RECONFIGURACIÓN DE LA IZQUIERDA

Andalucía se alza como bastión del oficialismo en Podemos

La federación traslada a la región las batallas abiertas por la cúpula de Podemos y la ofensiva contra Yolanda Díaz

Irene Montero, en el Congreso de los Diputados.

Irene Montero, en el Congreso de los Diputados. / EFE

Andalucía se convierte en la bandera del oficialismo de Podemos en los territorios. El partido afronta en los últimos meses cierto descontrol en sus federaciones, que se han visto obligadas a buscar un equilibrio entre apoyar a Yolanda Díaz y al mismo tiempo defender las tesis de un partido que carga precisamente contra la líder del espacio. Y mientras esta ambivalencia se abre paso a lo largo y ancho del país, la federación andaluza se alza como altavoz de la dirección estatal. La última exhibición ha tenido lugar en los últimos días, con la decisión de Podemos Andalucía de llevar a los ayuntamientos mociones de apoyo a la Irene Montero, siguiendo la campaña iniciada en el partido para ensalzar a la ministra. 

La federación andaluza va a presentar mociones en los consistorios como muestra de “solidaridad” hacia la ministra de Igualdad, que se perfila como la candidata del partido en las generales ante el previsible desacuerdo con Yolanda Díaz. Estas declaraciones institucionales van encaminadas a “mostrar el total rechazo a la violencia política”, un término empleado por la cúpula de Podemos en favor de la ministra de Igualdad, que estos días mide su liderazgo frente al de la vicepresidenta segunda del Gobierno. No es la primera vez que reproducen en Podemos Andalucía las líneas de la dirección. Ya en marzo desplegó en los ayuntamientos mociones en apoyo al pacifismo defendido por Ione Belarra, que se opuso al envío de armas a Ucrania en contra de la vicepresidenta segunda, que sí respaldó la medida.

Esta dinámica de llevar a los rincones andaluces el discurso de la cúpula difiere al resto de federaciones de Podemos, que tratan de poner tierra de por medio a las dinámicas internas del partido en Madrid y las batallas que allí se libran. El modelo de organización territorial, con la expulsión de voces críticas en sus bastiones, ha llevado a que las federaciones no entren a cuestionar abiertamente las políticas de la dirección. Sin embargo, algunos territorios optan por marcar su agenda propia aislándose de las polémicas madrileñas. No es el caso de Andalucía. 

Andalucía ha sido en los últimos meses escenario de la pugna abierta entre el partido y Yolanda Díaz. En las elecciones anticipadas de junio, las distintas fuerzas intentaron alcanzar un acuerdo que pretendía ser el proyecto piloto del ‘frente amplio’ de la vicepresidenta del Gobierno. El resultado fue desastroso. Los recelos entre Podemos, IU y Más Andalucía llevaron a una negociación extrema que en el caso de los morados fue teledirigida a nivel estatal. El partido trató de situar como cabeza de lista a su candidato, tensando la cuerda hasta el último momento. Yolanda Díaz acudió a Andalucía en plenas negociaciones para apoyar claramente a Inmaculada Nieto, de IU, como candidata. Un gesto que sentó mal en la cúpula y marcó un punto de inflexión en su relación con la titular de Trabajo.

El acuerdo andaluz finalmente se alcanzó, pero no de la forma esperada. Podemos presentó una oferta en el último minuto: aceptaba no ser cabeza de lista a cambio de quedarse con mayoría en el grupo parlamentario y gran parte de los recursos. Pero tan justo fue el plazo que el partido quedó fuera del registro oficial de la coalición, quedando sin el control de la candidatura y sin que sus siglas aparecieran en la papeleta. El partido acusó a IU de excluirles adrede.

Los resultados tampoco acompañaron. Perdieron la mitad de los diputados, inmersos en una guerra que a día de hoy continúa y Díaz se desvinculó de aquel acuerdo fallido. Mientras, en la cúpula de Podemos en Madrid utilizan desde entonces aquel fracaso electoral como un ejemplo para reafirmar su tesis de que, sin Podemos como fuerza nodriza, la izquierda más allá del PSOE quedaba debilitada. El sacrificio de Podemos en Andalucía serviría para cargar de argumentos al partido en su guerra con Yolanda Díaz por el control del espacio. 

La vicepresidenta segunda del Gobierno no ha vuelto a pisar Andalucía desde entonces para desplegar su proyecto. Siete meses después de que desembarcara en la feria de Sevilla para mediar con las distintas fuerzas, todavía no ha llevado allí su proyecto Sumar, que sí ha pasado hasta ahora por Galicia, País Vasco, Comunidad Valenciana, Extremadura, Asturias, Cataluña, La Rioja o Navarra

Extensión de las batallas madrileñas

Podemos Andalucía ha representado la extensión de la cúpula madrileña y sus batallas, reproduciendo sus lógicas y argumentos; tanto es así que la federación achaca su situación con el resto de partidos al escenario nacional, llegando a considerar que estaban pagando allí los envites de la dirección contra Yolanda Díaz en Madrid. “Nos hacen lo que no se atreven con Ione (Belarra) o Irene (Montero)”, se quejaban en estas páginas.

Desde aquellos comicios Podemos Andalucía ha dado cobertura al ex líder del partido, Pablo Iglesias, que se ha convertido en la voz más dura contra la vicepresidenta de Gobierno. Durante la campaña electoral, fue allí donde el ex dirigente presentó un libro que recibió la cobertura y difusión de la federación territorial. Un protagonismo que le dieron los andaluces que, conforme fue aumentando la tensión con Díaz, fue escalando también a nivel nacional. El máximo exponente tuvo lugar hace un mes, con la universidad de Otoño de Podemos donde Iglesias protagonizó un duro discurso contra la vicepresidenta del Gobierno. 

Aquel acto sirvió también para lanzar a Irene Montero como candidata para las generales frente a la gallega. Una operación que llevaba fraguando desde verano. Aunque en el espacio llevaban meses advirtiendo de su lanzamiento como candidata, fue precisamente en Andalucía donde la formación hizo explícita esta estrategia. En una cuenta oficial de Twitter del partido de Sevilla, publicaron la intervención de la ministra de Igualdad acompañado del siguiente mensaje: “Presidenta”. Una consigna que ni siquiera en Madrid se habían decidido a hacer pública.

La reconstrucción de Podemos Andalucía

Para entender las dinámicas que existen entre la dirección y su federación andaluza, hay que conocer las particularidades de Podemos en la comunidad más poblada de España, donde tuvo que empezar de cero en 2020 a nivel organizativo. Una reconstrucción que fue dirigida en gran medida por la cúpula de Madrid. Desde el nacimiento del partido en 2014, la federación había estado liderada por Teresa Rodríguez, de la corriente anticapitalista, que convivía con los llamados errejonistas. Durante los primeros años la convivencia fue más o menos pacífica y las distintas facciones tuvieron voz a nivel parlamentario. Pero en 2019 se rompió el idilio.

La repetición electoral de noviembre de aquel año terminó por descapitalizar al partido. Por una parte, una facción lo abandonó definitivamente para lanzarse a las generales en el proyecto de Iñigo Errejón. Pero la gran fuga se produjo algunos meses después.  La entrada de Podemos en el Gobierno de coalición y la profunda discrepancia de la corriente anticapitalista terminó por hacer insalvable la relación política de Rodríguez con el partido de Pablo Iglesias. 

Estas diferencias, unidas al cesarismo organizativo, culminaron en un vídeo en el que ambos dirigentes aparecían juntos tratando de exhibir un divorcio ‘amistoso’ y de mutuo acuerdo. “Os tenemos que contar algo”, comenzaban su intervención, donde se prometieron que no sería un “adiós” sino un “hasta luego”, insistiendo en que hay formas de “separarse no agresivas”, sino “empáticas”, “constructivas” y hasta “cariñosas”. Aquellas buenas intenciones quedaron en eso, en intenciones, y el pacto saltó por los aires poco después. Pero este pacto saltó por los aires poco después, abriéndose una guerra encarnizada por los recursos del grupo que compartían en el Parlamento andaluz. 

Dos semanas después de aquel vídeo, Iglesias incluía en su dirección a la andaluza Martina Velarde, a la que apadrinó después para liderar Podemos Andalucía. A través de su figura logró controlar de una vez el partido andaluz, que hasta entonces había sido siempre territorio ‘anticapi’’. La ruptura de Rodríguez había llevado a un importante vaciamiento de cuadros en el partido, y la nueva líder territorial trató de rearmar las filas con perfiles leales a la dirección estatal. Una de las principales razones que convierten a la federación andaluza en una caja de resonancia de Madrid es que los críticos, ya fueran errejonistas o anticapitalistas, habían dejado la formación, dando paso a una corriente única, muchos de los cuales debían su posición precisamente a Madrid. Un hito al que algunos todavía se deben.