CULTURA

Muere José Guirao, exministro de Cultura y uno de los grandes gestores culturales españoles

Su prestigio reconocido por todos y su carácter dialogante definieron al que fue también director del Museo Reina Sofía y fundador de un proyecto tan innovador como La Casa Encendida

Llevaba desde marzo de 2021 luchando contra un cáncer de pulmón que ha terminado por costarle la vida. En los últimos meses y a pesar de la enfermedad, Guirao dejó avanzados los proyectos del Palacio de la Música y del 'año Picasso', además de temas más personales como sus propios escritos o su colección de arte

Muere José Guirao, exministro de Cultura, a los 63 años

/ Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: EFE

Jacobo de Arce

El exministro de Cultura José Guirao ha fallecido hoy a los 63 años a consecuencia de un cáncer. Guirao ha sido uno de los grandes gestores culturales que ha tenido este país en las últimas décadas. Un profesional de espíritu dialogante y prestigio reconocido por todos que ha estado vinculado fundamentalmente con el mundo del arte, aunque nunca dejó de estar atento a todas las disciplinas de la cultura.

Entre otras instituciones, estuvo al mando del Museo Reina Sofía y fundó y consolidó un proyecto tan innovador en su momento como La Casa Encendida. Después de su salida del Gobierno de Pedro Sánchez, en enero de 2020, Guirao regresó a dirigir la Fundación Montemadrid, donde dejó su cargo voluntariamente el pasado mes de marzo, cuando su enfermedad ya se encontraba muy avanzada, para ser reemplazado por Amaya de Miguel.

A José Guirao le informaron en marzo de 2021 de que tenía una pequeña mancha cancerosa en el pulmón. Desde que supo la noticia, convivió con la enfermedad "con su temple y discreción habituales" y "con la esperanza de que iba a salir bien", explicaba este lunes David Calzado, que ha sido la mano derecha de Guirao como su director de comunicación durante 20 años, desde el arranque de La Casa Encendida hasta sus últimos días en la Fundación Montemadrid.

Sin embargo, la evolución no fue la esperada. En octubre pasado ya le dijeron que había metástasis. "A partir de ahí ha sido una pelea muy difícil, porque las quimios fueron muy fuertes, y entre una sesión y otra se quedaba sin defensas. Pero todo ese tiempo te da para preparar el ánimo y hacerte a la idea de que puedes estar en lo peor. Y él ha ido preparando el terreno con muchísima paz y con la elegancia de siempre, con un grupo muy pequeño de gente, sin querer que hubiera más drama y más duelo del que ahora nos vamos a encontrar".

Sus últimas semanas, cuenta Calzado, las dedicó a dejar listos algunos temas particulares como sus escritos personales o su colección de arte, que se va a donar a una fundación. "También ha trabajado mucho en dos proyectos. Por una parte, el Palacio de la Música, y por otra el 'año Picasso': con la comisaria adjunta, Rocío Gracia, ha estado trabajando muy de cerca para dejar todo bien atado, porque empieza ya en octubre [aunque en realidad la efeméride es en 2023]. En mitad de sus sesiones de quimio y de jaleos médicos varios, todavía tenía fuerzas para sentarse a hablar con la familia Picasso, desde París, y con los diferentes museos españoles que participan en la conmemoración".

Una vida dedicada a la gestión cultural

Nacido en Pulpí, Almería, en 1959, y licenciado en Filología Hispánica, Guirao se inició muy joven en la gestión cultural, una labor que a lo largo de casi cuatro décadas de carrera profesional pudo conocer a todos los niveles. A los 24 años ya era responsable de cultura de la Diputación de Almería, y en 1988 fue nombrado director general de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía, un puesto desde el que impulsó proyectos como el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. En 1993 llegó a la capital para convertirse en director general de Bellas Artes y Archivos, un cargo breve porque enseguida fue nombrado director del Museo Reina Sofía.

En el Reina Sofía permaneció entre 1994 y 2001, bajo el mando tanto de ministros socialistas como del PP. Fue nombrado por Carmen Alborch, y con él llegó la estabilidad a un museo que había estado sometido a tensiones durante años. Sus principales logros fueron dar un discurso más sólido a la colección permanente, contextualizando a los artistas españoles dentro del arte internacional del siglo XX, y que el museo, como los grandes del mundo, pasase a producir la mayor parte de sus exposiciones temporales. Él fue también el encargado de licitar su ampliación, que luego se plasmaría en la creación del edificio Nouvel.

De allí pasó a La Casa Encendida, un centro cultural que él inauguró en 2002 y que se situaba tan solo unos cientos de metros más al sur de su anterior despacho. Aquel era un concepto radicalmente novedoso, sin equivalentes en otros países europeos. Un centro de participación en el que convivían y se interrelacionaban la cultura, la solidaridad, el medioambiente y la educación. Lo construyó a su medida, a la vez riguroso en su propuesta y hedonista en su aproximación a la cultura, abierto a los creadores y abierto también a la ciudadanía, convirtiéndolo en un importante polo ubicado en un barrio modesto y multicultural como es el de Lavapiés. En 2014, dejó la gestión directa del centro para ponerse al mando de la Fundación Cajamadrid, en la que este se integraba. Veinte años después de su nacimiento, La Casa Encendida sigue siendo un referente de la creación joven y contemporánea.

Le faltó tiempo

La propuesta de ser Ministro de Cultura le llegó de la mano de su amiga, la vicepresidenta Carmen Calvo, y en plena polémica por la crisis abierta por el fugaz nombramiento de Máximo Huerta. Como gestor veterano, Guirao se arremangó y desde el primer momento se puso a resolver los diferentes retos que tenía en marcha el ministerio, como rematar la aprobación del Estatuto del artista, definir la Ley de Mecenazgo, negociar la permanencia de la colección Carmen Thyssen en España o resolver conflictos como el abierto dentro de la SGAE o el malestar de los trabajadores del Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela por la reestructuración que significaba la fusión de ambas entidades.

En ello estaba cuando recibió con sorpresa la decisión del gobierno de Pedro Sánchez de no seguir contando con él tan solo año y medio después de su nombramiento. El presidente le dijo entonces que buscaba un perfil más vinculado con el deporte. "Había gente mucho más afectada en su entorno que el propio Guirao", recordaba hoy David Calzado. "Él ya había trabajado en el ministerio antes, y repetía desde el día que le nombraron una frase: 'el señor me lo dio, el señor me lo quitó, alabado sea su santo'. Sabía que eso era la política".

Su frustración entonces no fue personal, sino la de un gestor que deja el trabajo a medias. "Pepe tenía la sensación de que el ministerio era el mismo que había creado Solana -continuaba Calzado-. Que habían pasado más de dos décadas desde que él había pasado por allí con Alborch, que la estructura era la misma y la manera de llevar las políticas culturales seguía siendo igual, a base de subvenciones... Él tenía un proyecto que iba más allá del tiempo de una legislatura. Creía que el ministerio merecía un impulso hacia una manera de hacer más actual. Y eso quedó por hacer".

Afable, irónico y elegante, Guirao tuvo siempre fama de dialogador incansable, alérgico a los conflictos que constituyen el día a día de la política. Un territorio en el que, si bien se sumergió desde muy joven, no llegó a tener carné de partido (el Socialista) hasta hace unos pocos años. Si algo destacan cuantos tuvieron que tratar con él en su etapa ministerial es la buena sintonía que tenía con los diferentes sectores de la cultura, porque todos entendieron que hablaba su mismo lenguaje. Y parecido ocurría con la oposición. Lo recordaba hoy la Consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, que coincidió con el ministro cuando era presidenta de la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados. "Realmente trabajamos mucho juntos, sobre todo en la reforma de la ley de propiedad intelectual, y también en el desarrollo del Estatuto del artista. He de decir que fue siempre una persona comprometida, muy leal, muy dialogante y con la que una vez que él dejó su cargo en el ministerio y volvió a la Fundación Montemadrid, desarrollé una buena amistad. Le apreciaba muchísimo, y lamento profundamente que se haya ido".  

Fue en esa vieja conocida, la Fundación Montemadrid, heredera de la Fundación Cajamadrid para la que tantos años había trabajado, donde el exministro encontró su último destino. Allí le sorprendió la crisis del covid, que le tocó gestionar mientras se perfilaban otros proyectos de futuro como el del Palacio de la Música, el edificio de la Gran Vía madrileña destinado a convertirse en un importante espacio escénico de la capital. En el último año, y a pesar de la enfermedad, combinaba esas funciones con las de comisionado para el año Picasso, un puesto sin remuneración desde el que debía supervisar las diferentes conmemoraciones que rodearán al 50 aniversario de la muerte del pintor en 2023.

El niño de 'Cinema Paradiso'

Amante del flamenco y de la poesía además del arte, Guirao fue también un cinéfilo empedernido. Su padre tenía cines de verano en el entorno de Águilas, en la zona entre Almería y Murcia en la que se crio, y pasó buena parte de su infancia a su lado viendo las películas que este proyectaba en los diferentes pueblos, como el niño protagonista de Cinema Paradiso. Aquello dio lugar a una enorme y entusiasta cultura cinematográfica, capaz de almacenar infinitos datos y también de disfrutar con todo tipo de películas y también, últimamente, series. A casi todas, aunque no fuesen muy buenas, les sacaba algo divertido, recuerdan en su entorno.

Formado en el ámbito de la lengua y la literatura, fue hasta el final un lector empedernido. "Fuimos a verle el pasado viernes -recuerda David Calzado- y tenía toda la mesa llena de libros. El último que estaba ojeando fue uno de artículos de José Miguel Ullán, de su primera etapa, escritos para un periódico de Salamanca. Se lo llevó Carlos Alberdi y le encantó que se hubiese editado ese libro".

Más allá de la cultura, Guirao era también un hombre con una importante sensibilidad hacia los temas medioambientales que comenzó a apoyar a los movimientos ecologistas de su zona a finales de los 70. Lo recordó la Vicepresidenta Tercera del Gobierno y Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de este lunes. Hablando de esa faceta "menos conocida" del exministro, Ribera destacó que "era uno de los grandes aliados pioneros en la protección del medio ambiente en nuestro país”. También relató que, en sus últimas conversaciones, Guirao estaba muy pendiente de dos proyectos relacionados con su Almería natal: la protección del yacimiento arqueológico de Antas y la protección para mantener virgen el espacio del litoral entre Pulpí y Águilas, amenazado por desarrollos urbanísticos.

Tras conocerse la noticia de su fallecimiento, han sido innumerables las muestras de cariño de compañeros y amigos en redes y medios, pero también de muchos periodistas y gestores culturales. Muchos no han dudado en calificarle como el mejor ministro del ramo que ha tenido España en tiempos recientes.

El exministro de cultura será despedido con un velatorio que permanecerá abierto desde las 16:00 de este lunes en el tanatorio San Isidro. Mañana martes, a las 12 de la mañana, se oficiará un responso para familiares y amigos, tras el cual será incinerado.