SUELDOS DEL CONGRESO

iPhone, iPad, taxis, ayudas... ¿Viven los diputados/as por encima de nuestras posibilidades?

Cada cierto tiempo, surge la polémica sobre lo que ganan los diputados y cómo lo ganan; ahora, por el concurso para la licitación del suministro de nuevos teléfonos móviles

DIPUTADA CON MÓVIL

DIPUTADA CON MÓVIL / EFE/Mariscal

Ángel Alonso Giménez

Están los tiempos tan convulsos y sensibles en el Congreso que un aburrido y rutinario trámite administrativo provoca un huracán. La Mesa, el órgano de gobierno de la Cámara, decidió en julio renovar los teléfonos móviles que entrega a los diputados y funcionarios de alto rango. Se va a gastar un millón de euros. Es más que probable que los nuevos terminales sean iPhone de última generación, con precios en el mercado actualmente por encima de 1.000 euros. El portavoz de Cs, Edmundo Bal, ha tildado el concurso de licitación de “bochorno”, “sinvergonzonería” y “ofensa a los ciudadanos que lo están pasando mal”. Hay móviles más baratos, pues compren esos, vino a decir.

Sus críticas encontraron cierto eco en las redes sociales y en los medios de comunicación. También las de Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos, para el que no ha lugar a un gasto “tan suntuario”. 

Más allá de la longitud de la onda expansiva de las críticas, regresaron esos conatos de malestar con los representantes políticos que tan frecuentes fueron durante la crisis financiera que golpeó al país hace una década. Otra vez en cuestión los “privilegios” de los diputados en un contexto económico comprometedor. Todo está más caro (inflación por encima del 10%) y muchísimas familias haciendo malabares con los horarios de la lavadora, del lavavajillas y de la plancha. Al mismo tiempo que el presidente, sus ministros y otros altos cargos autonómicos anticipan la llegada de “tiempos duros”, trascienden contratos como el del Congreso con los móviles, y claro, la comparación sale sola.

¿Pero son los diputados y diputadas españoles unos seres privilegiados? ¿Viven por encima de las posibilidades de los ciudadanos a los que representan? ¿Cobran mucho? ¿Poco? ¿Merecen unos móviles tan caros?

Para empezar, todos los diputados/as tienen una retribución de unos 3.050 euros al mes, pero lo que les llega a la cuenta bancaria es menos de 3.000, ya que la cantidad no contempla las retenciones fiscales. Ésta es la cantidad que cobran desde 2020. Lleva congelada desde entonces. A partir de aquí, diferencias según complementos, que el Congreso paga en función de una tabla estructurada en cargos. No es lo mismo presidir la Cámara que ser portavoz en una comisión, la que sea. Un apunte, regulado en el régimen económico de la institución: el Congreso sólo paga por cargos que afectan, digamos, a su día a día; no retribuye puestos internos que los grupos diseñan para su organización interna.

Meritxell Batet, como presidenta, suma a esos 3.050 euros un complemento de 3.337. Dispone, aparte, de 3.624 euros para gastos de representación y de otros 2.971 para su libre disposición. Todas las cuantías citadas son de cobro mensual y no incluyen las retenciones fiscales. Los cuatro vicepresidentes de la Mesa perciben menos en todos los conceptos, y aún menos los cuatro secretarios

A los portavoces de los grupos, Cuca Gamarra, Patxi López o Aitor Esteban, del PNV, se les asigna algo más (1.890 y 1.006 en gastos de representación y para libre disposición, respectivamente). Las retribuciones de los portavoces adjuntos son más bajas. Hablamos de las dos altas autoridades de los grupos parlamentarios y de piezas cruciales en el engranaje de la Cámara, pues son los que deciden cuándo se debatirán las leyes, entre otras cosas. 

El Congreso también da complementos a los presidentes, vicepresidentes, secretarios, portavoces y portavoces adjuntos de las comisiones, pero para gastos de representación únicamente. De 1.551 a algo más de 700 euros, según el puesto.

La “ciudad” del Congreso

Hay diputados que se mueven en metro y en autobús. Y diputados que viajan en turista. También hay diputados que recurren al taxi y que viajan en preferente. Hay diputados que comen el menú diario del Congreso, que es francamente barato; otros que usan el restaurante, que es más caro; y algunos que quizá ni sepan que pueden almorzar a unos metros del despacho. Más o menos como en una empresa grande. Como se ha escrito antes, no todas las 350 señorías cobran lo mismo.

Un rato en uno de los dos grandes comedores que tiene el Congreso sirve para comprobar que la vida diaria de la gran Cámara de la representación política, sede principal del poder legislativo, no es un desfile de lujo y "glamour". Hay diputados y diputadas que visten marcas "low cost"; otros, sí, marcas con tienda en la calle Ortega y Gasset. Hay diputados/as que comen con sus asistentes, diputados/as que comen juntos. Diputados que prefieren la soledad; diputados que se divierten en compañía. Diputados que comen frugal; diputados que se llenan de calorías.

El Congreso es una ciudad dentro de la ciudad. Es el palacio (donde está el hemiciclo), son los dos edificios anexos y dos edificios más al otro lado de Carrera de San Jerónimo. Entre diputados, asistentes del Congreso, trabajadores contratados por los grupos y funcionarios de la Cámara, unas 1.000 personas fácil.

Este ajetreo frenético y masivo cuando hay actividad parlamentaria (los días de debate importante es como el metro en hora punta) gira alrededor, claro, de los diputados y diputadas. Ellos y ellas deben sus cargos a la elección libre de los ciudadanos. Es el pueblo el que les “contrata”, y por ello, no cobran en rigor un sueldo. La cantidad de poco más de 3.000 euros mencionada antes es una asignación constitucional (artículo 71.4). Sus derechos y deberes están tipificados en el reglamento de la Cámara, que no es un contrato laboral, sino una normativa con rango de ley. 

Uno de los leones del Congreso de los Diputados en una imagen de archivo.

Uno de los leones del Congreso de los Diputados en una imagen de archivo. / EFE/Mariscal

El trabajo de un diputado/a

Ser diputado no consiste en ocupar un asiento (escaño) y votar, que también. Consiste fundamentalmente en hacer leyes. Los diputados son legisladores. Son los que perfilan y determinan cómo ha de ser nuestra convivencia. Lo que pactan influye en nuestras vidas. 

El reglamento del Congreso regula cómo han de actuar y genéricamente qué medios tendrán a su disposición para cumplir sus funciones. El artículo 8 establece que deberán cobrar “una asignación económica que les permita cumplir eficaz y dignamente su función” y que “tendrán igualmente derecho a las ayudas, franquicias e indemnizaciones por gastos que sean indispensables”. 

La acotación “que les permita cumplir eficaz y dignamente su función” explica una serie de ayudas. Por un lado, según la terminología del régimen económico del Congreso, una “indemnización” mensual de 1.959 euros para todos los diputados que no sean de Madrid y de 935 euros para los que sean de la Comunidad. La regulación obliga a sufragar con tales asignaciones “los gastos que les origine la actividad de la Cámara”. No se precisa más, pero, consultadas por ello, diversas fuentes parlamentarias sitúan aquí el alojamiento, sobre todo en los casos de diputados que vienen de fuera. Aquí no hay retenciones fiscales, en aplicación de la ley del IRPF.

Además, el Congreso financia el transporte en “avión, tren, automóvil o barco” y el aparcamiento en las estaciones y aeropuertos. Por este concepto, el Congreso no da dinero al diputado, sino que hace el abono a la empresa transportista. Si el diputado usa su propio coche, podrá cubrir el gasto, previa justificación, según estos parámetros: 0,25 €/km y los peajes que se imputen.

Y una ayuda más: los diputados que no dispongan de vehículo oficial (los que no ejercen los cargos de Mesa, los que no presiden comisiones y los que no son portavoces de los grupos) cuentan con una tarjeta para recurrir al taxi cargada con hasta 3.000 euros, como tope anual.

… Y por fin: los móviles

Imagine que usted va en una lista electoral, que sale elegido y que es designado diputado electo por la Junta de su provincia o comunidad autónoma. Tendrá que ir un día al Congreso, antes de su constitución oficial, a entregar dichas credenciales y a declarar sus bienes y patrimonio. Le informarán entonces de todos sus derechos y del régimen económico descrito arriba.

Pero, además, en una sala contigua a donde haya hecho las gestiones anteriores, el departamento de comunicaciones le ofrecerá un teléfono y una tableta electrónica. Hasta hace no mucho, habría podido elegir entre el sistema operativo de Apple o el de Android, pero ya no. La mayoría de diputados que se han ido decantando por los aparatos de la compañía de la manzana es tan abrumadora que, como apuntan fuentes del Congreso a este medio, los móviles que reciban por el nuevo contrato (el de la polémica de esta semana) serán iPhone casi con toda seguridad.

Si habla con un diputado elegido en 2019, le contará que tras los comicios de ese año le ofrecieron un iPhone 8. El móvil llevaba dos años en el mercado y su sistema operativo garantizaba entonces llegar hasta el final de la vigencia del contrato, que ha sido ahora. De hecho, los aparatos más modernos que ha ofrecido el Congreso hasta la fecha han sido esos iPhone 8. Y estos son los que quiere reemplazar por versiones más actualizadas.

A los diputados les dan iphone y ipad para cumplir esta condición del reglamento del Congreso: hacer su trabajo “de manera eficaz”. Tal y como reseña el régimen económico, “las convocatorias a las sesiones de la Cámara se efectúan por correo electrónico y mensajes SMS” y “también se distribuye por correo electrónico la documentación”.

Pero hay dos razones más. Una: las votaciones telemáticas. ¿Recuerdan el caso de Alberto Casero, el diputado del PP que se equivocó con el decreto de la reforma laboral? Como votó a través del sistema electrónico, éste fue escrutado hasta el más recóndito link. ¿Saben con qué herramientas entran al sistema sus señorías? Con el iPhone y con el iPad. 

Meritxell Batet, en una foto de archivo.

Meritxell Batet, en una foto de archivo. / Jordi Cotrina

Las votaciones telemáticas, además, se generalizaron durante las peores etapas de la pandemia y se acaba de reformar su sistema para aumentar los umbrales de seguridad. ¿Saben qué móviles garantizan este mayor nivel de seguridad? Los iphone. 

Cuentan las fuentes consultadas para esta información que los servicios informáticos han adaptado toda la operativa a los productos de Apple, también la intranet, lo que exige un celo escrupuloso en la seguridad. Si no, recuerden el escándalo ocasionado por “Pegasus”. He aquí la otra razón.

Ser diputado conlleva un buen “sueldo”, sin duda. Asegura un modo de vida holgado, sin estrecheces. La crisis que se avecina podrán sortearla, y puede que lo hagan con un iPhone 13 en la mano (eso lo decidirá la compañía que gane el concurso). Es un móvil estupendo, parece, y muy caro, de lo que no hay duda.

Como no la hay de que ser diputado no es un trabajo cualquiera. Forman la columna vertebral del modelo de Estado que consagra la Constitución. Gozan, por ejemplo, de inmunidad parlamentaria. Nuestras leyes les protegen. ¿Viven como reyes? Hay de todo. ¿Merecen un iPhone al que sólo le falta hacer masajes? Quizá no, pero también es cierto que necesitan las máximas medidas de seguridad y fiabilidad para hacer su trabajo en el siglo XXI, el siglo del smartphone.