CATALUÑA

Pere Aragonès rehace la imagen del independentismo catalán ante Europa

El president conjuga sus pleitos con el Estado con la promoción industrial de Catalunya ante las instancias europeas

El comisario de Mercado Interior de la UE, Thierry Breton, y el president de la Generalitat, Pere Aragonés.

El comisario de Mercado Interior de la UE, Thierry Breton, y el president de la Generalitat, Pere Aragonés. / EP

Xabi Barrena

Cuando el 25 de febrero pasado las tropas rusas invadieron Ucrania, el Govern de Pere Aragonès se aprestó a alinearse con la posición occidental, en concreto de la Unión Europea y, por extensión, del Estado. En las semanas y meses previas, los datos desvelados sobre los encuentros del entorno de Carles Puigdemont con el Gobierno ruso habían enlodazado la imagen del independentismo ante las instancias comunitarias. Y si, durante la etapa dura del procés, la UE ya se había alejado del otrora socio regional preferente, la sombra de que el secesionismo catalán buscaba endiabladas alianzas solo podía llevar al aislamiento absoluto de la Generalitat.

Apenas 10 meses después, el president ha demostrado a estas instancias europeas que el independentismo catalán no tiene una voz única y que el propio Puigdemont no es el líder indiscutible de este movimiento transversal. Y lo mima. El jefe del Govern ha correspondido hablando con el lenguaje que gusta en Bruselas y un perfecto ejemplo de ello es el viaje que este viernes ha finalizado a la capital belga.

Dos comisarios recibieron a Aragonès. Desde 2015 que no sucedía, con Artur Mas. Puigdemont y el president Quim Torra se quedaron sin estrenarse. Dos comisarios y dos discursos. La defensa de los valores democráticos, como rodeo para exponer el conflicto político entre España y Cataluña, por un lado. Disponibilidad y proactividad por parte de Cataluña para proceder a una reindustrialización exactamente en los campos estratégicos que precisa la UE, es decir, el energético.

El espionaje con Pegasus

Si una cosa ha aprendido ERC es que aventando el discurso independentista por sí solo no se logran apoyos en la UE, un club de estados miembros donde España posee toda la representatividad. Ergo el escándalo del espionaje a políticos independentistas se presentó como cuña idea con la que abrir la puerta europea. En un asunto, el judicial, donde las dudas y los resquemores de la Comisión Europea con España son amplios. Por ejemplo, con la reforma del Consejo General del Poder Judicial que revela el fondo de la cuestión: la preocupación de la CE por la separación de poderes en el Estado.

En lo económico-industrial, la Generalitat, no solo la de Aragonès, ha apostado por trazar planes encaminados a proveer Cataluña de un mayor peso industrial y que este, por el signo de los tiempos, solo puede estar relacionado con la sostenibilidad. La guerra ‘en la frontera este’, como gusta decir a algunos, al propio Aragonès, como forma de señalar que el conflicto ucraniano no es algo lejano, sino al contrario; ha supuesto una feliz coincidencia entre el camino decidido hace tiempo y las necesidades estratégicas de Europa.

Barcelona-Marsella

"Vamos a ser un ‘hub’ energético de Europa", señaló el ‘president’ a su salida el viernes de la reunión con el segundo comisario, el de Mercado Interior, Thierry Breton. Y esa es la nueva batalla que se abre ahora. El BarMar, la conducción submarina de hidrógeno fabricado mediante energías renovables, es decir, ‘verde’, que unirá Barcelona con Marsella y que, en un primer momento podría también transportar gas licuado, es un proyecto estatal definido por los Gobiernos de España, Francia y Portugal. Por tanto, el cuándo y el cómo va a participar Cataluña en eso está por ver. Y por negociar. Y está en la mano de Pedro Sánchez.

Otra cosa es el segundo gran as en la manga que llevó a Bruselas Aragonès, la participación catalana en el diseño y fabricación del llamado ‘chip europeo’. Un terreno abonado a la participación privada y, por tanto, el éxito catalán en ese campo tendrá que ver con la capacidad de atraer inversiones propias y extranjeras.