RECONSTRUCCIÓN SANITARIA

La huelga de la atención primaria en Madrid deja en evidencia el gran pacto sanitario del Congreso

A finales de julio de 2020, gracias a 255 votos a favor, entre ellos los del PSOE y el PP, el Congreso aprobó un pacto por la reconstrucción sanitaria en el que destaca la apuesta por el refuerzo de la atención primaria

Dos años y cuatro meses después, se está produciendo una huelga en la Comunidad de Madrid mientras entidades del sector denuncian el "colapso" de la atención primaria

Rebeldía en la sanidad madrileña: huelgas, dimisiones y telemedicina

Rebeldía en la sanidad madrileña: huelgas, dimisiones y telemedicina / RODRIGO JIMENEZ / EFE

Ángel Alonso Giménez

Empieza a aumentar la distancia entre política y ciudadanía cuando el discurso va por un lado y la realidad por otro. El Congreso de los Diputados se ha convertido demasiadas veces en la representación fiel de esa distancia. Con frecuencia la Cámara Baja se prodiga en debates repletos de retórica rimbombante, en la que palabras como “consenso”, “acuerdo”, “diálogo” y “entendimiento” resuenan a menudo. 

Hace dos años y cuatro meses sucedió algo así. A finales de julio de 2020 el pleno del Congreso vivió un debate muy importante por el factor emocional y por el trasfondo político. El país aún estaba conmocionado por un virus entonces sin vacuna. Una ola de solidaridad con los trabajadores y trabajadoras sanitarios recorrió España, aquellos aplausos en los balcones. La clase política entendió que el contexto necesitaba un mensaje de concordia

Pedro Sánchez y Pablo Casado, (hablamos de hace dos años, el PP aún no se había devorado a sí mismo) acordaron la creación de una subcomisión parlamentaria dedicada a la reconstrucción económica y social del país. Se trataba de construir una sociedad nueva sobre la base de una serie de propuestas políticas. Se trataba de trazar una hoja de ruta nítida, para lo que el consenso era fundamental. Recordar, llegados a este punto, que unos días antes el presidente del Gobierno había planteado un sucedáneo de “Los Pactos de la Moncloa” de 1977.

La subcomisión se creó en mayo de 2020. Albergó cuatro grupos de trabajo (salud pública, economía, sociedad y Unión Europea). Las formaciones políticas trabajaron con denuedo en la redacción de cuatro dictámenes. El sanitario, que es el que nos ocupa, necesitó diez sesiones, más de 30 comparecencias y la negociación de 326 enmiendas. El 7 de julio lo aprobó la subcomisión; el 22 de julio, el pleno.

El consenso fue rotundo: 255 votos a favor, entre ellos los del PSOE, PP, Unidas Podemos, Ciudadanos, Compromís, Teruel Existe… Los 88 votos en contra provinieron de Vox, ERC, Junts, PDeCAT, PNV, EH Bildu. Las 3 abstenciones, de Más País-Verdes Equo y de Coalición Canaria.

El documento es lo más parecido que hay en política a un gran pacto de Estado por la Sanidad. Estaban más que satisfechos los diputados que los grupos que lo respaldaron. Adriana Lastra, por aquel entonces la portavoz del PSOE, proclamó: “Es el momento de que pasemos del agradecimiento a los hechos, a la acción política”.

Añadió esto: “Hoy, más que nunca en estos cuarenta años, necesitamos estar a la altura de un momento que nos exige dar lo mejor de nosotros mismos, porque es lo que estamos pidiendo a la sociedad entera”.

Realidad dos años y cuatro meses después

Este lunes comenzó la huelga indefinida de los más de 4.200 médicos de Familia y de los 720 pediatras de Atención Primaria que hay en la Comunidad de Madrid, convocada por el sindicato AMYTS. Para los convocantes, el seguimiento ha sido “histórico”; la Consejería de Sanidad lo ha cifrado en el 31%.

Los motivos de la huelga son, tal y como ha explicitado el sindicato, la sobrecarga de trabajo, la demora que sufren los pacientes para tener una cita a pesar de que a lo largo de una sola jornada son atendidos, de media, unos 50 ó 60; la falta de facultativos (piden la contratación de 800 profesionales); y la cantidad de bajas que no se cubren (un 20%, indica AMYTS).

Ante esta situación, hace unas semanas, la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) pidió la firma de un Pacto de Estado por la sanidad pública debido al “potencial impacto devastador” que puede generar en el sistema el colapso de la Atención Primaria, que se percibe tremendamente desgastada al cabo de estos casi tres años de pandemia. No se prevé un otoño sencillo al preverse una incidencia muy alta de la gripe y otros virus respiratorios.

La crisis de la atención primaria no es un problema exclusivo de la Comunidad de Madrid, cuya presidenta, Isabel Díaz Ayuso, ha pedido el fin de la huelga precisamente porque las urgencias pediátricas empiezan a saturarse por los casos de gripe y bronquiolitis. Cree SEMES que la sobrecarga se ha traducido en un 20% más de pacientes, llegando al 30% en algunas comunidades autónomas. El futuro no se ve, por ahora, nada halagüeño.

La percepción social retrata la realidad de la sanidad española en 2022. El sindicato de enfermería, SATSE, presentó recientemente una encuesta al respecto. Los resultados llaman la atención. Casi un 48% de los ciudadanos considera que la atención sanitaria ha empeorado tras la pandemia. Más del 86%, además, afirma que los compromisos de los gobiernos y los partidos políticas no se están cumpliendo. Si la inversión en atención primaria de 172 millones anunciada por el Gobierno en septiembre se está notando, es un extremo por el momento desconocido.

Isabel Díaz Ayuso.

Isabel Díaz Ayuso. / epe

30 propuestas

Revisar la situación actual de los servicios sanitarios y revisar, acto seguido, las propuestas políticas que 255 diputados y diputadas pactaron en julio de 2020, precisamente para impulsar el trabajo de los profesionales de la salud, es un ejercicio descorazonador. 

Claro que en el Congreso se pactan las leyes, y claro que en el Congreso esas leyes influyen en la convivencia y en la evolución social. El consenso es posible; la legislación avanza.

Pero a veces, en numerosas ocasiones, el Congreso acoge debates que rebosan satisfacción y un lenguaje que luego se pierde. El pacto por la reconstrucción de la sanidad y la salud pública contiene propuestas como las siguientes. Propuestas que si se pusieron negro sobre blanco es porque una mayoría política lo propició.

La Cámara Baja abogó por una atención primaria “estable, firme y robusta”. “La Atención Primaria precisa una inyección rápida e inteligente de recursos humanos y también tecnológicos”, se añadió. Pidieron los firmantes el desarrollo de un “Marco Estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria”, ya que esta instancia sanitaria “tiene que tener todos los medios humanos y materiales necesarios para hacer sostenible” el modelo.

Acordaron, además, un incremento de recursos (sin precisar cuantía), de modo que “se cubran adecuadamente los objetivos asistenciales”; “ampliar los ratios de trabajadores sociales por centro de salud”; “reforzar la atención fuera de horas”; “dotar de recursos adicionales a un mejor servicio dentro y fuera del horario habitual de los Centros de Salud”; y “desarrollar un plan urgente de digitalización”.

Los partidos obviamente se comprometieron a desplegar “medidas para abordar la precariedad laboral y cubrir puestos poco atractivos” y a “hacer de la estabilidad en el puesto de trabajo un objetivo prioritario”. Asimismo, a “dotar plazas estables para la cobertura de bajas y sustituciones médicas y de enfermería” y a “habilitar contratos para cubrir de forma estable y solvente aquellos destinos de Atención Primaria que por diferentes razones son poco atractivos para los profesionales”.

Y así hasta una treintena de propuestas.

El escepticismo

En el Congreso hay más diputados y diputadas noveles que veteranos. Pero esos noveles, quizá porque la actualidad política sale a torbellino diario, saben que en numerosas ocasiones, quizá demasiadas, el Congreso incurre en lo que se llama por aquí “un brindis al sol”. José María Mazón, del Partido Regionalista de Cantabria, describió así el acuerdo por la reconstrucción económica y social: “Un documento de 134 páginas llenas de buenas intenciones”.

EH Bildu, que votó en contra del pacto sanitario por su aroma a “recentralización” competencial, se pronunció aquel día de finales de julio, el hemiciclo todavía bajo el control del aforo, por medio de Merxte Aizpurua, quien aseguró que con la subcomisión se ha logrado el “objetivo que al parecer se perseguía: hacer ver que algo cambia para que nada cambie”. 

Aitor Esteban, del PNV, unas cuentas legislaturas ya a sus espaldas, se extendió más, según recoge el diario de sesiones: “¡Cómo empezó esto de la Comisión para la Reconstrucción y cómo va a acabar! ¡Vaya cambio! Fue una ocurrencia de Moncloa en un periodo en el que el Gobierno se sentía muy apretado por las urgencias políticas del momento. Alguien saca un conejo de la chistera y unos redivivos Pactos de la Moncloa que crean la base necesaria de una reconstrucción económica. El objetivo: sacar adelante un texto para no perder la cara”.

Más concreción reclamó el diputado de Más País, Íñigo Errejón, porque “los acuerdos, para transformar la vida de la gente, tienen que concretarse en transformaciones cotidianas”. Y denunció que el Gobierno, “cuando no le apetece hacer tanto las cosas”, prefiere una “comisión o una proposición no de ley” antes que el BOE, que es donde están las leyes y no apuestas políticas que con los años se olvidan.