LIMÓN & VINAGRE

Javier de la Rosa: las cosas que sabía el señor pistacho

Algún iluso puede pensar que De la Rosa lo perdió todo, pero como diría mi abuelo: ya me gustaría a mí su ruina

Javier de la Rosa: las cosas que sabía el señor pistacho.

Javier de la Rosa: las cosas que sabía el señor pistacho.

Albert Soler

Albert Soler

En el inicio de la monumental -en todos los sentidos- El día de Watusi, de Francisco Casavella, el protagonista se cita en el Tibidabo con el señor Pistacho, un financiero que ha estado en la cárcel, antiguo dueño de dicho parque de atracciones. No hace falta ser un experto en la historia reciente de España y de Cataluña para descubrir en el señor Pistacho un trasunto de Javier de la Rosa, el financiero catalán que terminó en la cárcel por el pufo de KIO. A De la Rosa también le encantaba quedar como un filántropo, como al señor Pistacho, que llega al Tibidabo, donde lo espera un grupo de huerfanitos perfectamente alineados y uniformados para recibir regalos, nada menos que en helicóptero, como un ángel del cielo. Si las buenas obras no sirven para darse uno el placer de sentirse el rey del mundo, no vale la pena realizarlas.

Javier de la Rosa también hacía buenas obras, aunque a determinadas alturas a las buenas obras se las llama favores y uno espera que le sean devueltos, a poder ser con creces. No consta que para donar millones a partidos como el PP y Convergència, De la Rosa llegara en helicóptero a la sede de los mismos -esas cosas requieren de cierta discreción-, en cambio no me sorprendería que los tesoreros de ambos partidos lo recibieran dando saltitos, aplaudiendo y vitoreando, como los huerfanitos al señor Pistacho. Algún paseo en su yate por aguas de Cadaqués sí que habría, donaciones como esas no están completas hasta que se cierran bebiendo champán y comiendo gambas, mecidos por las olas.

El Periódico de España ha revelado que De la Rosa ya acusó en 2012 y 2014 al entonces rey Juan Carlos de haber recibido acciones de Abengoa, Telefónica y Ence. Las dos últimas empresas habían sido privatizadas poco antes por el gobierno de Aznar, y es que la mayor utilidad de privatizar empresas es que los de siempre puedan sacar tajada de ello, si no, las dejamos públicas y en paz. El destino es tan caprichoso que aquellas acusaciones que hizo De la Rosa han salido a la luz el pasado 15 de agosto. El 15 de agosto, como saben los lectores de Casavella, se celebra el Día del Watusi. El señor Pistacho, siempre presente.

Sobra decir que las acusaciones en las que Javier de la Rosa aseguraba que el entonces rey guardaba 300 millones en Suiza, fueron convenientemente tapadas por las cloacas del estado, puesto que hay solamente dos lugares en los que un rey puede hacer lo que le dé absolutamente la gana sin que tenga que dar cuenta por ello: la Edad Media y España. No tuvieron tanta suerte los Pujol, involucrados también por De la Rosa, ya que todos los integrantes de la familia que fueron acusados terminaron procesados en casos de corrupción, algunos castigados con penas de cárcel. Ni siquiera les sirvió para librarse de la ley, ser lo más parecido a una familia real que existía en Cataluña.

Javier de la Rosa pertenece a la época dorada de los financieros españoles, la de los Albertos, Mario Conde y Ruiz Mateos, más tantos otros que se enriquecieron de la misma forma que los mencionados, pero tuvieron la precaución de ser más discretos. Aunque, como sin duda pensaría el señor Pistacho, ¿de qué sirve ser rico si no puedes dar envidia al resto de la gente apareciendo en el Hola? Quedan muy atrás los días en que Jordi Pujol calificó a De la Rosa de "empresario modelo", sin saber que ahí, en la Modelo es donde acabaría el financiero.

Como casi todos los demás de su época -salvo el rey, por supuesto-, Javier de la Rosa acabó con sus huesos en la cárcel, aunque, también como los demás, la suya sería una cárcel a la carta. A mediados de los noventa, se comentaba por Barcelona que De la Rosa entraba unos minutos en la coctelería Ideal, un clásico del Ensanche barcelonés. Su chófer, mientras, esperaba en la puerta. De la Rosa pedía un whisky, lo apuraba y volvía al coche para dormir en la cárcel Modelo. Se non è vero è ben trovato, que dicen en Italia. Rumores o realidad, lo que sí es cierto es que un funcionario de prisiones que lo tuvo como interno, me aseguró un día que De la Rosa vivía en la cárcel como un pachá. Lo cual tampoco debe de sorprender a nadie, ya desde Orwell y su Rebelión en la granja sabemos que todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros.

eSe dice que acusó a Pujol como venganza, porque éste apoyó al independentismo catalán. Al entonces rey, ni se sabe por qué, algunos aventuran despecho. La realidad es mucho más sencilla, y como explica con precisión quirúrgica El día del Watusi, en España y a esos niveles, hay una razón que explica todos los actos: el dinero. Algún iluso puede pensar que De la Rosa lo perdió todo, pero como diría mi abuelo: ya me gustaría a mí su ruina.