CASTILLA Y LEÓN

Mañueco descarta la tentación de repetir elecciones y sacar a Vox del Gobierno

En el PP reconocen que "la legislatura se va a hacer larga" entre polémicas y estridencias de sus socios

Mañueco no contempla una nueva convocatoria aprovechando las autonómicas de mayo porque asume que el coste con los electores sería para él: "No se entenderían dos rupturas de Gobierno en un año"

Alfonso Fernández Mañueco y Juan García Gallardo.

Alfonso Fernández Mañueco y Juan García Gallardo. / RAÚL GARCÍA.

Paloma Esteban

Paloma Esteban

Las polémicas que en las últimas semanas han rodeado al vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo (Vox), que incluso habló de la “hipersexualización de la sociedad” como una de las causas de la despoblación, está generando bastantes quebraderos de cabeza al presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. En el PP de esa comunidad autónoma no esconden que la legislatura “se va a hacer larga” teniendo en cuenta que el Gobierno de coalición acaba de despegar. 

Los patinazos del dirigente ultra han generado alguna sorpresa dentro del PP porque reconocen que no esperaban situaciones como las que están viviendo, especialmente en una tierra conservadora y poco dada a las estridencias. Aun así, fuentes cercanas al presidente insisten en descartar la posibilidad de adelantar las elecciones aprovechando la cita autonómica del próximo mes de mayo, por mucho que algunos dirigentes vean la tentación como un escenario a contemplar. De hecho, según ha podido saber este diario, el presidente autonómico lo trasladó a su comité ejecutivo este viernes para cerrar la puerta definitivamente.

En el entorno más inmediato a Mañueco lo descartan “por completo”, y aseguran que los electores “no entenderían” un adelanto tan temprano por mucho que Vox “dé motivos de sobra para intentar un Gobierno en solitario”. 

Alfonso Fernández Mañueco y su vicepresidente, Juan García-Gallardo.

Alfonso Fernández Mañueco y su vicepresidente, Juan García-Gallardo. / NACHO GALLEGO.

Unas nuevas elecciones implicarían forzar a los electores a volver a las urnas sólo un año después de la cita de febrero. “Hay que asumir los resultados que tuvimos, hemos formado un gobierno y Alfonso va a ser el presidente los próximos cuatro años. Pero no podemos volver a convocar elecciones de esa manera”, reflexionan dirigentes con responsabilidades en el partido y el gobierno autonómico.

De hecho, en el núcleo duro del presidente creen que plantear “dos rupturas de Gobierno en un año” mandaría el mensaje de que “el problema somos nosotros, el PP, o como mínimo Mañueco”. Hay que recordar que las elecciones del pasado 13 de febrero fueron el resultado de un adelanto electoral y la ruptura del Gobierno de coalición con Ciudadanos. La situación que se generó fue relativamente traumática y el vicepresidente, ahora convertido en el principal azote de Mañueco y Vox, Paco Igea, fue el único superviviente naranja que obtuvo el escaño como procurador.

Mañueco insistió en convocar elecciones convencido de que Ciudadanos trabajaba por tumbar los Presupuestos y que la moción de censura sería el siguiente paso. Los naranjas siempre lo negaron, haciendo gala de la estabilidad que hasta entonces había tenido el ejecutivo, pero la realidad es que las relaciones estaban muy deterioradas. Mañueco convocó elecciones con unas expectativas altas, fruto del buen momento que su partido tenía en las encuestas tras meses difíciles y aupado, precisamente, por el error que cometió Inés Arrimadas con la moción en Murcia.

Alfonso Fernández Mañueco en su toma de posesión. Detrás, Santiago Abascal.

Alfonso Fernández Mañueco en su toma de posesión. Detrás, Santiago Abascal. / CLAUDIA ALBA.

Pero las encuestas resultaron ser un espejismo, igual que las expectativas en Castilla y León. La recta final de la campaña se hizo eterna para el equipo del presidente, que veía como cada día iban bajando escaños en sus propios sondeos internos. Al final, Mañueco ganó las elecciones, aunque desde la misma noche electoral estaba claro que tendría que meter a Vox en el ejecutivo autonómico. Necesitaba sus votos afirmativos para resultar investido y el partido de Santiago Abascal avanzó que no contemplaban otra cosa que tener la vicepresidencia y consejerías

El primer pacto de gobierno con Vox, el transcurso de la propia campaña electoral y la polémica votación de la reforma laboral (el diputado Alberto Casero la salvó y muchos en el partido vieron en aquello el punto de inflexión que hizo despertar al PP señalando la puerta de salida a Pablo Casado y la necesidad de contar con un nuevo liderazgo), sumado a la fuerte crisis que la dirección mantenía con Ayuso desde hace meses, provocó en gran medida la revolución dentro del partido.

En Castilla y León aseguran que los resultados en Andalucía no habrían sido los mismos de no haberse dado las circunstancias anteriores. “Si no hubiera ocurrido lo que ocurrió, no hubiéramos tenido que meter a Vox en el Gobierno y no se hubiera desatado la sucesión, las cosas no habrían salido tampoco así para Juanma Moreno”, coinciden distintos dirigentes castellanoleoneses. 

Feijóo siempre tuvo claro que pretendía dejar en anécdota “lo de Castilla y León” (en referencia a un pacto de Gobierno con Vox) y que en Andalucía el partido consiguiera una mayoría absoluta abrió otro escenario completamente distinto. En las filas populares se ha insuflado el ánimo de victoria generalizada. Ahora creen que es posible mantenerse alejados del partido de Abascal y todos los esfuerzos se centrarán en seguir consiguiendo gobiernos en solitario.