DIPUTADOS SINGULARES (IV)

Mario Garcés: el diputado escritor del PP que se haría una "road movie" con Edmundo Bal

Mario Garcés, representante del PP por Huesca, es escritor persistente y noctámbulo y actor ocasional; en la literatura y en el cine encuentra los desahogos que la política no le da

DIPUTADOS SINGULARES (IV): Mario Garcés

DIPUTADOS SINGULARES (IV): Mario Garcés / Alba Vigaray

Ángel Alonso Giménez

A Mario Garcés, nacido en Jaca, provincia de Huesca, hace 55 años, le pides que vaya a la sesión de fotos con algunos libros que ha escrito y aparece con una bolsa de tela llena hasta los topes. Posa orgulloso con ellos. También con los carteles de las películas en las que ha tenido un pequeño papel. Y con la claqueta. En cambio, como político, ya no se le nota tan feliz. He aquí un caso de diputado con otras pasiones más altas.

El diputado del PP Mario Garcés con algunos de los libros que ha escrito

El diputado del PP Mario Garcés con algunos de los libros que ha escrito / Alba Vigaray

La vida de este exconsejero aragonés y exsecretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad se divide entre el sol y la luna. Por las mañanas y por las tardes, acude a su despacho del Congreso y al escaño, y atiende a los medios de comunicación siempre que tiene ocasión. Digamos que se mueve como diputado del PP y como una de las voces del partido en el área económica. Por la noche, muta: se sienta frente a su escritorio y teclea en el ordenador para sacudirse la vida anterior, marcada por un horario, por la responsabilidad del cargo y por servidumbres que no le hacen ninguna gracia. 

Duerme poco, reconoce a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Le cura más la escritura que el sueño, eso dice. “Me permite diluir las tensiones del día a día, sobre todo las que provienen de la política”, aclara. Para que no le amenace la monotonía, se marca objetivos y los cumple. Se propuso escribir un libro que llamó “El antipríncipe” en 40 noches y lo logró, y es un ‘tocho’ considerable. Tecleó con fruición porque además le espoleó una emoción: la desafección. Estaba enfadado con la política, enfadado con compañeros y compañeras del partido y así se desahogó. 

Evita, sin embargo, el resentimiento, mal consejero. “Me han pedido escribir la trayectoria de Pablo Casado, su principio y su final, pero no lo haré”, confiesa. Afloran por dentro sentimientos de los que prefiere escapar. “No se puede escribir desde el rencor porque puede ser terapéutico, sí, pero el libro queda”, explica. Mario Garcés no quiere enemigos. Aquella etapa de Casado fue traumática; él estuvo en el origen, pero le expulsaron en mitad de la travesía y la historia acabó muy mal. Mejor que siga la digestión silenciosa.

Con ‘Panchita’ empezó todo

Es uno de los pocos diputados que sube a la tribuna del hemiciclo del Congreso sin un solo papel. Es capaz de decir 234.875.201 millones de euros sin inmutarse; de memoria. Al fin y al cabo, cuando habla en la Cámara, interpreta un personaje. El suyo mezcla la erudición con el desparpajo, la corrección en las formas y una locuacidad ácida. Choca a menudo con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Pero esto no es algo que haga él solo. El Congreso es también un escenario y en los debates hay héroes y antihéroes.

Puede que por formación profesional no le cueste nada soltar su texto cuando acude a un rodaje, y ya ha ido a unos pocos. Da igual que tenga enfrente a Cayetana Guillén Cuervo. No necesita ensayar mucho. Va, escucha al director, hace lo que le digan y se marcha. 

Se considera autodidacta y su relación con la interpretación se basa en el placer y en el aprendizaje antes que en el lucro. Le gusta; punto. De hecho, le gustó siempre. En su colegio de Jaca, un colegio sólo de niños, principios de los 70, actuó por primera vez. Era la niña de la obra. Se llamaba “Panchita”. La historia la cuenta así:

“Se hizo una obra de teatro para la que se necesitaba una niña a la que raptan un bebé. Me eligieron a mí porque tenía unos mofletes muy grandes y cuerpo de niña, tanto que cuando acabó y me fui a cambiar, se acercó una señora a mi madre y dijo que no podía ser un niño. Me llamé Panchita en esa obra de teatro y me daban un beso en la boca. Para qué digan de los liberales: en el 71 ya besábamos”.

Superados con creces los 40, el cine le ofreció un divertimento. Se estrenó en la comedia “Perdiendo el Este”. Entrar en el reparto sucedió de forma imprevista: uno de los guionistas, el zaragozano Nacho G. Velilla, se puso en contacto con él mientras presentaba, como secretario de Estado, una campaña de sensibilización contra la violencia de género en el estadio del Leganés. Al instante, le dijo: cuenta conmigo. Así, de golpe. 

Cine, literatura… Y Edmundo Bal

Luego, sin esperarlo, dice, le llegaron dos películas más. La última, “The man from Rome”, adaptación de la novela “La piel del tambor”, de Arturo Pérez Reverte, en la que hace de cura. Comedia, drama, thriller… Poquito a poco, está tocando todos los géneros. Y él, tan feliz.  

Mario Garcés con carteles de películas en las que ha participado

Mario Garcés con carteles de películas en las que ha participado / Alba Vigaray

Mario Garcés es un apasionado de la literatura y del cine. Su currículum rebosa de titulaciones y cargos funcionariales de nivel, pese a todo. Es interventor del Estado, inspector de Hacienda, jurista… Como ha estudiado mucho siempre, intenta recuperar el tiempo que no pudo dar a sus pasiones confesables. A veces, las mezcla: gracias a un viaje que hizo a Nueva York con José Antonio Labordeta conoció La Ruta 66. En una librería de la Quinta Avenida se compró un libro con ilustraciones y la obsesión no se le ha quitado desde entonces. Durante el confinamiento, escribió sobre sus paisajes y extensiones sin fin. 

Como soñador que es, se ha visto ya cruzando esta vía mítica. “En verdad -ríe-, lo que me hubiera gustado es ser Brad Pitt y meterme en la parte de atrás del coche con Thelma y Louise”. 

Más de un debate parlamentario ha convertido en película. Más de un diputado ha puesto cara a uno de sus personajes imaginarios. Un “villano perfecto”, comenta sonriente, sería Gabriel Rufián, “quien ha mejorado mucho sus dotes interpretativas”. ¿Y el bueno? Tras una pausa, responde: “Haría una ‘road movie’ con mi amigo Edmundo Bal”.

Así que ya sabe lo que tiene que hacer el portavoz de Cs: ponerse la chupa de cuero, coger su enorme moto y plantarse en casa de Mario Garcés, cual Dennis Hopper en "Easy rider", antes de salir a la carretera junto a Peter Fonda.