Pugna entre socios

Junts consultará a las bases sin haber cerrado un pacto con Aragonès

El 'president' y Jordi Turull retomaron el contacto, pero las posiciones se mantienen inmóviles y muy distantes

Jordi Turull y Pere Aragonès.

Jordi Turull y Pere Aragonès. / EP

Xabi Barrena

Xabi Barrena

El 'president' Pere Aragonès y el secretario general de Junts, Jordi Turull, mantuvieron en la mañana del domingo el contacto programado desde el sábado, cuando se prefirió dejar pasar la significativa jornada del primero de octubre, quinto aniversario del referéndum del 2017, dentro del marco de las negociaciones encaminadas a evitar que Junts, tal y como la fuerza posconvergente amenazó hace un mes, salga del Govern. Las posiciones no se acercaron y con toda seguridad la cúpula de Junts no podrá presentar en su ejecutiva del lunes, en la que hay que modelar la pregunta de la consulta interna del próximo jueves y viernes, ningún acuerdo con los republicanos. 

Decir que en ese contacto matinal no hubo acuerdo sería decir demasiado, porque, según fuentes del Executiu, no se entró, propiamente a una negociación, sino a una fase anterior en la que el 'president', en la línea de lo que en público (por ejemplo el sábado, en TV3) y en privado viene afirmando él y su equipo, no consideran que la propuesta que les llegó de

Junts

el viernes tenga una mínima base para ser negociada. El marco político que expresa Junts es tan distinto al de

ERC

que el mínimo común múltiplo es imposible, o como saldan los matemáticos se halla en el infinito.

Pregunta clave

Por tanto, la reclamación de Aragonès para negociar y cerrar un acuerdo que permita a la dirección de Junts orientar una pregunta más favorable a quedarse en el Executiu incluía la modificación de la propuesta del viernes. Que las posiciones eran diametralmente opuestas lo demuestra que no se emplazaron para una segunda conversación, para la tarde. “Si se produce es porque ellos llaman”; explicó una fuente del Govern.

Por si fuera poca la distancia, el acto de conmemoración del 1-O ha enrarecido más el ambiente entre ambas fuerzas. Y no por el discurso de

Carles Puigdemont

, que los republicanos daban ya por hecho que se produciría en unos términos parecidos. Una intervención que, en todo caso, la cúpula republicana entendió que era un aviso a navegantes para los miembros de Junts que pensaran tender puentes con ERC.

Aviso a los 'tibios'

Esquerra no se sintió aludida cuando el ‘expresident’ lanzó el aviso a los ‘tibios’ y les recordó que “sus votos”procedían del “desbordamiento democrático” del 1-O y que él, y su Consell per la República, estarían vigilantes y se enfrentarían a aquellos que se desviaran del camino del 1-O. 

La gasolina, el enésimo bidón, que alimentó el incendio entre ambos espacios políticos fueron los silbidos que recibieron 

Marta Rovira

, el presidente de Òmnium, Xavier Antich y, sobre todo 

Carme ForcadellPrimero porque Esquerra entiende que los abucheos son la consecuencia directa de algunas proclamas que provienen de Junts. Tanto bajo la presidencia de Laura Borràs

, como con el propio Puigdemont.

Y segundo, porque la visionado del video del momento de los abucheos revela a algunos líderes de Junts en actitud distendida, que los republicanos entienden como chanza y satisfacción. Súmese todo esto que el acto en sí fue convocado por el CxR, la entidad que preside Puigdemont y que, según ha trascendido, Junts pretende que acoja en su seno el nuevo ‘estado mayor’, por encima de la autoridad del Govern elegido en las urnas.

Porque lo nuclear del desencuentro sigue siendo lo que demandan unos y otros. Lo otro es ruido que dificulta el diálogo. Aunque sí es cierto que con el paso de las semanas crece una distancia que siempre ha sido ideológica (centro-izquierda versus centro-derecha), pero que ahora se extiende a las formas y manera de actuar.

División o no

Creen los republicanos que una parte de Junts alienta un discurso de escasas hechuras democráticas y subrayan la eventual división existente en las filas posconvergentes entre los que siguen un corte clásico de hacer política, como Jordi Turull, y los que siguen preceptos del populismo. Junts niega que exista esta división y pone como aval que todas las decisiones que se han tomado lo han sido por unanimidad. “Otra cosa es que el debate sea rico, no como en ERC que nadie se atreve a levantar la voz”.

Pero en algo sí coinciden ambas fuerzas y es en dar al líder opuesto una jerarquía y una influencia que niega para el propio. Es decir, Junts ve la mano de Oriol Junqueras en todas partes, algo que los republicanos desmienten y ERC da por hecho que Carles Puigdemont, pese a dejar la presidencia orgánica del partido, sigue manejando los hilos estratégicos. Algo que los posconvergentes también niegan.

En cuanto a las conversaciones, los republicanos sostienen que ni van a acceder a crear un ‘estado mayor’ bajo el ala del CxR, ni van a negociar conjuntamente con Junts los Presupuestos Generales del Estado, ni Aragonès va a permitir que en la representación de los posconvergentes en la mesa de diálogo haya miembros que no sean ‘consellers’. De la restitución de Puigneró ni se habla. Tampoco se insiste desde Junts.