CRÓNICA POLÍTICA

Año de elecciones, año de 'adioses'. La melancolía acampa en el Congreso

Es habitual que los políticos piensen en cambios vitales cuando se avecinan elecciones, y en el Congreso hay muchos diputados y diputadas en esa tesitura. Ana Oramas, Joan Baldoví y Tomás Guitarte son tres de los que dirán adiós al escaño tras los comicios del mes de mayo y han contado a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA sus emociones y algunos recuerdos

MADRID. La diputada de Coalición Canaria Ana Oramas

MADRID. La diputada de Coalición Canaria Ana Oramas / Alba Vigaray

Ángel Alonso Giménez

Ana Oramas estuvo a punto de no subirse al avión que le llevaría a Madrid para participar en el pleno del Congreso que aprobaría los presupuestos de 2017. Había muerto su padre. Estaba rota.

Pero el voto de la diputada era clave para que el Gobierno de Mariano Rajoy salvara las cuentas. Quedarse en Santa Cruz de Tenerife junto a su familia pondría en riesgo, ya no sólo el acuerdo suscrito meses antes entre Coalición Canaria y el PP, sino la estabilidad política en España.

Ana Oramas llegó a tiempo al Congreso, 1 de junio de 2017. Hoy asegura a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA: “No sé si lo volvería a hacer”.

Tras 15 años en primera línea nacional, la diputada dejará el Congreso dentro de cuatro meses. Regresará al lugar del que procede, la política local, si las elecciones de finales de mayo lo permiten. No es de extrañar que le asalten los recuerdos cuando se le pide balance y memoria.

Y se acuerda entonces de ese día en el que tuvo que ir a Madrid a pesar del dolor. Ese día en el que la responsabilidad venció a la tristeza. Había negociado con el Ministerio de Hacienda que dirigía entonces Cristóbal Montoro una serie de partidas fundamentales para las Islas Canarias. Dice Oramas que esas cuentas pusieron fin a cuatro años de discriminación y desatención. No podía no ir al Congreso, no. "Pero hoy no sé si lo volvería a hacer. Aquel día tenía que haber estado con mi familia", reflexiona.

Va a perder la Cámara Baja a una parlamentaria hábil e inusual. Siempre ha dicho lo que piensa y ha actuado en consecuencia, lo que le ha granjeado disgustos y desaires hasta con su propio partido. En enero de 2020, fue sancionada con 1.000 euros por haber votado “no” a la investidura de Pedro Sánchez, contraviniendo la posición de la formación. 

Como Oramas, se irán más. Ser diputado autonómico es incompatible con ser diputado nacional. Por ello, otro parlamentario carismático como Joan Baldoví tendrá que dejar también el escaño, a no ser que Compromís, contra pronóstico, sufra una catástrofe en las próximas elecciones valencianas. Tomás Guitarte seguirá el mismo camino una vez se ha sabido que aspirará a la Presidencia de Aragón. 

Que se vayan de una tacada Oramas, Baldoví y Guitarte delata varias cosas. Delata que el Congreso afronta el último año de legislatura y que se acerca, lógicamente, un cambio de ciclo. El Congreso es un lugar triste después de la convocatoria de elecciones porque muchas señorías se ponen de mudanza. 

La diputada canaria, el diputado valenciano y el diputado aragonés harán cajas antes. Será entonces cuando aterricen sus recuerdos con contundencia. Antes de que ese momento llegue, este medio les ha pedido recordar.

Caminar un palmo por encima del suelo

Del baúl de los días felices Baldoví rescata uno en el que no estaba trabajando. Fue en agosto de 2016. Estaba a punto de iniciar una ruta de senderismo y un amigo le llamó. Le dijo que volvía a ser el político mejor valorado en el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). El exalcalde de Sueca (Valencia) ya había ocupado ese lugar del podio, conocía el sabor de esas mieles, pero se lo tomó a broma. "Es imposible", espetó. Eran tiempos convulsos porque España atravesaba el verano con la incertidumbre de tener nuevo Gobierno. Poco antes se repitieron las elecciones.

La ruta la hizo sin cobertura en el móvil. A su regreso, las rayitas del teléfono ya coloreadas en la pantalla, sonaron numerosas alarmas de mensajes recibidos y llamadas perdidas. Las de quienes le informaban y felicitaban por ser, nuevamente, el político mejor valorado.

Para Joan Baldoví, 64 años, diputado desde 2011, fue también emocionante el día de la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez a la Moncloa. Quien con tanto ahínco pugnara por la consagración de un presidente progresista vio cumplido un objetivo, y entonces pensó en su nieto. "Pensé que podría contar a mi nieto Manel, que acababa de nacer, que su abuelo ayudó a echar a la calle a un Gobierno de derechas y que ayudó a que hubiera un Gobierno de izquierdas".

Pueden los políticos caminar un palmo por encima del suelo. Sí, sí pueden. Joan Baldoví obró el milagro cuando la Asociación de Periodistas Parlamentarios le concedió en 2013 el premio "Azote del Gobierno". Fue de los mejores días de su vida política.

Una llamada a medianoche

Oramas todavía se estremece al volver a aquella noche de mayo 2010 en la que tuvo que decidir la abstención. El entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, iba a comparecer en el Congreso para explicar los pormenores de un recorte de 10.000 millones. Era la época de la austeridad y la ortodoxia alemana. La alternativa a ese tijeretazo era "una España intervenida", recuerda la diputada.

La abstención del PP hubiera bastado, pero a medianoche decidió que "haría caer al Gobierno" y entonces sonó su teléfono. El Gobierno necesitaba su abstención. Oramas la dio. "Fue una decisión son sentido de Estado. Zapatero, ese día, congeló las pensiones y bajó el sueldo de los funcionarios, pero Coalición Canaria y Convergència i Unió (también UPN) impedimos la intervención del país. Días tremendos".

Oramas, precisamente, años más tarde, presidió una comisión de investigación sobre la crisis financiera que esquilmó el país entre los años 11 y 15. Los portavoces del PSOE y del PP por aquellos tiempos, Margarita Robles y Rafael Hernando, respectivamente, se lo pidieron. Asumió el cargo con enorme responsabilidad. Lamenta, enero de 2023, que aquellas conclusiones, aprobadas por unanimidad, se hayan olvidado.

El diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, en el Salón de Pasos Perdidos del Congreso

El diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, en el Salón de Pasos Perdidos del Congreso / Alba Vigaray

Tomás Guitarte tiene los recuerdos más frescos porque él llegó al Congreso a finales de 2019, tras la repetición electoral de noviembre. Pero cómo llegó. Después de anunciar que votaría a favor de la investidura de Pedro Sánchez, le pusieron escolta. Fue amenazado. Aparecieron pintadas contra él en su pueblo. "Una experiencia desmedida", la define. "Una coacción que no es propia de un Estado europeo del siglo XXI", añade.

Pero las presiones le endurecieron la piel y le hicieron más fuerte. Durante esta legislatura no ha parado de levantar la voz de la España Vaciada. Que en el Congreso, tanto los camareros de la cafetería como los letrados, le hayan agradecido su trabajo es algo que no olvidará jamás, según revela. "La realidad de la despoblación la han vivido en sus propias carnes", ilustra.

"El ambiente ahora es irrespirable"

Guitarte se llevará en la maleta la satisfacción por el trabajo bien hecho. Pese a todo, no está triste. Puede que la melancolía le aceche más adelante, pero ahora mismo, dice, no está triste. Para Teruel Existe es muy importante la implantación en Aragón. "Más del 70% de la gestión de los servicios públicos se hace desde la política autonómica", así que para una plataforma ciudadana como la suya "el paso es lógico". Acude Guitarte a las elecciones aragonesas con ambición. Primero, formar un grupo potente en las Cortes territoriales; luego, influir en la formación de Gobierno; quizá, ser parte de ese Gobierno.

El tiempo dirá cómo le va a Tomás, cómo a Joan, cómo a Ana. Baldoví, que se define como "un animal político", tampoco está triste. Al contrario. "A ver, he sido muy feliz en el Congreso y me he sentido muy bien tratado por los diputados y por los periodistas, por los ujieres y por los trabajadores, en general, de la Cámara. He vivido el adiós de la vieja política y la explosión de los nuevos partidos. He vivido el primer Gobierno de coalición en el Estado. Y varias mociones, entre ellas la única que ha sido exitosa. Pero las etapas terminan y es algo que asumo. Como me adapto inmediatamente a las nuevas situaciones, me ilusiono fácil con lo nuevo".

Escuchar a Baldoví es como escuchar a uno de esos 'coach' motivacionales, tan de moda por los rascacielos y las nuevas ciudades empresariales.

Y escuchar a Oramas...

Escuchar a Oramas invita a pararse un buen rato y a pensar. Porque, como ella dice, algo en la política nacional se ha estropeado. A continuación, un extracto de la conversación con la diputada canaria:

– ¿Te da pena irte?

– Ninguna, así de claro. El ambiente de la política nacional es irrespirable (...) He visto mayorías absolutas y mayorías ajustadas. Antes siempre se escuchaba y se intentaba negociar, pero ahora sólo buscan el voto cuando lo necesitan, y ni siquiera las negociaciones son sobre la ley que requiere el apoyo. Así que ha llegado el momento de dar el paso y volver a la política canaria, que me apasiona y es donde empecé.

– Lo que dices es preocupante.

– Yo me llevo muy bien con todos los diputados y con todas las fuerzas políticas, aunque no comparta ideología, pero las relaciones personales de los portavoces se han deteriorado. Y no es porque ahora sean más duros los debates. Cuando se enfrentaban Rubalcaba, Duran i Lleida, Josu Erkoreka –exportavoz del PNV– o Rosa Díez, eso sí que era duro, pero nunca se insultaba ni se faltaba al respeto (...) Es un deterioro importante de la vida parlamentaria. Antes podíamos irnos a comer al Manolo –una casa de comidas cercana al Congreso— y veías a Joan Ridao –expotavoz de ERC– con Rosa Díez o con Uxue Barkos –exdiputada de Nafarroa Bai– Era distinto. La altura parlamentaria, la capacidad de tener relaciones personales, eso ya no existe en la política nacional.

No es de extrañar que Meritxell Batet, en una entrevista reciente en RNE, afirmara esto: "He estado muy feliz, ha sido un privilegio poder presidir el poder legislativo; creo mucho en el Parlamento, en el debate, en el entendimiento entre fuerzas políticas, en la capacidad de convencer a otro y ser la presidenta de lo que supone esta voz diversa y plural de la sociedad española está siendo un gran honor, pero tampoco hace falta repetir".