CARA A CARA SÁNCHEZ-FEIJÓO

Sánchez convierte el Senado en trampolín de su recuperación electoral y del descrédito a Feijóo

El presidente responde al órdago del líder del PP con la petición de un debate en el que podrá exhibir una de sus fortalezas: la proyección europea, constatada por la reunión de este martes con el canciller alemán

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una sesión de control al Gobierno en el Senado.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una sesión de control al Gobierno en el Senado. / A. Pérez Meca - Europa Press

Ángel Alonso Giménez

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, comenzó el curso político de manera más o menos oficial el pasado fin de semana con un emplazamiento al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a tener un cara a cara en el Senado "sosegado" y confrontar dos modelos: el del mandatario socialista, que acerca a España, según su opinión, a la recesión y a una crisis económica de impredecibles consecuencias; y el suyo, que obviamente aliviaría la incertidumbre y fortalecería al país.

Algún asesor o dirigente del Partido Popular debe decir pronto al líder, aunque es más que probable que ya lo sepa, que con Sánchez son arriesgadas las tácticas pugilísticas, ya que le gusta devolver los golpes políticos más fuerte, o al menos le gusta intentarlo. Como decía un diputado este miércoles, en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA: "Sánchez ha demostrado de nuevo su astucia; se va Alemania a hacer pinza con su canciller (Olaf Scholz), demostrando que en Europa está muy fuerte, y en unos días se irá al Senado a decirle a Feijóo: 'tú, en Europa, no eres nadie; en cambio, yo...".

Más allá de la táctica política, que es evidente que la hay, el debate del martes que viene versará sobre el plan de ahorro energético y su "perspectiva territorial", según consta en la comunicación que la Secretaría de Estado de Relaciones con las Cortes envió a la Mesa para pedir la convocatoria de la sesión. Casi era obligado el uso del término porque es la forma de justificar la solicitud de celebración en el Senado, Cámara territorial, y no en el Congreso, que es donde se suelen hacer este tipo de contiendas parlamentarias.

Hubiera bastado, además, que fuera la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, a la comisión de su ámbito, si de lo que se trata es de explicar pormenorizadamente el plan de ahorro energético. Pero Sánchez ha preferido ser él el que ponga la voz y la cara. Dos razones relacionadas entre sí: porque el abrazo de su colega alemán le da mucho aire y porque justo esto le permite sacar músculo internacional ante un Feijóo que palidece precisamente aquí.

Es cierto que el mandatario gallego, poco después de asumir la presidencia del partido, asistió a un cónclave de los populares europeos, pero sólo un evento no proporciona relevancia mundial. En su beneficio, recordar que uno de los cargos más destacados del PP lo ejerce Esteban González Pons, eurodiputado y persona con buenas e importantes influencias en Bruselas.

El desgaste constante

Moncloa y Ferraz se han propuesto un objetivo: desacreditar a Feijóo, debilitarlo, retratarlo. No es el político sólido y solvente que parece que es o que así promociona el Partido Popular. Le habrá ido bien en Galicia, y ahí están sus mayorías absolutas, pero la política nacional es otra cosa: es una competición diferente que engrandece los errores y empequeñece los aciertos. En este vector se sustenta la táctica socialista.

A ojos de los estrategas de Sánchez, el anterior líder del PP Pablo Casado se hacía oposición a sí mismo con sus virajes argumentales, lo que redundaba en falta de credibilidad. A ojos de los mismos estrategas, Feijóo suscita y despierta credibilidad. Se le percibe más serio, más preparado. En los niveles intermedios de la escala de 1 a 10 que emplea el CIS para medir el posicionamiento ideológico de la ciudadanía, siendo el 5 el centro político, el presidente del Gobierno está perdiendo peso y Feijóo lo está ganando.

Un estratega de Podemos, en declaraciones a este medio, subraya que no es casual que Sánchez dé tanta trascendencia a su aparente prestigio internacional, europeo en particular. Para los ciudadanos sin definición ideológica clara, un líder que se rodea de los más conspicuos mandatarios internacionales o que es capaz de organizar muy bien una cumbre de la OTAN genera "orden". Y en contextos inciertos como el actual, transmitir "orden" puede servir de trampolín electoral. Puede, porque en Génova los analistas no lo ven igual: "el crédito de Sánchez está agotado"; no hay trampolín que le valga ya.

El presidente conoce la asociación orden-prestigio internacional y quiere explotarla y sacar el máximo partido. Por eso, va al Senado tras verse a solas con Scholz. Por eso va a hablar de medidas de ahorro energético que no es que estén resultando muy populares. Correrá ese riesgo. Demostrará que controla el ámbito, que tiene una hoja de ruta y que va a ejecutarla. Pregonará que su premisa es la protección de derechos sociales, a diferencia de la que tuvo el Ejecutivo de Mariano Rajoy entre los años 2012-2016 (según su argumentario) y que Europa le respalda sin fisuras. Enfrente, una alternativa sin brillo internacional que ni conoce el tema ni cree en el Estado de Bienestar.

Pedro Sánchez y Olaf Scholz, en Meseberg.

Pedro Sánchez y Olaf Scholz, en Meseberg. / EFE

Sánchez, "autoritario"

Pero Feijóo no irá al Senado sin estudiar. Aunque la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, ha ironizado con ello (le ha sugerido que llame a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, para que le explique el plan UE, y así, vaya preparado), el PSOE sabe que el debate no resultará sencillo. Creen firmemente en las opciones de su jefe, lo que es compatible con el reconocimiento de los riesgos.

El líder de los populares dispondrá de 20 minutos para debatir con Sánchez: una primera intervención de 15 y una segunda de 5. El presidente del Gobierno no tiene límite de tiempo. La asimetría juega en contra del gallego, sin duda, pero intentará compensarlo con una batería de propuestas y con pocos insultos. Al menos es lo que ha dicho el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, según un teletipo de la Agencia Efe. "El PP va a hacer propuestas en un debate que vamos a predefinir como ¡un debate sin insultar al adversario'; esto va a sorprender mucho al PSOE", ha recalcado.

Está por ver. Hasta la fecha Feijóo siempre ha deslizado alguna que otra invectiva. Hace poco le llamó "autoritario" y enfatizó la dependencia que su gestión tiene de formaciones independentistas como ERC y EH Bildu.