DOS MODELOS, MISMO OBJETIVO

De Andalucía a Madrid: por qué Moreno y Ayuso se parecen más de lo dicen

Feijóo comparte estrategia y estilo político de moderación con Moreno, pero da vía libre a Ayuso para seguir con su perfil propio en Madrid

"Mucho voto prestado", "prudencia y humildad", "tenemos que ser el partido del pueblo": algunas reflexiones de Ayuso y Moreno tras sus noches electorales son idénticas

Los dos consiguieron frenar a Vox en sus comunidades, aunque el partido ultra creció incluso menos en Madrid

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (i), abraza al presidente del PP andaluz y presidente electo de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (d), a su llegada a una reunión de la Junta Directiva Nacional del PP.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (i), abraza al presidente del PP andaluz y presidente electo de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (d), a su llegada a una reunión de la Junta Directiva Nacional del PP. / Gustavo Valiente / Europa Press

Paloma Esteban

Paloma Esteban

La histórica victoria electoral del PP en Andalucía ha dado un vuelco al tablero político en su conjunto, pero también dentro de la formación que lidera Alberto Núñez Feijóo, reequilibrando el poder interno y sumando a la organización la figura de Juanma Moreno como el nuevo gran barón territorial. El presidente andaluz comparte estrategia y estilo político con el presidente del partido, al que también le une una profunda amistad, como recalcan en sus respectivos núcleos duros. La gesta de Moreno en el mayor feudo del PSOE no tiene posible equiparación, a pesar de que las comparaciones con lo que representa Isabel Díaz Ayuso han sido constantes desde la noche electoral del 19-J.

Sobre todo, porque Moreno consiguió 58 diputados (tres más de los que marca la mayoría absoluta) con un discurso de moderación y guiños continuos a los votantes del Partido Socialista frente la hoja de ruta seguida por Ayuso, que se basó en un modelo de confrontación absoluta con el Gobierno de Pedro Sánchez tras la gestión de la pandemia. Dos discursos con aparentes diferencias que, sin embargo, también guardan muchas similitudes.

Y precisamente por eso en Génova reconocen que Feijóo no exigirá una línea moderada ni una estrategia calcada a sus barones territoriales. Es más, el líder del PP dio total libertad a los presidentes y futuros candidatos, exigiendo a cambio resultados, a pesar de que exhibió total sintonía con el dirigente andaluz en el cuartel general de los populares frente a la presidenta madrileña, que comprendió que es hora de compartir el trono como principal activo electoral. Pero, según ha podido saber este diario, el espaldarazo de Feijóo a Ayuso es absoluto: “Que siga siendo como es y siga ganando elecciones”, zanjan en la dirección nacional.

Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno a la llegada de la junta directiva nacional del Partido Popular.

Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno a la llegada de la junta directiva nacional del Partido Popular. / JOSÉ LUIS ROCA

“EL PARTIDO DEL PUEBLO”

El día 5 de mayo de 2021, cuando no habían pasado ni 24 horas de la victoria de Ayuso (44,7% del voto y 65 diputados, a cuatro de la mayoría absoluta) la presidenta de la Comunidad comparecía pidiendo “mucha prudencia”. Usó palabras muy parecidas a las que ha ido pronunciando estos días Moreno en su comunidad. “Me da la sensación de que tengo mucho voto prestado. Sí veo que esto ha trascendido las siglas del PP y eso me hace muy feliz porque somos los populares, somos el partido del pueblo. A eso nos debemos”.

Si algo ha repetido durante la campaña electoral el líder andaluz es que “pedía el voto prestado” para alcanzar una mayoría suficiente y no depender de Vox para gobernar los próximos cuatro años. Con los resultados en la mano (43,13% de los votos) Moreno fue consciente de que este voto prestado había sido cuantioso. El presidente de la Junta presentó su proyecto político como algo propio, más allá de las siglas del PP, “la marca Juanma” decían en su entorno. Hasta el punto de que en el cartel electoral había que usar lupa para encontrar las dos consonantes que reflejan el nombre del partido. 

“Asumo la mayoría absoluta con humildad y prudencia. Este proyecto político es popular, del pueblo, de las clases medias y trabajadoras”, sentenció Moreno hace escasos días ante la plana mayor de su partido. Las frases de los dos dirigentes podrían haberse integrado, con más de un año de diferencia, en un mismo discurso.

Un Moreno Bonilla eufórico se da un ‘baño de masas’ tras superar la mayoría absoluta

/ Agencia ATLAS | Foto: EP

ANDALUCISMO… ¿Y MADRILEÑISMO?

Moreno ha llevado al PP a arrebatar al PSOE la condición de partido hegemónico. Venció en las ocho provincias y en más del 70% de los municipios. “Somos un partido y tengo un proyecto con claras señas andalucistas”, dijo en varios momentos Moreno. Las banderas de Andalucía en sus mítines (muy superiores a las nacionales) y la defensa del andalucismo hacía innecesaria cualquier aclaración. Pero también en el caso de Ayuso se vio el fenómeno del “madrileñismo” más vivo que nunca en una comunidad autónoma en la que esa identidad propia nunca había jugado un papel clave. 

Como explican personas de su equipo más cercano, la apertura económica y social durante la pandemia frente a otras comunidades que siguieron una estrategia sanitaria completamente distinta, llevó a un debate identitario no visto antes y que terminó con el eslogan de “vivir a la madrileña”. “Vivir a la madrileña es que en plena Filomena, con tres metros de nieve, la gente pusiera una mesa en la calle para tomarse una cerveza”, dijo Ayuso en uno de sus mítines. 

La presidenta del PP de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, interviene en la segunda jornada del Congreso extraordinario del PP de Madrid que se celebra este sábado. EFE/Juan Carlos Hidalgo

La presidenta del PP de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, interviene en la segunda jornada del Congreso extraordinario del PP de Madrid que se celebra este sábado. / EFE/Juan Carlos Hidalgo

La realidad es que durante las semanas previas a las elecciones en Sol veían crecer la transversalidad de sus votantes percatándose de que una inmensa mayoría la votaba “a ella y no al PP”. Y todo ello a pesar de que la Comunidad de Madrid es un territorio de mayorías absolutas populares. No hay un solo dirigente veterano que no afirme que “el fenómeno Ayuso superó al de Esperanza Aguirre” más allá del número de escaños. 

EL FRENO A VOX, MAYOR EN MADRID

La participación en las elecciones del 4-M en Madrid alcanzó el 71,74%. De los 3,6 millones de ciudadanos que votaron, 1,6 millones lo hicieron por la papeleta de Ayuso. En Andalucía (la comunidad más poblada de España) la participación fue más baja, del 58,3% (3,7 millones de electores ejercieron su derecho a voto) y 1,5 millones quisieron apostar por Moreno. 

La otra lectura del 19-J fue el freno que consiguió el PP a Vox después de las elecciones de Castilla y León y su primera entrada a un gobierno autonómico. Sobre todo porque el partido de Santiago Abascal hizo una apuesta decidida por una de sus principales dirigentes, Macarena Olona, aunque eso significaba prescindir de ella en el Congreso. Y la campaña estuvo basada en la exigencia de entrar en el ejecutivo autonómico, aunque a Moreno le faltara “un solo escaño”. 

Vox fracasó porque lo que hizo fue reforzar el voto útil hacia Moreno. Y en el PP están convencidos de que el discurso duro e histriónico de Olona espantó sus posibilidades electorales. Los ultras crecieron dos diputados (consiguió 14) con respecto a 2018 y tres puntos en el voto hasta el 13,46%.

En Madrid tuvieron un peor resultado. El partido de Abascal, representado por Rocío Monasterio en esa región, apenas logró el 9% del voto (creció solo un 0,27%) aunque se transformó también en un diputado más, hasta los 13. Igual que en Andalucía, Vox mantuvo un discurso duro en temas nucleares: la seguridad y la criminalización de los menores extranjeros no acompañados. Es cierto que en política económica y en otras cuestiones como la dureza contra Sánchez tenían escaso margen con Ayuso en frente. Uno de los problemas que acusó Vox en la campaña madrileña era precisamente ese: les penalizaba atacar a su principal adversaria.