ANIVERSARIO

Seis años de la investidura fallida de Rajoy

Fue la segunda vez en democracia que un candidato no lograba la confianza de la Cámara, ahondando aún más en el bloqueo

Pese a ser mes inhábil, el Congreso ha abierto sus puertas en agosto para albergar grandes debates como los de investidura

Mariano Rajoy, durante la segunda votación del debate de investidura celebrada en el Congreso de los Diputados el 2 de septiembre de 2016.

Mariano Rajoy, durante la segunda votación del debate de investidura celebrada en el Congreso de los Diputados el 2 de septiembre de 2016. / JOSÉ LUIS ROCA

Miriam Ruiz Castro

Miriam Ruiz Castro

Si hubo quien se empeñó en bautizar a 2015 como “el año del cambio”, 2016 también hay quien lo recuerda como “el año de la inestabilidad”. Las elecciones de diciembre de 2015 trajeron nuevos colores al arco parlamentario y pusieron fin a un bipartidismo demasiado acostumbrado a elegir presidente tirando de mayoría absoluta. La de Pedro Sánchez en marzo de 2016 fue la primera investidura fallida, pero no sería la última: Mariano Rajoy lo intentó en pleno verano, cuando agosto daba la bienvenida a septiembre, y fue rechazado por la Cámara Baja.

“España necesita un gobierno con urgencia, los españoles han señalado con claridad su preferencia por el Partido Popular y no existe una alternativa razonable”. Así empezó Rajoy un discurso de investidura que llegaba después de la primera repetición electoral de la democracia -o, al menos, la primera completa: las circunscripciones de Murcia, Pontevedra y Melilla tuvieron que volver a votar en 1990-. El estío se estrenaba con comicios generales, los segundos en seis meses, y de las urnas salió un Parlamento muy similar al que había protagonizado el bloqueo anterior.

En un verano atípico con un gobierno que acumulaba ocho meses en funciones, Rajoy y Sánchez se reunieron en el Congreso a primeros de agosto. De poco sirvió aquel encuentro. “Si nadie quiere pactar con el señor Rajoy, el problema es del señor Rajoy”, dijo el líder del PSOE, ya instalado en un ‘no es no’ del que haría consigna más tarde. Las negociaciones estivales sirvieron para alumbrar un acuerdo con Ciudadanos, que ya había apoyado a Sánchez en su intento fallido de marzo.

La Cámara Baja dijo no a Rajoy dos veces. En la primera, el 31 de agosto, los 170 ‘síes’ que logró de su partido, de Ciudadanos y de Coalición Canaria se estrellaron contra los 180 ‘noes’ del resto de fuerzas políticas. Pese a que el líder del PP intentó atraer al PSOE a una abstención que le permitiera gobernar, Pedro Sánchez se mostró beligerante con el candidato. “España necesita con urgencia un gobierno, pero no un mal gobierno”, le espetó. Tal fue la negativa del líder socialista a apoyar a Rajoy que éste le replicó tras su intervención: “Tenga la absoluta certeza de que ya he entendido todas las partes del ‘no’, así que tranquilícese”.

Dos días después, el 2 de septiembre, el Congreso consumaba su ‘no’ a Rajoy en una segunda votación en la que nada cambió. Pero el rechazo de la Cámara Baja no duró mucho tiempo. Menos de dos meses después, a finales de octubre, el líder del PP volvía a someterse a otro debate de investidura. Y esta vez, una abstención traumática que ya es historia del PSOE le permitió convertirse, de nuevo, en presidente.

Investiduras, debates y otros grandes plenos en verano

La de Rajoy no ha sido la única investidura estival. Otro presidente logró la confianza de la Cámara Baja en pleno mes de julio. Felipe González fue investido por segunda vez el 23 de julio de 1986, y por última, el 9 de julio de 1993.

Pese a ser un mes inhábil, hasta tres debates sobre el estado de la nación se han celebrado en julio: José María Aznar lo convocó el 15 de julio de 2002 y José Luis Rodríguez Zapatero, el 3 de julio de 2007 y el 14 de julio de 2010.

Fuera de los períodos de sesiones, son el Gobierno, la Diputación Permanente o la mayoría absoluta del Congreso quienes pueden solicitar un pleno extraordinario. Y los que llegan en agosto suelen ser sinónimo de asuntos de urgencia o actualidad. El decreto de ahorro energético fue un ejemplo de ello, pues tenía que ser convalidado antes de transcurridos 30 días desde su aprobación.

En 2002, otro pleno extraordinario se reunió en agosto para instar al Gobierno de Aznar a que iniciara los trámites para ilegalizar Batasuna. Y en 2011, la Cámara se reunió a final de mes para convalidar un real decreto con medidas contra la crisis que sirvió para que Zapatero anunciara la reforma del artículo 135 de la Constitución.

En 2015, el entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, llevó al Congreso el proyecto de presupuestos para el ejercicio siguiente a inicios de agosto. El objetivo era aprobarlos antes de la disolución de las Cortes por los comicios de 2015. Los que dieron lugar a aquel año del cambio y las investiduras fallidas que vendrían.