ADMINISTRACIÓN

Transparencia: saber más para decidir mejor

Evitar casos de corrupción o exigir a los que mandan que rindan cuentas, principales beneficios de la transparencia

Pedro Sánchez y José Manuel Albares, en una foto de archivo del Falcon que traslada al presidente del Gobierno

Pedro Sánchez y José Manuel Albares, en una foto de archivo del Falcon que traslada al presidente del Gobierno / EFE

Miriam Ruiz Castro

Miriam Ruiz Castro

¿Quién viaja en los aviones oficiales acompañando al Gobierno? ¿Quiénes son los experto que tomaron las decisiones durante la pandemia? ¿Quién es la adjudicataria de los contratos millonarios de la administración? ¿Qué ayuntamientos no rinden cuentas de su gestión económica y financiera? Son preguntas cuyas respuestas se encuentran entre la ingente información que manejan las administraciones. Y se han construido gracias a las casi 58.000 peticiones de información y miles de datos publicados de oficio en los ocho años de vigencia de la ley de Transparencia.

La transparencia es un puntal de la democracia”, sostiene Emilio Guichot. También es fundamental para prevenir ilegalidades y malos comportamientos, porque “cuando hay un millón de ojos vigilando es difícil que no se detecte un error”. Los países nórdicos, los primeros que apostaron en Europa por la transparencia, lideran los ránkings de percepción de la corrupción.

Elisa de la Nuez recuerda que “la transparencia no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para la rendición de cuentas”. Cita como ejemplo los informes del Gobierno sobre el impacto de la subida del salario mínimo y las resistencias del Ministerio de Trabajo a hacerlos públicos. El Consejo dictaminó que hay que darlos: tenemos derecho a saber cómo se toman las decisiones.

“Un ciudadano debe poder conocer casi cualquier información en manos de la administración”, defiende Patricia González. “Es un derecho pero también un deber cívico, porque sin transparencia no hay rendición de cuentas”.

La pandemia de covid fue un punto de inflexión. Los ciudadanos querían saber quién y cómo tomaba las decisiones. Qué expertos formaban los comités en los que se apoyaba el Gobierno, o las actas e informes que aparecían y desaparecían, qué empresas gestionaban las residencias donde falleció el mayor número de personas… “Ha servido de ejemplo de la importancia de saber para poder opinar y juzgar”, dice Miguel Ángel Blanes. “Cuando llegaron los momentos críticos como la pandemia, vimos que la ley de transparencia no funcionaba: sigue siendo muy fácil esconder las cosas o ignorar a quien pregunta”, señala David Cabo.