REFLEXIÓN INTERNA

Sectores del PP cuestionan la actuación de González Pons en la negociación del CGPJ

El negociador del PP peleó por el pacto judicial hasta el final y distintos sectores del partido reconocen que pudo ser "posibilista" y "optimista" en exceso al confiar en Bolaños

Feijóo, ya con dudas tras unas palabras de Sánchez en Bruselas, confió en su interlocutor y en que podía culminarse el pacto y siguió defendiendo la separación entre el CGPJ y la sedición

La presión interna de alcaldes y bases alertaron a los barones, que sumada a la mediática, fue definitiva

El comité de dirección del PP en una reunión del pasado agosto.

El comité de dirección del PP en una reunión del pasado agosto. / DIEGO PUERTA.

Paloma Esteban

Paloma Esteban

El naufragio de la negociación para renovar el Consejo General del Poder Judicial termina con el que estaba llamado a ser el primer gran pacto de Estado entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Podría haber sido el único de la legislatura y en el PP dan por hecho que ahora sí, “todo se ha quebrado” y será “imposible” de recuperar en este periodo. Mientras el líder conservador continúa con su primera gira internacional al otro lado del Atlántico y distintos barones urgen a “pasar página” del episodio judicial para volver a los debates económicos y la centralidad, en el partido sigue escociendo el desenlace de esta crisis institucional.

En Génova afirman que el foco no durará mucho tiempo por la velocidad de los acontecimientos (la presión sobre Marlaska por la verja de Melilla, los Presupuestos o la propia ley trans que divide al Gobierno), pero existe un cierto resquemor que ha llevado a una reflexión interna sobre lo sucedido. Que es momento de revisar los pasos seguidos, la estrategia y, sobre todo, los motivos que llevaron a un “error de cálculo” en los últimos días de conversaciones con el Ejecutivo. Sobre todo, por la impresión de que Feijóo ha encadenado distintas polémicas desde que el pacto saltó por los aires y la necesidad de cortar de raíz esa situación.

En ese repaso de lo sucedido y en el intento que distintos sectores del PP hacen por comprender qué pasos fueron los equivocados aparece señalada la coordinación del equipo nacional en la que ha sido su primera prueba de fuego. “Feijóo tiene un núcleo duro con el que llevaba trabajando muchísimo tiempo. Con el que se entiende, al que conocen a la perfección en su carácter y en lo que necesita saber en cada momento”, reflexiona un dirigente autonómico de peso. “Y luego se ha hecho una dirección con perfiles muy pensados y en los que confía, a los que considera preparados, pero que son muy distintos entre sí, incluso en el carácter y las percepciones. Y engrasar todo eso lleva su tiempo”, añade.

Se trata de una consideración que comparten otros dirigentes. El nombre de Esteban González Pons aparece en todos los análisis porque ha sido el único interlocutor con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, a excepción de alguna llamada y encuentro en la Moncloa de los dos presidentes.

Hace seis meses que Feijóo encargó al vicesecretario de Institucional retomar las negociaciones para renovar el Poder Judicial. Lo hizo en el mes de abril y aunque en este tiempo se han producido altibajos y piedras en el camino, el líder del PP siempre ha confiado en el eurodiputado. En su entorno aseguran que lo sigue haciendo. Ambos eran unos firmes convencidos de que el pacto debía llevarse a cabo. Pero tanto personas de la cúpula como dirigentes autonómicos reconocen que Pons pudo ser “demasiado posibilista u optimista” buscando que la negociación llegara a buen puerto. Una observación que hacen extensiva a Bolaños en el lado del Ejecutivo.

“Ambos se han implicado mucho, han aguantado presiones y muchos sinsabores. Han cedido y querían que esto saliera”, explican en el PP. En este punto recalcan que lo conseguido por Pons en el ámbito de independencia judicial y de avanzar en un nuevo sistema de elección hizo mucho daño en algunos sectores socialistas, convencidos de que la lectura de la victoria del PP iba a ser muy clara.

La cuestión es que en la recta final, según algunos dirigentes de peso, ese “exceso de optimismo” fue clave. Sobre todo, después de las palabras de Pedro Sánchez en Bruselas el 21 de octubre, cuando abiertamente el presidente del Gobierno habló de la reforma de la sedición como un “compromiso personal” que pensaba acometer. Fue un claro guiño a ERC que encendió alarmas dentro del PP. Las dudas continuaron días después con informaciones en prensa que ahondaban en esa reforma del Código Penal que implicaría ‘de facto’ un acercamiento sin precedentes a los independentistas y abriría la puerta a candidaturas electorales de algunos de los condenados para los próximos comicios. Pero distintas fuentes populares insisten en que Pons, tras muchas conversaciones con Bolaños, insistió en que “no había novedad” y que no habría reforma de la sedición.

Por ese motivo y con esa información el partido se mantuvo sentado. Y no solo eso. Destacados miembros como la secretaria general, Cuca Gamarra, cuatro días después, siguió desvinculando la negociación del CGPJ de la sedición, afirmando que eran cosas distintas sobre las que el PP tomaría caminos diferentes. “Solo por el hecho de que el PP creyera que las cartas seguían siendo las mismas y que el Gobierno realmente no iba a hacer nada justifica que continuáramos negociando a pesar de todo el runrún de la sedición”, vuelve a reflexionar otro dirigente autonómico con peso.

La alerta de los alcaldes

En la dirección nacional, sin embargo, insisten en que “las dudas” ya se iban sucediendo esos días en la cabeza del presidente en vista de los acontecimientos. Pero no fueron suficientes para romper de inmediato, sino que fue después, el jueves 27, tras una conversación telefónica directa con Sánchez (que se encontraba de viaje) cuando Feijóo ordenó suspender del todo la negociación al ver que el presidente le confirmaba sus intenciones sobre la sedición.

Los socialistas mantienen que “no hubo cambio de postura” porque era la agenda legislativa “de siempre”. Los populares afirman que sí porque Bolaños “aseguró” a Pons que no había nada de eso.

Pero, mientras el PP aguantó sentado, los barones territoriales ya empezaban a recibir signos de que las bases conservadoras no aguantarían un pacto en esas circunstancias. De hecho, algunos alcaldes hicieron llegar el malestar que percibían en la calle. Algún barón territorial tuvo esa misma experiencia en primera persona. Y los grupos de WhatsApp del partido no daban un respiro: “Se van a reír de nosotros. Nos están tomando el pelo”. Isabel Díaz Ayuso fue la más clara en público y en privado con Feijóo.

Solo la posibilidad de pactar el CGPJ y que a los pocos días hubiera un avance en la reforma del Código Penal para contentar a ERC, sumado a que Carles Puigdemont reconociera contactos con el PSOE para revisar su situación, hicieron entrar al PP en ebullición. De ahí, que dirigentes autonómicos hablen no solo de las “presiones mediáticas” (“que por supuesto las hubo”, afirman, como de la propia judicatura) sino de la presión de las bases y cargos de distintos niveles que afirmaban: “Eso sí que no lo habríamos podido superar”.