Opinión | AGENDA POLÍTICA

Cara a cara: Sánchez y Feijóo

El presidente tiene experiencia como parlamentario, los datos en la cabeza y quiere demostrar que para ser un candidato a presidente del Gobierno con garantías hace falta más que la cómoda experiencia que ha tenido el popular en Galicia.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en su primer y único, por ahora, debate parlamentario en el Senado.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en su primer y único, por ahora, debate parlamentario en el Senado. / David Castro

En pocas ocasiones el Gobierno se muestra tan complaciente con la oposición, como lo ha sido en estos últimos días. Sánchez ha decidido dejar de hacer oposición a Feijóo y matarlo a besos, es decir, le responde positivamente a sus peticiones. Desde Galicia, el líder gallego pedía a Sánchez un debate en el Senado, un cara a cara que posibilitara contrastar los dos modelos, esperando que este se negara, que es lo que hizo Moncloa emplazándolo a la sesión de control. Sin embargo, horas después valoraron de forma más serena la petición y todo eran ventajas.

Una vez roto el tabú de dar la razón a la oposición, Sánchez anunció en una entrevista con Barceló en la Cadena Ser la medida propuesta por Feijóo de reducir el IVA del gas, a ver ahora cómo confronta en el Senado, debieron pensar en el equipo del Presidente. 

El PP está arriba en las encuestas y esto obliga al Gobierno a arriesgar en la estrategia y cambiarla para dejar de victimizar a un Feijóo quejoso con los ataques de los ministros y cómodo en la indefinición de la crítica sin alternativa programática. Sánchez está dispuesto a dar todas las batallas que hagan falta para evidenciar que los populares se han instalado en el 'no', con medidas sueltas, pero sin proyecto alternativo. El presidente tiene experiencia como parlamentario, los datos en la cabeza y quiere demostrar que para ser un candidato a presidente del Gobierno con garantías hace falta más que la cómoda experiencia que ha tenido Feijóo en Galicia. 

Alberto Núñez Feijóo todavía alberga una buena imagen que proviene de su etapa como presidente autonómico, en la que merece la pena recordar, rehuía todos los debates que le eran incómodos aludiendo problemas de agenda. Feijóo desaparecía cuando era menester, por ejemplo, cuando decidió no acudir a hacerse la foto de Colón, igual que hizo Arrimadas, por cierto. Asomaba la cabeza públicamente en los temas nacionales cuando podía obtener un rédito con ello.

Sin embargo, ahora está en el disparadero y patinando con cuestiones bastante básicas en el ámbito nacional, como por ejemplo, la cuestión catalana, confundiendo el dato de la prima de riesgo, loando las maravillas de Galicia fuera de su ámbito geográfico o utilizando la decisión de Adriana Lastra para intentar dañar a Sánchez. Asuntos de forma y fondo que pueden hacer que la campaña se le haga muy larga. 

Alberto Núñez Feijóo durante la rueda de prensa tras la reunión del Comité de Dirección del Partido Popular.

Alberto Núñez Feijóo durante la rueda de prensa tras la reunión del Comité de Dirección del Partido Popular. / José Luis Roca

Todas estas cuestiones habrán sido analizadas por el equipo de Moncloa y pueden ser las que han empujado la estrategia hacia el cara a cara que tendrá lugar en el Senado el próximo martes. Ahí Feijóo tendrá que demostrar que está a la altura con un experimentado y correoso Sánchez dispuesto a defender el cinturón del líder más resistente. La estrategia del PP pasaba por la negativa de Sánchez a debatir para seguir acusándolo de esconderse. 

Ahora Feijóo está obligado a ganar o se habrá metido un gol en propia puerta. Los errores en política no se perdonan y pueden revertir una percepción sobre si un candidato está preparado para gobernar. Si el gallego no aprueba con nota, el PSOE reforzará su posición de un Gobierno rodado que se mueve bien en el plano europeo y que afronta los debates sin peros. 

Por último, ningún presidente del Gobierno ha logrado serlo a la primera, a excepción de José Luis Rodríguez Zapatero que lo fue en unas circunstancias absolutamente extraordinarias tras el engaño institucional del Gobierno de Aznar y con el país conmocionado tras los atentados del 11-M. Bien es cierto, que vivimos momentos tremendamente insólitos, llenos de incertidumbre y rehenes del chantaje energético de Putin. También es cierto, que en tiempos de crisis, el votante puede ejercer un voto de apoyo al gobierno por eso evitar las mudanzas en tiempos de tribulación