ENTREVISTA

José Luis Ábalos: "No he tenido una conversación personal con Pedro tras dejar el Gobierno. Soy de no molestar"

Reclama una "operación de suma" a la izquierda del PSOE para ganar las elecciones y defiende el entendimiento con PP porque "no hay ningún país en paz con crisis institucional"

Entrevista a José Luis Ábalos.

Entrevista a José Luis Ábalos. / JOSÉ LUIS ROCA

Alfons Garcia

Biografía

Maestro de profesión, el político nacido en Torrent en 1959 cumple más de 40 años en el PSOE (militó en el PCE en su juventud). Ha dado nombre a una corriente en el socialismo valenciano. Con Pedro Sánchez alcanzó la cima del poder, del que cayó por sorpresa en la crisis de gobierno de julio de 2021.

Atiende por teléfono desde su casa de Madrid tras pasar las navidades en València. Sigue en una etapa de repliegue después de que Pedro Sánchez decidiera sacarlo por sorpresa del Gobierno y la secretaría de organización del PSOE en julio de 2021. No es nuevo para él, dice, estar en la parte baja de las curvas de notoriedad. Al contrario, ha sido lo habitual. Lo nuevo es que ya no es un simple actor (o líder de una corriente) en la vida interna del socialismo valenciano, sino un persona je público conocido. Eso le ha valido también algunos titulares y comentarios escandalosos en redes y, como respuesta, algunas visitas al juez para defender su honor. «No soporto la impunidad», explica.

Más de un año desde la salida, ¿ha aprendido a no echar de menos la primera línea política?

Tengo una trayectoria política accidentada, muy irregular. He tenido muchos repliegues. Nunca había llegado a alcanzar esa primera línea política que llegué a tener a nivel nacional, ni yo ni ningún otro valenciano, pero estoy hecho a todo. Por tanto, no lo echo de menos, y necesitaba también resolver un poco la vida personal. La sobreexposición te lleva a situaciones difíciles que afectan a tu entorno. Pero no hay desinterés, ni distanciamiento. Es otra posición, que asumo como he asumido siempre. Casi me he pasado más tiempo así.

¿Ha entendido la destitución?

Las cosas en política son así. En todos los equipos de trabajo ocurren estas cosas y no hay por qué dar tantas vueltas. Lo importante es que uno sigue perteneciendo a este proyecto. Voy a hacer 42 años en el Partido Socialista.

¿Al proyecto de Pedro Sánchez sigue perteneciendo también?

Yo pertenezco al proyecto del partido. El de Pedro ha tenido diversas etapas. Yo soy leal a este partido y a su dirección, lo he sido incluso cuando he sido muy crítico. Después de estos 42 años queda clara mi lealtad y mi disciplina, pero también mi espíritu crítico, al que no renuncio nunca, porque dejaría de ser socialista.

¿Por ese espíritu crítico no aplaudió la aprobación de la ley trans hace unas semanas?

El que me conoce sabe que soy de poca efusividad. No se trataba de competir, tenía también a la compañera Carmen Calvo, no era cuestión de mantener una línea distinta y tampoco fui el único miembro.

¿No le parece una concesión excesiva a Unidas Podemos esa ley?

Es una ley no exenta de polémica que ha generado bastante malestar en colectivos feministas del partido y del sector progresista. Yo no he estado en la confección de todo esto, pero en un gobierno de coalición las cesiones, de un lado y otro, son normales.

¿Y en las reformas de la sedición y la malversación ve demasiadas licencias con el independentismo?

Son temas que formaban parte de los compromisos que no se explicaron de un modo concreto, sino más bien quedaron reflejados en manifestaciones de voluntad. Hay unos procesos que tienen que ver con la implicación de personas de segundo orden que estuvieron en aspectos administrativos del procés. Son elementos que estaban pendientes dentro de la agenda de normalización con Cataluña.

Se ha visto como una concesión para el apoyo de Esquerra en los presupuestos. ¿Era el momento más adecuado ahora?

No deja de ser contradictorio estar esperando un tratamiento positivo de un gobierno y al mismo tiempo no facilitar su estabilidad. Pero no implica que sea una presión. Cataluña también tiene un momento en que seguramente el PSC en algún momento tendrá que hacer también un ejercicio por la estabilidad.

En la cuestión catalana le veo más cerca de Puig que de García-Page.

Es la posición en la que he estado en todo momento. Actué como portavoz cuando la manifestación de independencia y participé en la negociación con Esquerra en la investidura. Mi posición no es la de nadie, es la que he defendido.

¿Ha visto mucho fuego amigo en estos meses desde su salida?

Conozco muy bien el partido y a las personas después de 42 años y reconozco perfectamente las manifestaciones públicas y también las silenciadas. Lo más importante es el nivel de afecto que me demuestra la gente a lo largo de toda España. Me quedo con eso y el respeto en todas las fuerzas políticas y en los medios.

¿Ha hablado con Pedro Sánchez en este tiempo?

Más allá de alguna cuestión puntual, no he tenido una conversación personal. Soy de no molestar.

¿Entiende el clima de tanta animadversión que genera este Gobierno?

Es una constante cada vez que gobierna el partido socialista. Tiene que ver con el sentido patrimonial del poder y de lo que significa España que tiene la derecha. Los demás nos tenemos que ir siempre. Es dramático. Luego es verdad que se han vivido momentos excepcionales, como la moción de censura, que interpretan como un atraco. A partir de ahí viene el tema del gobierno ilegítimo y entonces, vale cualquier recurso para acabar con él. Si le añades una pandemia, donde hay toda una serie de sacrificios y restricciones, y además está el gobierno de coalición, porque hay determinados sectores que están muy bien para adornar la fiesta democrática pero que no parece que tengan legitimidad para gobernar... Y siempre hay intereses económicos muy poderosos.

¿Comparte la idea del presidente del Gobierno sobre la existencia de poderes ocultos?

Esto es un clásico. Estaría bien que se fueran poniendo nombres y apellidos a todos los poderes.

¿Realmente hay más polarización o es presentismo?

Hay dos situaciones distintas que hacen que la polarización parezca más visible: las redes sociales y que tenemos por primera vez un grupo parlamentario de ultraderecha, nostálgico del franquismo, claramente fascista, que es el tercero ni más ni menos. Es un fenómeno también global.

¿No hace falta entendimiento con el PP para reducir esa polarización y aislar a la ultraderecha?

Siempre hace falta. Ahora mismo tenemos una crisis de institucionalidad y la han de resolver los partidos que tengan una clara vocación institucional. Parece que está mal, que suena a conservador hablar de institucionalidad, pero no hay ningún país en paz ni en progreso con crisis institucional. Todos los países fallidos tienen una institucionalidad débil. El problema es que el PP sigue a remolque y acomplejado de la ultraderecha. No ha superado el trauma de 2018, no ha encontrado su discurso político.

¿No ha cambiado con Feijóo?

Yo lo he tratado y siempre me he entendido, pero parece que todo el que llega se ve arrastrado por esta dinámica. Como en el procés, lamentamos la ausencia de un liderazgo claro, porque el único proyecto que el PP ahora tiene es evitar que gobierne la izquierda. ¿Para qué? Para volver a gobernar ellos, pero no tiene ningún proyecto, ni económico, ni social, ni en derechos y libertades (lo recurren todo) ni en política territorial: les sobra media España. No hay proyecto conservador, solo mucha rabia.

¿Cuáles son sus planes de futuro a medio plazo? ¿Continuar en el Congreso?

Me he hecho mayor sin saber qué quería ser de mayor. Sigo en el Congreso, en el papel que me han otorgado, tampoco se me reclama para más, pero siempre a disposición. Me gustaría seguir formando parte del Congreso. Fui cabeza de lista...

¿Sigue pensando que su futuro no pasa por el Consell?

En el ámbito nacional me he hecho un espacio. Y no es fácil. De momento me veo aquí. He sido el tercer secretario de organización valenciano del PSOE, pero el único que ha sido ministro al mismo tiempo. No sé si otro valenciano ha llegado a tener esa responsabilidad.

¿El abalismo existe?

Entendido como personas que mantienen vínculos de afecto seguirá toda la vida. Lo del abalismo me hace mucha gracia, porque llevo 42 años en el partido, he tenido tiempo de tener muchos amigos y a mí me duran décadas. Este es un partido de afectos. Y esos permanecen. Ser un actor en las corrientes que negocian es otra cuestión. En ese sentido, la gente que yo pueda representar ha actuado con mucha lealtad, se ha integrado en todo y no ha dado ningún problema. Ojalá otros pudieran decir lo mismo.

¿Esa gente espera algo de Puig en la inminente elaboración de listas autonómicas?

Espera que se acuerden de que son del partido, pero también por su capacidad. Este partido siempre ha atendido la diversidad y luego está el espíritu del 39 congreso, que se supone que fue un avance hacia la participación.

¿Cómo ve el gobierno valenciano sin Mónica Oltra?

Ha sido una pieza fundamental del gobierno, y ese peso tampoco se improvisa, así que Compromis tendrá que determinar la apuesta por los liderazgos. Pero también se han eliminado tensiones y hacía falta una solución de este tipo. Yo mismo también en su momento me di cuenta de que uno no puede seguir con muchas tensiones a cuestas.

¿Preocupado por la situación de la izquierda, que parece debilitada?

Lo que ha venido demostrando en este tiempo es sentido de la gobernanza, ha garantizado la gobernabilidad. Esa es la aportación del Partido Socialista: institucionalidad, moderación, lo que llamamos centralidad política. Hace falta, sin duda, que a la izquierda del PSOE haya entendimiento, que se superen todos esos vicios individualistas y que efectivamente se produzca una operación de suma que pueda añadir a lo que aporta el PSOE para una mayoría de izquierda en las próximas elecciones.

¿Lo que parecía que iba a liderar Yolanda Díaz?

Lidere quien lo lidere hace falta. Hace falta que toda esa izquierda se aglutine si quiere ser opción de gobierno y no testimonialista.

¿Hace mucho que no habla con Ximo Puig?

Lo vi en Madrid en una reunión y luego nos hemos escrito, pero así de reunirse no sé cuánto tiempo hará, pero nunca ha sido un problema, siempre que hemos querido uno u otro se ha producido el encuentro.

¿Le gustó la rebaja fiscal que aplicó Puig hace unos meses y que alguna parte del partido en Madrid criticó?

Por anticipación y por situarse en el marco del discurso que estaba imponiendo la derecha. Finalmente, el Gobierno de España también hizo lo propio, aunque los enfoques fiscales de derecha e izquierda son muy distintos. En un caso es beneficiar a los que siempre se quejan de los impuestos y en otro es ayudar a los que menos tienen.

¿Adelantaría elecciones si fuera Puig?

¿Para qué? No. Salvo circunstancias muy concretas hay que acostumbrarse a que los períodos son de cuatro años y hay que cumplirlos.

¿Está sorprendido por lo que está saliendo con el caso Azud? La impresión es que los partidos en aquel momento (2007 y 2008) más poderosos hacían lo mismo a la hora de financiarse.

No en balde luego surge la crisis de representación política. En esa época en que gobernaba el PP parece que había quien se contagió mucho como parte del ecosistema. Es lamentable porque son personas con las que hemos compartido militancia y mucha actividad.

Usted estaba en las listas de las municipales de Valencia de 2007. ¿No se olía nada?

En esa candidatura fui de cuatro. Era una época en la que no pintaba nada. Una de mis épocas de repliegue…

¿Y todo eso es pasado?

Eso es lo que deseamos todos: que fuera pasado.

¿Confía en Puig y en el partido actual?

Sí, claro. Es de una mala época todo aquello. Visto ahora, el gasto electoral no tiene ningún sentido. Con eso no se ganan votos. Se ganan con credibilidad, con discurso, liderazgo, proyecto, empatía. Se trata de ganar la confianza, no de regalar mecheros.