactar dichas enmiendas. No extrañó a las fuentes que uno de los ponentes pidiera disculpas a los expertos y expertas cada vez que le tocaba intervenir. Total, lo que dijeran serviría, como mucho, para negociar transacciones al contenido inicial.

Durante casi todo el mes de noviembre se suceden las comparecencias. Hay días que van más de cinco especialistas. No es poco trabajo lo que supone esto. De repente, los grupos que sujetan al Gobierno comunican a la oposición que se procederá a la ponencia. Tres reuniones se celebran. La última, la del 14 de diciembre, es tremenda.

A ese día llegan PSOE y Unidas Podemos con las garras afiladas. El grupo socialista había presentado una enmienda para retocar el artículo 1.3 y añadir un apartado que excluya del radio de protección a los perros de caza y a los canes de las Fuerzas Armadas. A Unidas Podemos le parece una afrenta que, además de descafeinar la norma, ataca al nexo político de la coalición.

Durante varios días estuvieron negociando y el Ministerio de Ione Belarra, que en esta disputa parlamentaria ha estado representado por la secretaria de Estado Lilith Vestrynge, quien no es diputada, llegó a plantear una propuesta similar a lo que señala la regulación de Castilla-La Mancha, en donde gobierna un socialista llamado Emiliano García-Page.

Y llega entonces el citado 14 de diciembre. Antes de la ponencia, Unidas Podemos anuncia un acuerdo con el PSOE al respecto que el PSOE, después, desmiente. Que no. Que no van a cambiar su enmienda sobre los perros de caza, dicen airados. Los “morados” se enfurecen. Empieza la ponencia.

Vestrynge se encuentra en la sala con parte de su equipo. Que un cargo gubernativo se inmiscuya en el trabajo parlamentario de tal manera es inédito. El problema, cuentan todas las fuentes, no fue sólo que estuviera presente, sino cómo está presente. La secretaria de Estado trata con los ponentes la cuestión más peliaguda, la enmienda del PSOE sobre los perros de caza, y hasta llega a dialogar con la delegación socialista directamente. Dos fuentes afirman que incluso ironizó con que en el partido de Pedro Sánchez mandara más "el PSOE de Jaén" que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños.

Fue una alusión al trasfondo político al que acudió el Partido Socialista para proponer la enmienda de los perros de caza, pactada con el sector. Las presiones de federaciones en las que la economía cinegética tiene relevancia han sido notorias, no se disimulan. Estructuras del partido en provincias andaluzas, castellanas, aragonesas o extremeñas han estado muy pendientes de la redacción de la norma, y se han salido con la suya. Se acercan las elecciones municipales.

La presencia y la actitud de Vestrynge enfadó a los ponentes, pero la ponencia continuó y forjó un informe en el que, no obstante, no aparece la enmienda del PSOE. Los socios ganaron tiempo de esta forma. Las pretensiones de pacto, si las hubo, cosa que las fuentes dudan (las del PSOE no dudan: no hubo tal pretensión), no cuajaron porque en el dictamen sí entró la enmienda.

Así lo decidió la mayoría PSOE-PP en la sesión de la Comisión del 22 de diciembre. Unidas Podemos no votó a favor de ese punto, pero sí respaldó el texto global. Fue un gesto. Unas fuentes detectaron opciones de pacto. Otras, no. No lo ha habido, de hecho, como se ha comprobado este jueves en el pleno.

El caos

La antesala de la Comisión ilustra con nitidez el caos en que se llegó a convertir el trámite de las leyes de bienestar animal y de reforma del Código Penal contra el maltrato animal. Se convoca reunión de Mesa y de portavoces de la Comisión para el 13 de diciembre y aquí se fija el 15 como fecha de la sesión que avalaría el dictamen. Se desconvoca. No hay acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos. Los demás grupos se enfadan.

La Mesa y los portavoces de la Comisión se ven ese día 15 y conciertan una nueva sesión para el 20, que otra vez se desconvoca. El pacto no se produce; el enfado crece. Nueva convocatoria para el día 22, ésta sí, ésta se mantiene, pero se convoca con antelación cuestionable y encima, por si fuera poco, se retrasa porque…

Porque no llegan ni el presidente de la Comisión ni algunos ponentes. Se enervan sus señorías. Hace un rato terminó el último pleno del año. Los diputados y diputadas cancelan vuelos, cambian billetes de tren, reservan hoteles. Un día más tarde a casa. Están que trinan. Comenzó la reunión media hora tarde. 

Y así volvemos al principio de esta crónica. Crónica sobre "el trámite más chapucero que he visto en mi vida" parlamentaria, dice una fuente. Trámite que, sin embargo, continuó esta semana, hasta este jueves exactamente. Unidas Podemos se afanó en convencer a ERC y EH Bildu. El PSOE, también, pero tras cerciorarse de que la nueva legislación de protección de animales podía fracasar. Esa tardanza ha enfadado a los "morados". Un motivo más de enfado. Y van...