CURSO POLÍTICO

La oposición prepara la encrucijada de Pedro Sánchez: escudo social o sacrificio económico

El PP concentrará su plan de oposición en la evolución de la economía, pues prevé que empeore

La izquierda, desde ERC a Más País, exigirá más inversiones en la protección de las clases trabajadoras

Pedro Sánchez, en su última visita a Palma

Pedro Sánchez, en su última visita a Palma / EFE/Ballesteros

Ángel Alonso Giménez

Ángel Alonso Giménez

El curso más difícil de Pedro Sánchez comenzará en cuanto pise el felpudo de su residencia en la Moncloa, a la vuelta de su descanso veraniego. Él lo sabe. El presidente que ha combatido la peor pandemia mundial en un siglo afronta el último año de la legislatura, lo que condiciona todo políticamente hablando. Se acerca el momento de hacer balance, las elecciones, y los factores que usan los ciudadanos para ello hablan mal de él. Así están los sondeos. La demoscopia.

No es baladí que este martes se celebre el primer Consejo de Ministros del curso y que el jueves próximo el Gobierno se exponga a un exigente pleno en el Congreso. El tiempo vuela, al curso parlamentario le queda poco más de un año. Las leyes que falten, hay que moverlas ya; las que estén dormidas, más vale que las despierten, si es que el Ejecutivo quiere, o puede, aprobarlas.

Tampoco es baladí que el mandatarios socialista haya forjado en la UE unas alianzas firmes. Sánchez es importante entre los líderes continentales y lo intentará demostrar (es uno de sus grandes deseos) durante la presidencia rotatoria de la Unión que asumirá en la segunda mitad del año que viene. Pero la protección europea no le salvará de un curso plagado de dudas, y por tanto, de temores. La legislatura ha entrado en el tramo decisivo, el tramo final, con una gran tormenta económica encima y con inquietantes síntomas de enfado con él. Enfado social. O decepción.

Las elecciones de mayo

Tempestad económica, malestar ciudadano. Vaya cóctel para el primer Gobierno de coalición en el Estado. Por si fuera poco, en medio del itinerario hacia el examen electoral final de diciembre de 2023, los comicios autonómicos y municipales de mayo. Estarán en juego los gobiernos socialistas y las aspiraciones en las alcaldías grandes. A examen también el estado de forma del PSOE en la Comunidad de Madrid, territorio emblema. Rondarán por esas fechas de abril y mayo los comicios de la Comunitat Valenciana, otro termómetro de la salud socialista. Mucho estrés. 

Como el zumbido de una mosca, está el rumor de la crisis de Gobierno. Sánchez la ha desmentido, sabedor de que remodelar el elenco de ministros/as un año después de haberlo hecho transmite nerviosismo y debilidad. El problema es que lleva tiempo preocupado porque mira su lista de leyes aprobadas y luego mira las encuestas, y se enfada. No está calando la acción de gobierno. Pesan más las discrepancias internas que los consensos. Yolanda Díaz comparte el diagnóstico. Discreción: ésta es la consigna. Sin embargo, no todos en la coalición la comparten y la practican.

Las elecciones andaluzas del 19 de junio hicieron realidad el peor temor de Sánchez. En el partido, aunque muy localizadas, existen voces que sospechan que el problema es él. Obviamente, en el entorno del presidente no comparten semejante reflexión. La causa estaría antes en la facilidad del PP para imponer su discurso “negacionista” y destructivo. Hay que desmontarlo como sea, y por ello, todo el rato están los ministros y los dirigentes socialistas replicando a los populares.

En fin, que Sánchez tiene un montón de problemas alrededor, y con ellos se va a plantar en septiembre de 2022, en las puertas de la fase decisiva de la legislatura. Ante una de sus peores encrucijadas, si no la peor.

Feijóo, a por la economía

El barómetro del CIS de julio puso al PP primero en estimación de voto. El de septiembre lo van a estudiar con lupa en Moncloa porque si se repite el resultado, más de una luz de alarma se va a encender. Lo que está claro es que la llegada de Alberto Núñez Feijóo ha revitalizado la posibilidad de que haya reemplazo en Moncloa.

Pero no sólo. La invasión de Rusia a Ucrania ha enterrado el optimismo económico. La previsión de un repunte acelerado tras la pandemia, incluso a pesar de los confinamientos en China, ya está sepultada. Como siempre, el volcánico contexto internacional afectará sobremanera a la balanza española. En el PP ven tantas similitudes con el tramo final de la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero que han decidido copiar la estrategia.

Feijóo ha empezado ya. El pasado jueves, en un acto en A Coruña, puso el acento en las dificultades que van a tener las familias para afrontar los costes del curso escolar, ya que los precios se han ido más allá del 10%. Todo está más caro. Propuso disminuir retenciones en el IRPF de las rentas medias y bajas, a imitación de lo que ha hecho el Gobierno vasco. También pidió a Sánchez que reduzca el número de ministerios, pero hasta la cúpula de los populares que esto es básicamente un mensaje efectista.

Una fuente de la dirección del partido muy próxima a Feijóo indica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que tanto en el Congreso como fuera van a incidir sin tregua en dos vectores: en que el Gobierno es incapaz de afrontar con acierto la crisis económica y en que está provocando una degradación institucional sin precedentes. De lo que se trata es de instalar en el imaginario social que urge el cambio. 

Con el vigor que le queda en el Congreso, el de sus nueve diputados, Ciudadanos ahondará en la misma táctica, aunque, como apunta una fuente de la dirección de Inés Arrimadas, sin caer en la simbiosis con el PP. Buscarán un perfil propio basado en la gestión económica y en propuestas punteras. Darán la batalla por el uso de las mascarillas y por el reparto del Poder Judicial, y por encima de todo, se escaparán de la motivación electoralista en la que, indica esta fuente, caerán socialistas y populares.

La izquierda, a por la agenda social

Feijóo, en el acto de A Coruña, afirmó que España atraviesa “un momento de incertidumbre que puede agravarse si el conflicto que hay a las puertas de Europa sigue y el Gobierno no cambia la política energética”. El líder del PP prevé una caída de la actividad industrial, lo que, unido al mal humor colectivo que iría creciendo por lo caro que va a ser poner la calefacción, cocinará ese cóctel letal para un partido en el poder: paro, pobreza, malestar

La izquierda tiene miedo de que pase exactamente eso, lo que ilustra por un lado que no es un escenario tan descabellado. Las recetas que exigirán serán muy diferentes a las del PP, claro. Una fuente de ERC ni siquiera titubea cuando este medio le pregunta por las prioridades: “la agenda social”.

La formación republicana, tras el deshielo protagonizado este verano por Pedro Sánchez y Pere Aragonès, ha regresado a la predisposición negociadora, que no a la senda del pacto. Es un equilibrio muy complicado, sostiene la fuente. Al menos han desplazado la tensión que deriva de la mesa de diálogo y de la pelea, ahora más callada, por la celebración de un referéndum. 

EH Bildu jugará a lo mismo: a la protección de las clases trabajadoras. En la dirección socialista han comprobado que la izquierda abertzale va en serio. En el discurso mantienen la apuesta por la plurinacionalidad, pero también la visión pragmática: combatir la crisis es ahora lo urgente y lo importante. Por ello, la dirección parlamentaria socialista dialoga con más o menos fluidez con el grupo que lideran Mertxe Aizpurua y Oskar Matute. 

Más País, Compromís… Y el PNV. Los nacionalistas vascos perseverarán en el cumplimiento de las transferencias acordadas y en lo que compete al ámbito parlamentario actuarán como siempre. Ley a ley, enmienda a enmienda… No aseguran votos a favor, pero tampoco en contra. Sí diálogo. Protestan mucho porque, dicen, el Gobierno no les informa con antelación ni margen, pero la verdad es que casi nunca se levantan de la mesa.

Numéricamente, el paisaje no es tan oscuro. 13 escaños ERC, 6 el PNV, 5 EH Bildu, 3 Más País y Compromís… Si encima entran los 4 del PDeCAT, la mayoría absoluta estaría garantizada. Cara a la negociación de los presupuestos, un colchón tan holgado da tranquilidad, pero la estabilidad se gana día a día en un contexto político tan convulso. 

Los presupuestos de 2023 y la ley de vivienda, así como las medidas que vía decreto despliegue el Gobierno para resistir los embates económicos (ya van dos decretos así con medidas como el abaratamiento de la gasolina o la reducción de los abonos de transporte público), medirán la fortaleza del Gobierno.

Sánchez afronta su año más adverso, es algo que no duda nadie, porque puede ser el último. ¿Lo superará? Una fuente de un grupo aliado del PSOE dice esto al respecto: “Llevo cuatro años escuchando que está débil, pero ahí sigue”. O como dice otra del mismo partido que el presidente: “Cuanto más difícil, más se viene arriba”.