CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Las 'cayetanas' y los 'teos' del Congreso: diputadas y diputados con escaño pero sin sitio

Crónica sobre quiénes fueron importantes y saborearon el poder y ahora, sencillamente, circulan por una invisible rutina

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8014701457001w / EFE/Juan Carlos Hidalgo

Ángel Alonso Giménez

Cayetana Álvarez de Toledo no está tan sola. Es cierto que en su grupo no le dan bola, pero no está tan sola. Tener escaño pero no tener sitio es habitual en el Congreso. Verán...

La diputada del PP por Barcelona no pinta nada entre los suyos, vive (políticamente) en la indiferencia de los demás. Pocos/as le acompañan, acaso Pilar Marcos, que es también diputada y que fue su jefa de gabinete en una época ya olvidada. Qué rápido se resquebraja la memoria en política. Álvarez de Toledo fue la portavoz en el Congreso cuando comenzó la legislatura, hace tres años. Estuvo poco al frente de los 87 diputados (sin incluirla) que hoy la ningunean, ni siquiera 12 meses. En el verano de 2020, tras lo peor de la pandemia, Pablo Casado la destituyó después de una serie de desencuentros con...

Hay giros del destino que son suculentos. Otro diputado "olvidado" es precisamente la persona que motivó la colisión entre el exlíder del Partido Popular y su exportavoz en el Congreso: el exsecretario general Teodoro García Egea. La realidad es que la bancada del PP tiene recientes unos cuantos "ex", personas que ocuparon cargos de relevancia y ahora tan sólo retienen el escaño. Poco más.

Sus rutinas, hoy, son discretas, un contraste que puede ser doloroso. Hace no mucho entraban en el palacio del Congreso rodeado de un séquito o formando parte de lo más granado de la cohorte del líder. Parecen de la prehistoria aquellos desfiles de Pablo Casado secundado por Álvarez de Toledo y García Egea, que no se podían ni ver. Ahora van solos o casi solos.

El jueves, última de las votaciones vividas en la Cámara, ambos estuvieron en sus escaños y pulsaron los botones del "sí", "no" y abstención. Cayetana Álvarez de Toledo esquivó la disciplina de voto del grupo en un punto de una proposición no de ley de Vox sobre la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. Los populares se desmarcaron de la iniciativa, pero la exportavoz no.

Su escaño pertenece la provincia de Barcelona. Movilizó en las elecciones de noviembre de 2019 más de 225.600 papeletas. Salvó los muebles; gracias a ella el PP agarró sus únicos dos escaños en Cataluña. Luego, Casado le designó portavoz para que desdibujara el auge que por entonces disfrutaba Inés Arrimadas.

A Álvarez de Toledo y a García Egea les separan pocos escaños. Ambos, cuando van al hemiciclo, que suele ser únicamente para seguir los debates importantes (a veces ni eso) y para votar (eso siempre), se colocan en la cuarta fila de la bancada del PP. En las semanas con pleno, prácticamente éstas son sus únicas actividades. No se dejan ver mucho. García Egea va de su despacho al hemiciclo casi siempre andando deprisa. Al principio, poco después de la renuncia y de la marcha de Casado, le paraban. Ahora ya no tanto. Álvarez de Toledo va más pausada, se suele detener incluso en el patio, otra cosa es que departa con compañeros de partido.

Desde el verano de 2020, la diputada por Barcelona apenas ha tenido ajetreo. En su grupo no se apuesta por ella, de modo que vive en la vicepresidencia de la Comisión de Hacienda y en unas pocas vocalías. Ha registrado preguntas al Gobierno para que haya respuesta escrita. Muy poco más. No interviene. Fuentes de la dirección parlamentaria reconocen su incomodidad con ella. Diputados consultados para esta crónica conservan de forma vívida su paso por la portavocía. Era muy difícil la relación directa. Evitan la crítica, pero también el elogio.

Con más inquina se observa la trayectoria pasada de Egea. No dejó muchos amigos como secretario general. En la entrevista en La Sexta, la noche en que comunicó su dimisión, reconoció que el puesto no era para hacer amigos. Su problema fue, en realidad, que acumuló demasiados enemigos.

Quizá por darle un pingüe complemento (1.550 euros más al mes, en bruto) al sueldo base de diputado que empezó a cobrar en marzo, se le aupó a la Presidencia de la Comisión de Seguridad Vial, cargo al que llegó el pasado mes de julio. Desde aquellas famosas preguntas a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no se le ha vuelto a escuchar una intervención.

Así que no, Cayetana no está sola. Como ella está Teodoro. Y está Alberto Casero, que fue mano derecha del diputado murciano y al que le persigue la sombra del error letal que salvó el decreto de la reforma laboral, y sobre todo, la nube negra de un suplicatorio por un presunto caso de corrupción cuando fue alcalde de Trujillo (Extremadura).

Tres diputados con escaño pero sin sitio. Tres parlamentarios rodeados de indiferencia.

Otro tipo de soledad en el PSOE

En la otra gran bancada del Congreso, la socialista, hay diputados y diputadas como Cayetana, Teo y Alberto. La comparación puede que les duela, aunque lo que duele es la dinámica de la política actual. Están tan borracha de táctica y de jugadas concebidas como maestras que en verdad son vulgaridades... Y está tan sujeta a los caprichos de los jefes y las jefas que no asoma ni de lejos un vestigio de racionalidad.

Héctor Gómez, por ejemplo. Héctor Gómez como síntoma. Fue designado portavoz del PSOE en el Congreso en septiembre de 2021. Fue destituido en julio de 2022. ¿Lo hizo tan mal? Visto desde fuera, no hubo una sola ley que no sacara adelante el Gobierno. Visto desde dentro, trascendieron mínimamente los enormes problemas de coordinación que tienen el Ejecutivo, el partido y el grupo para gestionar su propia agenda legislativa.

En la dirección del partido, es decir, en la cabeza de Sánchez, sin embargo, pesó demasiado una muy subjetiva percepción de que el tinerfeño comunicaba mal. Como urgía y urge imponer una narrativa de esfuerzo, compromiso y éxito para destejer la del PP, el secretario general apostó por Patxi López. Una pregunta: "¿el/la portavoz del principal grupo de la Cámara debe dedicarse sólo a comunicar o debe también poner orden en la mencionada agenda legislativa?" La dirección socialista parece que se ha decantado por la primera parte del dilema.

Desde que le echaron del puesto, Gómez ha ido sólo una vez al Congreso, a la reunión de Pedro Sánchez con los diputados y senadores del PSOE. El presidente le agradeció la gestión y todos se pusieron en pie a aplaudirle. Qué extraño: una estampa de cariño y afecto para alguien a quien destituyeron sin demasiadas explicaciones. Cuentan en su entorno que Gómez no lo ha pasado bien este verano, pero qué importa eso cuando el objetivo en el horizonte es ganar elecciones. El diputado, tal y como consta en su ficha del Congreso, únicamente retiene un puñado de vocalías en comisiones, que ni siquiera están remuneradas. Según informa Europa Press, durará poco esta orfandad de cargos: el martes será presidente de la Comisión Constitucional, considerada la más relevante.

Héctor Gómez, portavoz socialista en el Congreso de los Diputados.

Héctor Gómez, portavoz socialista en el Congreso de los Diputados. / epe

Adriana Lastra, al menos, es presidenta de la Comisión del Estatuto del Diputado, la que se encarga de velar por el cumplimiento del reglamento del Congreso. La asturiana dimitió antes de que la apartaran. Embarazada, ha decidido guardar reposo y recurre al voto telemático. En su bancada creen que no la verán ya hasta la próxima legislatura.

José Luis Ábalos, como Lastra, lo fue todo en el PSOE. O casi todo. Fue argamasa del partido en los territorios desde que Sánchez se instaló en la Moncloa. Ser ministro de Fomento permite ir a muchas ciudades y municipios y tratar asuntos internos con aquel cargo provincial o aquel dirigente que se las sabe todas. No le valió de nada. Ya no hablamos de todo lo que hizo para mantener a Sánchez con vida política, aquella época de las primarias, y de todo lo que hizo para que triunfara la moción de censura. Actualmente, consume los días entre cigarros en el patio del Congreso y entre los esporádicos asuntos de la Comisión de Interior, que preside.

En los partidos saben ser generosos. Entregar una presidencia de comisión supone elevar a alguien a un cargo parlamentario-institucional de la máxima importancia. Eso al menos permite conservar en la memoria destellos de épocas pasadas rebosantes de poder. El contraste no es tan lacerante. Luego está el tema del dinero... Igual que Ábalos, pero sin tanta nicotina, vive Carmen Calvo en la Comisión de Igualdad o Magdalena Valerio en la Comisión del Pacto de Toledo. Es éste otro tipo de soledad, no tan aplastante, bien pagada y sin tanta inquina.

El refugio (o no) del Grupo Mixto

Meri Pita es una diputada por Las Palmas que en marzo de 2022, harta de la dinámica de su antiguo grupo, Unidas Podemos, decidió irse al Mixto. Recalar aquí, una estructura parlamentaria que da cobijo a quienes no se enrolan en ningún grupo propio por no cumplir los requisitos, resulta complejo hoy por hoy. Lo componen ahora 11 representantes, ni más ni menos. Es una salida digna para quien se cansa de estar en desacuerdo con los/las que mandan y cree legítimamente que puede seguir haciendo algo por la circunscripción en la que fue elegido.

Pita no renunció al escaño porque, primero, es una decisión personal y nadie ajeno lo puede imponer, y segundo, porque consideró que desde el Congreso podría defender los intereses de los ciudadanos canarios.

Pero es indudable que estar en el Mixto es como no tener sitio. O tener un sitio muy pequeñito. Intervenir en el pleno es casi una quimera; tomar la palabra en una comisión, aunque factible, se convierte en una odisea. Además, no es lo mismo respirar en el Mixto por medio de un partido que siendo una especie de apátrida político. Para la CUP (dos diputados) o Coalición Canaria (dos también) es más sencillo destacar que para Pablo Cambronero o la propia Pita. Incluso a Carlos García Adanero y a Sergio Sayas, los dos ex de UPN, les cuesta más, sobre todo en su tierra.

En fin, que el Congreso no sólo cuenta historias de gloria y éxito. También historias de desencanto y supervivencia porque la indiferencia, la de los demás, duele.