INVESTIGACIÓN

La declaración del hombre esclavizado por los diamantes de sangre: “Si tienes suerte te pegan, si no te matan”

El ciudadano de Sierra Leona Aiah Ngekia explica en la Audiencia Nacional cómo fue obligado a trabajar en un mina a cielo abierto para extraer piedras preciosas que sirvieron para financiar la guerra civil del país africano

"Nos vigilaban niños de 11 y 12 años armados", sostiene quien fue víctima de los rebeldes del Frente revolucionario Unido (FRU)

Imagen de una mina a cielo abierto de diamantes en Sierra Leona

Imagen de una mina a cielo abierto de diamantes en Sierra Leona / EPE

Tono Calleja Flórez

"Si tienes suerte te pegan, si no te matan". De esta forma describió el ciudadano de Sierra Leona Aiah Ngekia (1963) el trato que sufrió de sus carceleros durante los meses en los que fue obligado a desempeñar un trabajo esclavo en una mina de ‘diamantes de sangre’ ubicada en la localidad de Tombudu, cerca de la frontera con Liberia. Esta víctima del comercio de estas piedras preciosas, cuya venta sirvió para financiar la guerra civil que asoló durante una década Sierra Leona, declaró como testigo el pasado 1 de julio en la Audiencia Nacional. En la comparecencia confirmó los términos de la querella que había presentado en enero pasado, y cuyo contenido adelantó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

El juez de la Audiencia Nacional Alejandro Abascal, con el apoyo del fiscal Pedro Martínez Torrijos, admitió a trámite la causa y acordó la imputación del ciudadano hispano andorrano Manuel Terrén Parcerizas, afincado en Brasil, que ha rechazado colaborar con la justicia. Este empresario está acusado de desempeñar “un papel clave” en el conflicto de Sierra Leona mediante la empresa Orfund Found, ahora disuelta, pues habría financiado con el contrabando de “diamantes de sangre” el “esfuerzo bélico” de un grupo rebelde armado.

En concreto este empresario, en connivencia con sus socios de Andorra, habría puesto en marcha, según la querella, “una fachada empresarial en Liberia para asegurar el contrabando de diamantes de sangre proveniente del grupo armado Frente Revolucionario Unido (FRU) que operaba en Sierra Leona y así poderlos colocar en el mercado internacional”.

Las minas de Liberia eran una tapadera

Los diamantes vendidos como procedentes de Liberia en realidad habían sido extraídos de los territorios controlados por el FRU en el distrito de Kono, en Sierra Leona. Un testigo confirmó que las minas de Liberia de los empresarios andorranos no eran sino "una tapadera" para vender de contrabando los diamantes de Sierra Leona. Este comercio había sido prohibido de forma expresa por la comunidad internacional, que trataba de parar una guerra civil que causó, según organismos oficiales, más de 70.000 muertos y 2,6 millones de desplazados.

Aiah Ngekia fue uno de esos millones de desplazados a consecuencia de la contienda, pues tras el comienzo de la guerra civil fue obligado a abandonar su vivienda y trasladarse al campo de refugiados Gueckedou, en Guinea-Conakry.

En la Audiencia Nacional Ngekia explicó que antes del conflicto trabajaba como “vendedor” en una tienda. Pero un día del año 2000 todo cambió. Los rebeldes del FRU abandonaron la selva e irrumpieron con violencia en su pueblo, en las cercanías de Tomdudu. Estos guerrilleros “atacaron las casas y mataron a gente” y, como consecuencia, el denunciante y otros 16 hombres fueron obligados a salir de sus casas y trasladados a un edificio que había sido quemado. Los mandos del grupo opositor se identificaron como los nuevos responsables del Gobierno, ya que aseguraban que el anterior Ejecutivo de Freetown había sido depuesto, y les comunicaron que les iban a movilizar para “hacer un trabajo para el Gobierno”.

Una masacre

La información recabada por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA evidencia que en 1998 en Tombodu se produjo “una gran masacre”. Algunas personas fueron decapitadas y sus cuerpos arrojados a un pozo llamado "Pozo Salvaje" por el nombre del comando que encabezó la masacre. De hecho, la ciudad ha erigido un monumento que contiene los restos de personas encerradas en una casa y quemadas hasta morir. El tribunal internacional que juzgó los crímenes de la guerra civil en Sierra Leona encontró evidencias de que en la mina de diamantes inundada en Tombudu se habían arrojado cuerpos de personas asesinadas en la aldea en 1998.

Según el relato del querellante, este fue obligado a hacer trabajo esclavo en la mina a cielo abierto de Tombudu, -que estaba inundada-, en la que debía extraer diamantes utilizando únicamente las manos, que debía introducir en el agua gélida. Explicó que permanecían en todo momento "desnudos" y que les obligaban a hacer este penoso trabajo “día y noche”. Por supuesto, no le pagaron por su trabajo. Recibían la comida y bebida justa para sobrevivir. Por este trabajo tiene "cicatrices" y otras secuelas físicas como una hernia, de la que fue operado.

Cuando encontraba una piedra preciosa debía entregársela al "señor" o "encargado". Si hubiera tratado de escapar le hubieran matado, dijo Ngekia durante su declaración, en la que aseguró que fue testigo del asesinato de una una persona. ¿Qué hubiera pasado si se negaba a trabajar en la mina? "Si tienes suerte te pegan, si no tienes suerte te matan", respondió acompañado de su abogado, quien pidió a su cliente que relatara quienes habían sido sus carceleros: "Nos vigilaban niños pequeños de 11 y 12 años que estaban armados" y que les pegaban con "palos" o con cualquier cosa que tuvieran a mano.

Los 'kadogos'

El reclutamiento de los llamados 'niños soldado' ha sido corriente en los conflictos armados de África. Ocurrió en 1997 en la República Democrática del Congo (RDC), donde las tropas de Laurent Desirée Kabila irrumpían en los poblados para secuestrar a menores, denominados kadogos, que es la expresión en swahili que significa "los pequeños". Los menores eran obligados a formar parte del Ejército atacante, cuyos jefes les daban de comer y les suministraban sustancias estupefacientes. En Sierra Leona ocurrió lo mismo y los grupos guerrilleros disponían de un 'ejército' de niños a su disposición.

El testigo apuntó igualmente en la Audiencia Nacional haber presenciado la violación de varias mujeres que vivían en la selva, en las cercanías de la mina. Un informe de Human Rights Watch (HRW) confirma que durante la guerra civil de Sierra Leona (1991-2002) miles de mujeres y niñas fueron objeto de violencia sexual generalizada y sistemática perpetrada por ambos bandos.

Ante la pregunta de su abogado sobre si los diamantes se transportaban a Liberia, el testigo contestó de forma afirmativa. Dijo también que los soldados lo sabían y que acudían a la mina en convoyes militares. Al ser interpelado sobre si también había visto "hombres blancos", el testigo dijo que "sí" y que la presencia de estos era "normal".

Un ciudadano belga

Uno de ellos fue identificado por el testigo con el nombre de "Michel". En la querella interpuesta en la Audiencia Nacional se alude a las vinculaciones de la supuesta organización criminal con otras causas delictivas en Liberia. Es el caso del ciudadano belga Michel Desaedeleer que, según la investigación judicial, estuvo involucrado en el comercio de diamantes del FRU entre 1999 y 2000.

La querella destaca que estos "hombres blancos" fueron identificados por ex miembros del FRU como propietarios de la empresa Blue Stone y presentados como jefes de Alhaji Sekou Fofana. Es decir, señalaban directamente al empresario hispano andorrano: "Considerando las pruebas, y los vínculos de Terrén Parcerizas con los responsables de la explotación de las minas en Sierra Leona, es probable que Terrén Parcerizas fuera uno de los dos hombres blancos de la empresa Blue Stone y DiAndorra a los que se describió como habiendo recibido los diamantes entregados por los hombres del FRU en Monrovia ([Liberia] y/o que se reunió con el alto mando del FRU en Sierra Leona en 1999”, dice la denuncia, que concluye que cuando el negocio se puso en marcha Terrén Parcerizas se convirtió en el “gran jefe” de la compañía andorrana en África, supervisando las actividades de las firmas involucradas.

Junto con el exministro andorrano Jordi Cinca, participó en la toma de decisiones sobre cuestiones logísticas relacionadas con estas empresas, como las relativas a las suscripciones telefónicas y sus tarifas o el envío de equipos a Liberia. El propio Terrén Parcerizas reconoció que se dedicaba a supervisar los trabajos de las minas en Liberia, cuando en realidad las minas estaban en Sierra Leona.

Reuniones de alto nivel en Liberia

Tanto Cinca como Terrén Parcerizas habrían participado en reuniones de alto nivel con el vicepresidente y el ministro de Minas de Liberia, prosigue la querella. La sentencia que condenó al expresidente de Liberia Charles Taylor a 50 años de cárcel confirmó que este prestó asistencia al grupo guerrillero FRU en sus actividades mineras. A cambio de las piedras preciosas el Gobierno de Monrovia entregó armamento a los rebeldes, a quienes también conectó con empresarios con el propósito de establecer acuerdos para la compra de armas.

De esta forma, la declaración de Aiah Ngekia en la Audiencia Nacional confirma el contenido de la querella que su abogado interpuso en enero pasado contra Terrén Parcerizas en la que el letrado aseguraba que su cliente fue obligado a trabajar "día y noche" junto con otros 300 civiles, en condiciones inhumanas, en las minas de Tombudu bajo control del FRU. Y todo con la finalidad de extraer los diamantes que luego serían introducidos en el mercado internacional. Los hechos, según el denunciante, podían ser constitutivos de los delitos de crímenes contra la humanidad, esclavitud y delitos contra las personas en caso de conflicto armado y pertenencia a una organización criminal.