CUMBRE DE MADRID

“Ni Putin ni OTAN, el brazo armado de EE UU”: visiones críticas de la Alianza Atlántica

Un 17% de los españoles y un 35% de los votantes de izquierda no apoya que España pertenezca a la organización

"La vuelta a la lógica de bloques militares aumenta el riesgo nuclear y de guerras"

exdiputado del Parlamento Europeo por Izquierda Unida, Willy Meyer, durante la ‘Cumbre por la Paz: OTAN no’

exdiputado del Parlamento Europeo por Izquierda Unida, Willy Meyer, durante la ‘Cumbre por la Paz: OTAN no’ / Fernando Sánchez

Mario Saavedra

Mario Saavedra

El apoyo a la pertenencia de España a la OTAN es abrumador. Según un informe reciente del Real Instituto Elcano, es casi unánime en la derecha y el centro, y de dos tercios entre la izquierda. Pero hay un 17% del total de españoles, y un 35% de los votantes de izquierda, que no apoyan la pertenencia a la Alianza Atlántica. ¿Cuáles son sus razones?

“Consideramos que la OTAN es una organización militar que actúa de brazo armado de Estados Unidos en Europa”, opina para

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

Pere Ortega, del Centro de Estudios por la Paz J.M. Delàs. “Cuando se fundó ya la definieron sus críticos: se construía para tener a EE UU encima, a Europa debajo y a Rusia enfrente”.

En la misma línea se expresa para este diario el eurodiputado Miguel Urban: “Debemos rechazar sin ambigüedades el proyecto político imperial de la oligarquía rusa y la autocracia putinista, pero también la agenda militarista de la OTAN y de los dictados imperialistas de Washington”, opina el cofundador de Podemos, ahora de Anticapitalistas. “Ahora mismo Putin es el problema, pero la OTAN no es la solución”.

Urban estará presente en la manifestación que recorrerá las calles de Madrid este domingo para protestar contra la cumbre de la OTAN. Entre el martes y el jueves, 44 delegaciones de todo el mundo, lideradas por los jefes de Estado y de Gobierno del grueso de los países occidentales, debatirán en la capital española el futuro de la organización, el aumento de los presupuestos militares, los planes para contener a Vladímir Putin, a China y los riesgos en el Norte de África y el Sahel.

La marcha ha sido convocada por la plataforma estatal por la paz y 'OTAN No'. Se producirá el domingo a las 12 horas desde Atocha a Plaza de España en Madrid. Será el colofón a una “contracumbre” alternativa con mesas de información en la capital y otras ciudades, con pegada de carteles y coloquios para exponer sus argumentos contra la organización. El político de más alto nivel confirmado es el secretario de Estado para la Agenda 2030 y diputado de Unidas Podemos, Enrique Santiago. En la “contracumbre” se espera también a pensadores como Carlos Taibo o periodistas como Rafael Poch, según ha podido saber este diario.

Rusia resucita a la OTAN


Tras la invasión rusa de Ucrania, la Alianza Atlántica se ha visto reivindicada y ha ocupado el centro del escenario, aunque los diplomáticos consultados por este periódico insisten en subrayar que, como tal, la OTAN no participa en la guerra. En realidad, se sabe que da formación militar y se cree que contribuye con inteligencia en tiempo real que ayuda al Ejército comandado desde Kiev. Los países de la OTAN envían, de forma bilateral pero coordinada, armamento a Ucrania: misiles Javelin de Estados Unidos, tanques de origen soviético de los países del Este, sistemas antiaéreos de Eslovaquia, artillería Howitzer de Alemania o lanzagranadas españoles, entre otros. 

Un lanzacohetes del Ejército de Ucrania, en la región de Lugansk, en el Donbás.

Un lanzacohetes del Ejército de Ucrania, en la región de Lugansk, en el Donbás. / EFE

“La invasión criminal de Putin ha permitido rescatar a la OTAN de la muerte cerebral de la que hablaba Macron en 2019 para darle un nuevo impulso reforzando la militarización de Europa con el mayor incremento del gasto militar desde la II Guerra Mundial”, argumenta el eurodiputado Urban. “Pero esta vuelta a la lógica de bloques militares tiene como objetivo la lucha por la hegemonía económica en un momento de crisis ecológica y de lucha por el control por los escasos recursos a nivel mundial”.

En la cumbre de Madrid se va a escenificar la unidad de la organización y, posiblemente, su crecimiento, con la adhesión prevista de Finlandia y Suecia. 

“Ahora tenemos muy mala prensa porque se nos acusa de ser partidarios de la Rusia de Putin. Pero nosotros decimos claramente no a la invasión de Putin: Ni Putin ni OTAN”, dice Ortega.

Un aumento del gasto militar


En este contexto de guerra abierta en Europa, los gobiernos occidentales se han apresurado a comprometer decenas de miles de millones más en gasto militar para los próximos años. Pedro Sánchez, en particular, ha dicho que quiere acercarse al 2% del PIB de gasto en Defensa, como exige el compromiso con la OTAN. España, según los datos de la organización, está aún en el 1% de este gasto.

El caso de Alemania es especialmente llamativo, por su fuerte base social pacifista y la aversión histórica hacia la militarización. Al poco de comenzar la guerra en Ucrania, Berlín dio un giro de 180º y emprendió un camino exprés hacia la modernización de su Ejército. Ha aprobado un paquete de 100.000 millones para los próximos años. Entre los más fervientes defensores de armar a Ucrania está el partido de los Verdes, que forma parte de la coalición de Gobierno junto a socialdemócratas y liberales. Además, Berlín ha abandonado su tradicional política conciliadora con Rusia (la ostpolitik). 

“Esta guerra va a debilitar Ucrania y a Rusia, pero a Europa también”, argumenta en ese sentido Ortega. “Deberíamos jugar un papel diplomático mucho más importante, un papel que no parece que sea el que esté llevando a cabo la OTAN” para acabar con el conflicto.

Una alianza defensiva que también ataca 


Otra de las críticas habituales a la

Organización del Tratado del Atlántico Norte

es que, a pesar de que sus estatutos la definen como una organización de disuasión y defensa, en ocasiones pasa a la ofensiva

La OTAN atacó Yugoslavia en 1999. Lanzó miles de toneladas de bombas. El objetivo del ataque eran las tropas de Slobodan Milosevic, que estaban cometiendo una limpieza étnica contra la población albanesa de Kosovo, que había declarado su independencia ocho años antes. La misión no contaba con el aval del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y provocó centenares de bajas civiles. 

Dos años después comenzó la guerra de Afganistán. Primero, con la invasión del país por Estados Unidos y aliados de la OTAN, en respuesta a los ataques del 11S. Terminó en 2021 de forma abrupta con la toma de Kabul por los talibanes y la caótica huída de decenas de miles de personas de las delegaciones occidentales en el país. Ha sido la guerra más larga en la que ha estado envuelto Estados Unidos. Desde 2003 y hasta 2021 la OTAN lideró la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, en sus siglas en inglés), creada por Naciones Unidas y dedicada a ayudar al Gobierno afgano a recuperar la seguridad del país. 

Más recientemente ha intervenido en Libia. En 2011, el dictador libio Muamar el Gadafi comenzó una cruenta represión de la población, que se había alzado contra su régimen en el marco de la primavera árabe. Naciones Unidas emitió una resolución exigiendo la protección de los civiles. Francia y Estados Unidos comenzaron a bombardear partes del país. Pronto la OTAN tomó el mando de la misión e impuso una zona de exclusión aérea y un embargo de armas al régimen de Gadafi, que terminó depuesto y asesinado. El país, sin embargo, quedó dividido en dos y en medio de una guerra civil que aún dura hoy. Hubo críticas a la OTAN (en particular a Francia y Reino Unido) por haberse excedido en su mandato de protección de la población civil y haber tomado, en realidad, partido por uno de los bandos en guerra. Dio apoyo aéreo a la operación de captura de Gadafi. En los bombardeos se causaron, también, decenas de muertos entre la población civil.

Los vientos geopolíticos soplan a favor de los llamados “atlantistas”. Eso deja a los “europeístas” (aquellos que promulgan una independencia estratégica de Europa respecto a Washington) en una situación delicada. Un buen ejemplo de ello va a ser la inclusión, en el Concepto Estratégico de Madrid para la OTAN, de China como riesgo. Un lenguaje duro empleado por Washington y alejado del más conciliador usado por las cancillerías europeas. 

“La OTAN ha pasado de ser defensiva a ofensiva”, concluye Ortega. “El Concepto de Madrid va a poner énfasis en desplazarse a los mares de China y el Pacífico. Nosotros estamos en contra de soliviantar a China”. 

“Esta nueva etapa de expansionismo y reforzamiento de la OTAN conlleva además enormes consecuencias en términos de reordenamiento y disciplinamiento del sistema mundial dominante”, remata, por su parte Urban.